Al abuelo no hay quien le tosa, y menos ahora

TEXTO: C. CRESPO

FUGAS

JUANJO MARTÍN

El veterano del rock español actúa el lunes 14 en el Parque da Xunqueira de Vilagarcía

11 ago 2017 . Actualizado a las 15:28 h.

Tiene España por costumbre no solo respetar sino incluso venerar a sus míticos cantantes melódicos. Ahí están los ejemplos de Julio Iglesias, Raphael, Camilo Sesto o José Luis Perales, sin ir más lejos. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre en culturas como la norteamericana o la británica, esa misma tradición no existe a la hora de reverenciar a las leyendas del rock.

Cierto es que aquí tampoco es que dispongamos de un amplio catálogo de candidatos. El rock en su concepción moderna nos llegó con un par de décadas de retraso. Pero haberlos los hubo y no pocos de ellos han quedado sumidos en el más injusto ostracismo cuando las canas se apropiaron de sus melenas.

Claro que ha habido excepciones. El caso más paradigmático es seguramente el de Miguel Ríos, quien fue capaz de mantener la consideración de la profesión y del público hasta que en el 2010 dijo aquello de Bye Bye Ríos.

De lo que quedan en activo el máximo exponente es Rosendo Mercado. Que tampoco es que sea un tipo caduco. A sus 63 años y como autónomo que será ni siquiera tiene derecho aún a jubilarse. Pero el de Carabanchel pasa hoy por ser, sin duda, el más genuino representante de la primera generación de roqueros urbanos que dio este país. Y eso, amigo, es mucho decir.

Con 20 años Rosendo formaba parte de Ñu, histórico grupo madrileño nacido a la sombra de Jethro Tull. Hasta que un buen día cayó en sus manos un disco de Rory Gallagher y ya nada volvió a ser igual. En 1977 formó la que seguramente ha sido la banda más influyente del rock español, Leño. Un año después aparece un primer single de la mano de la compañía Chapa Discos y en el 79 revienta la escena del rock nacional con su primer y mítico disco en el que incluían himnos aún hoy recordados como El tren, El oportunista o Este Madrid.

Fueron años de vorágine, de correr y correr y de viajes no tan controlados como los de aquel tren azul. Pero al tiempo, de una explosión de energía y creatividad inaudita y fascinante.

En el 83 desaparece Leño y dos años después Rosendo publica su primer disco en solitario, Loco por incordiar. Algo que no ha dejado de hacer desde entonces. La prueba más evidente es su último trabajo, De escalde y trinchera, que ha visto la luz en junio de este mismo año.

Un disco de un artista que ya está de vuelta de todo y sigue encontrando malas razones para seguir cuestionando lo que viene de arriba en tanto que, a golpe de rock, dignifica y avala lo que se cuece a ras de calle. Y es que Rosendo no se ha callado nunca y menos ahora.

El lunes se presenta en directo como concierto estelar de las fiestas de Vilagarcía teloneado por la joven banda local TNT.