Beyoncé y Jay-Z, una ostentosa reconciliación en el Louvre

CARLOS PEREIRO

FUGAS

SAD

Beyoncé y Jay-Z son a la música lo que Brad Pitt y Angelina Jolie fueron al cine. Los dos se muestran como la pareja más poderosa del mundo en un vídeo que combina la historia del arte con la experiencia racial y urbana de ambos: como auténticos emperadores

29 jun 2018 . Actualizado a las 12:57 h.

Dos cosas quedan claras tras ver Apeshit. La primera, que Beyoncé y Jay-Z son a la música lo que Brad Pitt y Angelina Jolie fueron para el cine durante años. Un dúo de moda, humano, con sus propios problemas y soluciones conviviendo a la vez, y que ahora inician una nueva etapa matrimonial tras enfrentarse a sus dudas. La segunda cosa que se desprende del vídeo es la confirmación de una tendencia visual que trata de enfocar el videoclip como una obra total y compleja en sí misma, y no como un adorno semiobligatorio a mayores de la canción.

El vídeo fue mostrado al mundo, por sorpresa, tras un concierto en el Estadio Olímpico de Londres. La poderosa pareja se muestra en el Museo del Louvre. Recorren sus salas y posan delante de la cámara con semblantes serios, de emperador y emperatriz. A sus espaldas se vislumbran las diferentes obras maestras que posee el edificio francés. La Gioconda, la Venus de Milo, Las bodas de Caná o la Victoria de Samotracia. En cierto sentido, Beyoncé y Jay-Z parecen también querer convertirse en arte, mientras un nutrido grupo de danza embutidos en monos color carne se recrea a lo largo de los seis minutos de canción. Por otro lado, se deja ver la intención de llevar una crítica racial a la historia del arte y reclamar su sitio. Lo urbano, lo callejero, también tiene sitio en el videoclip.

Apeshit se convierte en el primer avance del álbum conjunto que la pareja ha editado bajo el nombre de The Carters, Everything is Love. Estamos en el 2018, y si ese anuncio se hizo viral, también lo ha hecho esta pieza, y no solo por su trasfondo musical, sino por la multitud de críticas que el público ha hecho en forma de preguntas a los músicos y al Louvre. ¿Cómo ha conseguido la pareja el permiso para grabar tan cerca y con tanta libertad dentro del museo? ¿Cuándo? ¿Por qué nadie lo sabía? ¿Cuántos billetes desembolsaron? El ente cultural no ha querido desvelar nada, aunque gracias al videoclip se puede pensar que fue grabado en horario nocturno, aprovechando el cierre total del edificio. En los últimos años, no son pocas las producciones internacionales -El código Da Vinci, Cincuenta sombras de Grey...- que han grabado también en estas instalaciones. En el 2012, un documento situaba en 15.000 el precio para hacerlo en su interior.