
Intensidad; ritmo inteligente y vertiginoso; acciones fulminantes; rebote activo y poderoso; atención a los detalles, constante actividad en las situaciones de juego sin balón tanto en ataque como en defensa; llegadas rápidas; juego en movimiento; intención de aprovechar siempre y al máximo los primeros segundos de cada posesión; buen uso de los bloqueos; referencias claras; trabajo continuo; esfuerzos para rendir mucho en poco tiempo; rotaciones permanentes... Muchas cosas buenas que podrían, y de hecho lo hacen, definir la propuesta de juego del gallego Diego Ocampo en el Manresa en una temporada complicada, porque siempre lo son aquellas que siguen a las que han superado las expectativas.
Con un extraordinario rendimiento que les permite llegar al tramo decisivo de la Liga Endesa bien colocados y peleando por un puesto en el play off, lo que les hace todavía más peligrosos. Con una plantilla construida con inteligencia. Un jugador franquicia y determinante, Derrick Alston júnior. Bien cubierta la posición de base con Retin Obasohan, recién sellada su continuidad, Mario Saint-Supery y Dani Pérez; un trío clave para su idea de juego. Una línea exterior capitaneada por Cameron Hunt, al que escoltan Guillem Jou, Álex Reyes, Musa Sagnia o Santiago Vescovi. Posición de ala-pívot con el ya mencionado Alston junto con Armel Traoré y Marcis Steinbergs, y un juego interior marcado por el buen rendimiento de Emanuel Cate. Un club histórico y con una historia grande e importante. En tiempos en los que las palabras pasan por encima superficialmente de las ideas y de los conceptos, el Manresa es un buen ejemplo de lo trascendente que resulta lo básico.
Igualar su intensidad, controlar los básicos y saber jugar los minipartidos que hay dentro de un encuentro, porque este juego provoca que en determinados momentos sean irregulares, una situación que conviene aprovechar al máximo.
En el banquillo visitante, el entrenador que los llevó a ganar su gran título, la liga conquistada en 1998. Seguro que Luis Casimiro será recibido como se merece. Después, a jugar y a disfrutar de lo que apunta a ser un gran duelo.