El nuevo libro de Ian McEwan, «Máquinas como yo», se desarrolla en el Londres de los años 80, pero muy futurista
13 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Un triángulo amoroso nada corriente. Un Londres en los 80 muy futurista. Un dilema moral y una moraleja. El nuevo libro de Ian McEwan se desarrolla en el Londres de los años 80, pero nada es exactamente como debería ser. Hay huelga en la minería, hay desempleo y descontento en las calles y Margaret Thatcher saca su vena guerrera en las Malvinas. Hasta ahí todo en orden. Pero McEwan introduce entre estos datos reales algunas distorsiones que transforman la realidad por completo. Suena divertido, ¿no? En esta realidad alternativa Gran Bretaña pierde la guerra contra Argentina; Lennon y Kennedy están vivos; Jimmy Carter vence a Reagan en las elecciones; los Beatles todavía existen y hasta hay un movimiento probrexit con 35 años de adelanto...
Pero todo esto no son más que pinceladas que adornan lo que McEwan nos quiere mostrar: el cambio tecnológico. Este universo de 1982 está totalmente informatizado. El científico Alan Turing no se ha suicidado tras ser perseguido por su homosexualidad y trabaja en el campo de la inteligencia artificial. Gracias a sus logros ha salido al mercado «un humanoide fabricado con inteligencia y apariencia plausibles, movimiento creíble y cambios de expresión». Este robot, Adam, será el eje sobre el que girará toda la trama.
McEwan nos obliga a enfrentarnos a robots que se deprimen, que componen poesía, que se enamoran... y con ello nos fuerza a reflexionar sobre la esencia del ser humano y sobre si el amor es un sentimiento o un código genético reproducible. La incursión de la perfecta máquina en la vida de Charlie y Miranda los enfrenta a nuevos dilemas morales: ¿es adulterio hacer el amor con un robot?, ¿es Adam un sirviente o un amigo?
McEwan nos conduce por este laberinto con una prosa muy cuidada y un ritmo ligero que te lleva a devorar el libro en un par de días. Este pasado tan futurista nos encandila con sus innovaciones, como los coches autónomos; pero además nos revela los celos y las pasiones más humanas. Como ves, esto no tiene nada que ver con la ciencia ficción. Más bien es un enredo de relaciones personales complejas y crisis de conciencia que nos anima a explorar nociones tan antiguas como la carga de la culpa o el valor de la justicia y la ley. Conceptos que McEwan aborda con destreza y amenidad como ya lo hizo en La Ley del Menor o Cáscara de Nuez. Con Máquinas como yo vuelve a triunfar.
«Máquinas como yo»
Ian McEwan
EDITORIAL Anagrama
PÁGINAS 360 PRECIO 20.9