ada tiene que ver este partido con el que abrió la liga en Miribilla. Lógico porque han transcurrido algunos meses desde aquel inicio, pero, sobre todo, porque los dos contendientes se encuentran en escenarios bien diferentes.
De un lado, el Breo, que ha experimentado una clara, positiva y visible evolución en su juego, especialmente el de ataque, en las últimas semanas; y esa gran mejora, paradójicamente, llega desde la sencillez, porque en el baloncesto siempre lo fácil, lo que lo parece, es lo realmente complicado. El equipo lucense ataca ahora encontrando ventajas más rápidas en el tiempo en cada posesión y eso los hace mejores. Con una buena distribución de los espacios y logrando ser más efectivos y eficientes. Castigan antes y eso da más confianza, a la vez que obliga mucho a los rivales. Las incorporaciones (Grant, Egbunu, Mavra y Kurucs) propician también que todo fluya más, y en todos los entramados sobresale un factor clave: Darrun Hilliard, que viene a ser el principal elemento generador del juego. Los resultados ayudan. El aspecto mental, tan importante en el deporte, crece para bien y todo parece mejor. Por eso, este importantísimo partido ante un rival con la mismas victorias puede ser un ascensor hacia la consolidación.
El rival
Del otro lado, el Bilbao Basket. El equipo de Jaume Ponsarnau llega al Pazo en una semana sin competición europea y con un róster casi completo. Solo falta Bagayoko, al que esperan tener pronto, y vienen con Harald Frey, Tomasz Gielo y Abdur-Rahkman listos, además de recuperar a Kristian Kullamae y tener ya integrado al dominicano Omar Silverio. Con el sello de su entrenador, se trata de un equipo que ocupa muy bien el campo, genera ventajas a partir de un perímetro con puntos, físico y talento, y que tiene su referente en el juego interior: un soberbio Hlinason, bien acompañado por Marvin Jones.
Disfruten del juego. Además, y por mucho que sea el inicio de la segunda vuelta y quede un largo camino por delante, hay premio grande. Ojalá lo gane el Breo.