
Importante y atractivo partido el que se va a disputar este sábado en el pabellón de Fontajau. Importante porque hay mucho en juego para los dos equipos. Para el Girona, que basta con ver lo que se está moviendo en la capital catalana, porque necesita seguir sumando victorias que lo alejen cada vez más de las dos últimas posiciones de la Liga Endesa y que viene de una derrota frente al Baskonia. Para el Breo, porque sería muy positivo de cara al futuro seguir compitiendo al máximo nivel y exhibir su calibre de baloncesto; además, tras una semana marcada por la marcha de Darrum Hilliard, por lo que este choque se presenta como una gran oportunidad y un reto para mostrar el nivel de competitividad de una plantilla en la que todos, seguro, todavía pueden dar un paso más hacia delante.
Revulsivos
Dos equipos muy bien trabajados y con una amplia y productiva estructura táctica. Si en el Breogán se notó, y mucho, la llegada de Luis Casimiro, en el Girona, la de Moncho Fernández desembocó en un cambio grande en el estilo de juego que resulta enormemente positivo. Un juego estructurado y organizado lleno de paciencia y a la vez de rapidez, algo muy difícil de conseguir; poniendo el balón en las manos del jugador que quieren en el momento que desean; intentando anotar desde la defensa con un esfuerzo encomiable e imprescindible y una gran fortaleza reboteadora; a partir de un róster muy versátil, algo de gran valor en el baloncesto actual, exhibe un juego coral apoyado en el excelente rendimiento de jugadores como Martinas Geben, Juan Fernández, Maxi Fjellerup, Juani Marcos, Ike Iroegbu, Aljami Durham o Pep Busquets. Y todo esto con la reciente incorporación de Jarod Lucas, todavía en proceso de adaptación. En definitiva, una organización que respira baloncesto como Marc y Pau Gasol, Fernando San Emeterio y Laia Palau.
Dos equipos, dos organizaciones y dos ciudades de baloncesto con mayúsculas. Partido de alto nivel con una gran recompensa. Mucha suerte para el Breo.