Todos nuestros padres

FUGAS

Amados, temidos, añorados. Son personaje principal en nuestras vidas y también en muchas obras literarias. Les rendimos homenaje. Pero, cuidado, no siempre salen bien parados

15 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«Queridísimo padre: Hace poco me preguntaste por qué digo que te tengo miedo». Así comienza Franz Kafka su Carta al padre, una misiva escrita para comunicarle todo lo que había callado durante años. En este texto duro, lleno de reproches y de recuerdos amargos, Kafka retrata a un padre autoritario y cruel que le marcará de por vida. Era el año 1919 y el padre del autor nunca recibiría la misiva.

Cien años después, el norteamericano Daniel Mendelsohn, que ha escrito algunos excelentes ensayos sobre temas tan dispares como el verdadero significado de Brokeback Mountain o la nostalgia que explota Mad Men, nos abre en Una Odisea una ventana a sus memorias familiares. El autor nos cuenta el semestre en el que su padre, un matemático retirado de 81 años malhumorado y muy exigente, decide asistir a un seminario sobre la historia de Homero que imparte su hijo. Viajes, crítica literaria y sentimientos se combinan en este libro maravilloso que, desde luego, te hará ver a tu padre con ojos nuevos.

Un ángulo innovador es también el que ofrece el francés Samuel Benchetrit. Escritor, actor, guionista y director de cine (La comunidad de los corazones rotos le supuso en el 2015 una nominación en la categoría de mejor guion adaptado en los Premios César), este fontanero de profesión reconvertido a autor de éxito ofrece una novela conmovedora y cargada de humor. Vuelve es el grito de un padre que necesita a su hijo, un padre que se encuentra acosado por su ex y desesperado ante la falta de inspiración para terminar su próxima novela. Un padre enganchado al programa televisivo más infame que le permite evadirse de la realidad. ¿Tú eres el padre o el hijo? Lee y lo sabrás.

El que espera

Para los primerizos, o los que están a la espera, recomiendo Temperatura ambiente, de Nicholson Baker. Un libro entre la novela y el ensayo que se lee en una tarde, pero que se recuerda siempre. Un padre, una niña de seis meses, un biberón y una historia de amor. No hay nada extraordinario en esta historia. Solo la vida. Y la ternura.

Como la que nos transmite Richard Ford en Entre ellos. Un libro que contiene dos textos escritos con treinta y cinco años de diferencia. El segundo, dedicado a su madre, ya se había publicado en 1986 de forma autónoma. El primero, centrado en la figura de su padre, es más reciente. Ellos son Parker y Edna, dos jóvenes de Arkansas. Se enamoran y se casan en 1928 y tienen un hijo -Richard Ford- en 1944. La primera parte es la historia de un hombre bueno que se gana la vida como viajante de comercio. Un padre ausente, como tantos. Una historia corriente, insignificante como las nuestras, que su hijo transforma en inmortal gracias a la insuperable fuerza de su escritura.

Paul Auster es otro de esos clásicos que lleva toda la vida intentando reconstruir las relaciones con su padre a través de sus libros. En 1979, cuando tenía 32 años, recibió la noticia de la muerte de su padre, hombre con quien siempre estuvo distanciado y con el que no tenía ningún vínculo. Así lo explica en La invención de la soledad. No es aquí el padre autoritario y controlador que aterroriza y empequeñece a Kafka, sino el ausente, el invisible. «Ha habido una herida y ahora me doy cuenta de que es muy profunda. Y el acto de escribir, en lugar de cicatrizarla como yo creía que haría, ha mantenido esta herida abierta», dice el autor. Un padre, un hijo y un abismo que ni la literatura consigue llenar. Aunque repetirá el magnífico intento en Diario de invierno y la Trilogía de Nueva York.

El único

Si miramos a España, David Trueba nos lleva en Tierra de Campos a recorrer el agridulce camino de la nostalgia: el de la juventud perdida. Dani Mosca, un rockero con cierto éxito en los 80, decide llevar el cuerpo de su padre para enterrarlo en el pueblo de sus raíces. En este viaje vuelve la mirada atrás para recordar su adolescencia rebelde y su juventud acelerada, que le han llevado a vivir sin pensar. Una vida en la que el padre toma el papel protagonista por obligación, ya que el alzhéimer de su madre se la arrebata muy joven. Trueba ofrece una novela tierna que nos deja el corazón un poco más caliente. El libro es un cálido homenaje a ese padre con el que nunca acabamos de aprender bien a interpretar el papel de hijos que nos corresponde. Un papel en el que no es fácil dar la talla. Y no sé si como dice Dani Mosca/David Trueba la generosidad, la bondad, la prudencia, la independencia (... una lista que sería interminable) se heredan o no. Solo nos queda confiar en que algo se contagie.

Entre las últimas novedades editoriales, El chico que siguió a su padre hasta Auschwitz, de Jeremy Dronfield. Una novela desgarradora que es, como está claro, otra historia sobre el holocausto. Pero no una más. No es fácil decir que se disfruta leyendo estas atrocidades, pero la trama es fascinante. El trabajo de documentación esmerado revela al historiador que se esconde detrás del escritor. No apta para todos los estómagos, ensalza el vínculo entre el padre y el hijo como tabla de salvación.

Y todavía hay más. Porque los libros, como los padres, tienen formas y fondos muy diversos y a cada uno le toca el suyo.

EL POÉTICO

Aunque no son tantos, algunos hay. Si quieres que un poema le hable al corazón de tu padre, o al de tu hijo, apuesta por Tu sangre en mis venas. Poemas al padre. Son versos que miran al pasado, a los recuerdos, a los vacíos que deja la muerte y que no se llenarán más. Poemas firmados por Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Leopoldo Panero, Gloria Fuertes, Leopoldo María Panero y Amalia Bautista, entre otros. Una selección de poemas, a cargo de Enrique García-Máiquez, que versan sobre la figura del padre, del padre concreto, cuya sangre corre en nuestras venas. Un total de 49 poetas, cuyos poemas se ordenan cronológicamente según la fecha de nacimiento de sus autores, reflexionan, y nos hacen reflexionar sobre esa figura que desde Homero ha recorrido la literatura universal.

El rebelde

Sin causa o con ella. El 4 de mayo del 2001, el padre de Antonio Altarriba se arrojó por la ventana de la residencia de ancianos de Lardero. Su hijo decidió vestir la piel de su padre para contarle al mundo, en formato de cómic, la historia de este rebelde inconformista que vio morir sus ideales y decidió vencer al infortunio desplegando sus alas. La historia documenta una de las mejores crónicas de la España del pasado siglo. Publicada por primera vez en el 2009 y ganadora del Premio Nacional de Cómic 2010, El arte de volar es uno de los grandes hitos de la historia de nuestro cómic.

Pero también las hijas tienen historias que contar. Y algunas son muy buenas. Laurence Debray, hija del filósofo Régis Debray y la historiadora Elizabeth Burgos, ajusta en Hija de revolucionarios cuentas con el pasado y con la figura mítica de sus padres. La excelente Natalia Ginzburg en Léxico familiar habla de los Levi, una familia judía y antifascista que vivió en Turín desde 1930 hasta 1950. Natalia es una de las hijas del profesor Levi y, por tanto, testigo privilegiado de los momentos íntimos de la familia. Y Margaret Mazzantini en la premiada, aunque un poco sensiblera, No te muevas lanza una mirada a los remordimientos de un padre que vela a su hija Angela, de 15 años, que se encuentra en coma tras un accidente de moto.

Padres que son hijos e hijos que son padres. Un merecido protagonismo.