De la vacuidad de las estadísticas a la verdad de Dominik Mavra

Antonio Pernas

FORZA BREO

ALBERTO LÓPEZ

25 mar 2025 . Actualizado a las 20:14 h.

El humorista barcelonés El Perich, autor de un sinfín de agudos aforismos, dio con uno de sus más afortunados al afirmar que "las estadísticas demuestran que las estadísticas mienten”. Deberían repartir el adagio en las facultades de periodismo del país para evitar de este modo la proliferación de datos absurdos que inundan los medios desde hace un tiempo ocultando la verdad del deporte. Por supuesto que unas cifras bien analizadas ayudan a explicar lo que está pasando, pero, por ejemplo, lanzar titulares acerca de que fulanito es más productivo por minuto que menganito y hablar de ello como si fuera una cuestión trascendental entra en el terreno de la frivolidad.

La fiebre estadística entró en España de la mano de los deportes estadounidenses, tan aficionados los norteamericanos a reducir la realidad a números. Tampoco les viene mal a ellos esta proliferación, ya que su sistema de competición suele ser más bien soso durante los meses que dura lo que llaman la regular season, así que buscan récords de lo que sea. Y digo yo, qué valor, excepto el anecdótico tiene comparar lo que hace un equipo o unos jugadores en competiciones y sobre todo circunstancias diferentes. Los récords tienen su sentido para el atletismo y la natación en los que, al menos los coetáneos, compiten en condiciones similares.

La cuestión no tendría mayor trascendencia que lo descabellado de algunas comparaciones. Pero lo que carece de sentido es que con tanto trasiego de datos inútiles parece olvidarse que el meollo del baloncesto no está en qué jugador anota más canastas, defiende con el juanete o palmea el día de Navidad, sino en qué equipo gana más partidos como consecuencia de comportarse como tal.

Desviar la atención de forma continuada acerca de la verdad del deporte solo contribuye a destruir la naturaleza de las modalidades de equipo y a confundir. Y tanta confusión se ha creado, que hasta algunas asociaciones y federaciones nacionales o internacionales, se han arrogado la prerrogativa de entregar y organizar premios al mejor jugador de dónde sea. Por no hablar de la confusión de los aficionados que no tienen más fuentes de las que beber que las de los medios y las redes sociales. Aunque lo que nunca me esperé es que tanto protagonista cayera en el juego de alimentar su estadística por encima de la colectividad. Y que, peor todavía, lo sacaran a relucir presumiendo de méritos propios. Por desgracia, también en esto muchos clubes se confunden al contratar y reconocer a quienes se dedican a actuar de esta manera.

Por fortuna, frente a la vacuidad de las estadísticas de cada día, también aparece la esencia del deporte, encarnada estos días en un personaje fundamental en la trayectoria del actual Breogán, Dominik Mavra, un jugador que no encabeza ningún apartado estadístico en concreto pero sí que destaca en la regularidad de muchos de ellos. Esa regularidad en sus actuaciones se ve exponencial todavía más, cuando sus compañeros mejoran alrededor de él, jugando y haciendo jugar a sus compañeros, mejorando el rendimiento de todo aquel con el que comparte pista. Dominik Mavra, el necesario.

Por cierto, el gran Ignacio Pinedo, entrenador del Estudiantes, del Real Madrid, astuto en el banquillo como ninguno, cuando le preguntaban la importancia que le daba a las estadísticas decía: ”Lo que digan las estadísticas, lo contrario”. Y el zorro plateado se quedaba tan ancho.