La gran ventaja del libro

FUGAS

emilio moldes

El escritor Manel Loureiro escribe en Fugas sobre la transformación del oficio del escritor en los últimos años

03 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuenta la leyenda -probablemente apócrifa- que allá por los años setenta, cuando Francisco Umbral finalizaba un manuscrito, se lo mandaba por correo a sus editores y que por fin, aliviado del trabajo, su única ocupación durante meses era sentarse a leer libros junto a la piscina, a la que iba arrojando aquellos que no le gustaban y de vez en cuando respondía un par de cartas de algunos lectores lo suficientemente atrevidos como para mandarle unas líneas a aquel temperamental autor.

Desconozco si la historia es real o no, pero de lo que estoy seguro es de que hoy en día ni siquiera Umbral, con todo su mal genio, se podría permitir hacer algo así.

El trabajo de escritor ha sufrido una completa revolución desde hace una década. La relación con los lectores es totalmente distinta y mucho más intensa. Internet, los clubes de lectura, las ferias del libro… son parte integral de la agenda diaria de cualquiera que se dedique a esto de forma profesional. El día a día de un autor no solo consiste en escribir, sino en estar en permanente contacto con sus lectores. Siempre he sostenido que el trabajo de escritor es la ocupación perfecta para alguien con doble personalidad: Te pasas medio año encerrado, solitario, escribiendo alejado del mundo y la otra mitad te la pasas viajando por todas partes, firmando cientos de ejemplares y estrechando manos hasta que te duele la cara de tanto sonreír.

Además, el contacto físico en las ferias y conferencias no lo es todo, pues las redes sociales son parte integral del día a día. Un autor o autora medio con una actividad normal en redes contesta y habla a diario con más lectores que cualquiera de hace quince años. Y eso es bueno, porque permite que los dos extremos de la cadena del libro (autores y lectores) tengan un canal directo de comunicación.

La literatura se ha democratizado, se ha vuelto más accesible y por ello ha sufrido una transformación espectacular. Nunca se ha publicado tanto como hoy en día -otra cosa es que todo lo que se publica sea bueno, que ya es otra historia- y jamás la oferta de lectura ha sido tan avasalladora. Y sin embargo, hoy en día un libro tiene que competir con enemigos feroces a la hora de conquistar un trocito de tiempo de ocio. La televisión, el cine, YouTube, las consolas…y un largo etcétera de alternativas de entretenimiento pelean hoy en día con el viejo sistema de contar cosas por escrito. La gran ventaja del libro es que puede proporcionar la experiencia más intensa de todas, si es capaz de atraparte. El gran problema que tiene es que no todo el mundo sabe eso. Por eso es tan importante que los autores entiendan que hay que salir de la torre y fajarse a diario con los lectores. El mundo ha cambiado, y nosotros con él. Y ni siquiera Umbral se atrevería a negar esta realidad.