Vivimos en la era de la interrupción permanente. Probablemente hoy Tolstói no podría haber escrito Guerra y paz. Y no por no tener a mano unas guerras napoleónicas -será por guerras-, sino porque las horas que dedicaba a escribir sus épicas cuartillas ahora tendría que malgastarlas en contestar wasaps, ver los grandes memes del cuñadismo, leer y borrar correos electrónicos y contestar a sus fans en Facebook, Twitter e Instagram. Tolstói ya no sería Tolstói, sino el community manager de Tolstói.
Por eso, porque vivimos a salto de mata, saliendo del paso y trampeando como podemos con la distracción perpetua, resulta desolador (o revelador) leer El perfeccionista. El sabio profesor norteamericano Christopher Maurer -responsable, entre otros hallazgos, de la recuperación del epistolario de Lorca desde Nueva York y La Habana- ha preparado esta selección de aforismos y versos de Juan Ramón, en los que el Premio Nobel de Literatura expone su poética del trabajo».
Subraya Maurer que el poeta andaluz era un «perfeccionista completo», que es como se titula el original en inglés de este libro traducido ahora al castellano por Andrés Soria Olmedo para la Editorial Fundamentos. Más que completo, un perfeccionista casi obsesivo, se podría decir al observar las enmiendas y correcciones de sus manuscritos y al leer sus propias palabras sobre ese trabajo de permanente revisión:
-Nunca me quedo contento al dar al público un libro. Al contrario. En el momento en que recibo el primer ejemplar... deshago la encuadernación y empiezo a cambiarlo todo, es decir, a empezar otra vez. Dejar un libro es siempre para mí una solución provisional de un día flaco.
Por eso hay que regresar a Juan Ramón, el poeta que siempre se estaba corrigiendo a sí mismo. Porque, aunque la perfección no llegaba nunca, la diferencia estaba justo en el casi:
-Era casi perfecta. Su mayor encanto estaba en el casi.
«EL PERFECCIONISTA»
AUTOR JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
EDITORIAL
FUNDAMENTOS
160 PÁGINAS; 14 EUROS