«El fascismo en su componente populista ya está aquí, en el poder»

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El profesor napolitano Antonio Scurati se ha convertido en el autor de moda en Italia con una monumental novela documental, sin ficción, en la que narra el ascenso al poder de Benito Mussolini

17 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Profesor en la Universidad Libre de Lengua y Comunicación de Milán, autor entre otras novelas de El padre infiel, Antonio Scurati (Nápoles, 1969) ha obtenido un éxito espectacular con M. El hijo del siglo, una monumental novela sobre el ascenso al poder de Benito Mussolini, con la que logró el prestigioso Premio Strega y de la que ya ha vendido 400.000 ejemplares. Habrá dos o tres novelas más sobre el dictador y una serie.

­-¿Por qué optó por el género de la novela documental, sin ficción, para contar la historia de Mussolini y del fascismo?

-La novela permite a cualquier lector, sin importar su formación o su edad, entrar en la historia a través de la implicación emotiva y la inmersión. Tenía que ser una novela sin ficción porque la materia era tan peligrosa, tan venenosa, que no me podía conceder ninguna libertad de invención. Cada hecho, cada personaje y cada diálogo están históricamente documentados porque tenía que ser riguroso para no hacer de Mussolini un héroe trágico o correr el riesgo de generar una empatía con el personaje, aunque fuera negativa.

­-¿Qué novedades aporta su novela sobre Mussolini y el fascismo?

-En Italia, después de la II Guerra Mundial, quien quisiera pertenecer a la sociedad civil tenía que compartir el juicio histórico de condena absoluta al fascismo. Esto ha dejado de estar en vigor, lo que comporta que la valoración histórica de Mussolini debe ser reformulada, rehecha, renovada, y también la cultura democrática antifascista. Los demócratas antifascistas, como yo, tienen que tomarse el trabajo de explicar, de contar lo que pasó sin filtros ideológicos, sin posiciones políticas preconcebidas. Hace diez años no era concebible escribir una novela sobre Mussolini, porque era tabú. Hoy, cuando les dices a los estudiantes o a los ultraderechistas que el fascismo es el mal del siglo XX te responden ¿por qué? , explícamelo. Es lo que he hecho.

-¿Por qué eligió el punto de vista de los fascistas para contar la historia?

-Porque desde el final de la II Guerra Mundial, el totalitarismo, el fascismo, el nazismo, siempre se han contado desde el punto de vista de las víctimas, era necesario y justo hacerlo así. Pero dejaba en la sombra la otra mitad, la parte oscura. ¿Quiénes eran los fascistas, los nazis, los franquistas? ¿Por qué actuaron así?, ¿Qué visión tenían del mundo? Hoy es necesario contar el fascismo desde el punto de vista de los fascistas, con la esperanza y la convicción de que si lo cuentas sin velos ideológicos, al final de la lectura llegará la condena, y de forma más sincera, pura y sentida.

-¿Le inquieta que el libro haya sido bien acogido también por los populistas e incluso los neofascistas?

-Un poco sí, no lo escondo. Durante meses, en algunas librerías de ultraderecha en Roma, ponían solo un libro en el escaparate, el mío. Yo, por primera vez, he intentado contar a Mussolini y a los fascistas a través de una novela sin prejuicios ideológicos, como deben hacer el arte y la literatura. He mostrado a Mussolini no como un monstruo o una caricatura, sino como un hombre, un político de gran talento e intuición, un periodista que revolucionó la forma de escribir con un lenguaje directo, simple y brutal, que luego trasladó a la política, una suma de todos los vicios que hacen que un político tenga éxito. Para un lector demócrata, Mussolini al final aparece como la encarnación del mal. Pero hay un porcentaje pequeño que se reconoce en este Mussolini porque ya eran fascistas. Cuando dice «a las mujeres les gusta que las domines» a los progresistas les repugna, pero a los fascistas les encanta.

-Mussolini fue socialista pero se hizo fascista. ¿Cuál era su ideología?

-No tenía ideología, decía que el programa era papel mojado. Se guiaba solo por el pragmatismo, por el oportunismo, estaba dispuesto a cualquier cambio radical o traición, no tenía ideas ni estrategias a largo plazo. Era una vasija vacía que se llenaba de los humores más bajos de la gente del pueblo. No guía a las masas, sino que va detrás, olisquea como un animal esos humores negros y los secunda. En esto, los líderes populistas de hoy son hijos de Mussolini, no porque sean fascistas.

-¿Cómo era su relación con las mujeres?

-El mito de Mussolini se centra en la figura del macho seductor, en su supuesta potencia sexual. Eso hizo crecer su leyenda. No oculta a sus amantes, pero a la vez aparece como padre de familia. En eso era parecido a Berlusconi. Concebía la relación con la mujer en términos de conquista militar, de agresión y sumisión, como una manifestación de virilidad. Hay una frase de Mussolini que dice que «ninguna mujer podrá sentirse satisfecha en la intimidad conmigo, porque después de pocos segundos de gozarla cojo el sombrero y me voy».

-¿Hay una amenaza de vuelta del fascismo en forma de populismo?

-Sí, exactamente. Es un error esperar el retorno del fascismo en su forma histórica: la camisa negra, la porra, la violencia. Eso nos impide ver que el fascismo ya ha vuelto en su componente populista. Ya está aquí, los líderes populistas ocupan el poder. Los nuevos Mussolini no son fascistas, son populistas. Mussolini fue el arquetipo, el inventor de la tipología del líder populista, que comprendió que el miedo es un sentimiento político más poderoso que la esperanza. Salvini, por ejemplo, es un líder populista, en eso se parece a Mussolini, no en que sea fascista, porque no lo es.

-Al principio, Mussolini fue menospreciado. ¿Está pasando algo parecido con líderes como Donald Trump?

-Sí, cada vez que nosotros, personas cultas, liberales, de izquierdas, menospreciamos a Trump o a Boris Johnson como payasos o los ridiculizamos por su aspecto o sus gestos somos idiotas. Mientras lo hacemos, la gente los vota y ganan elecciones. Para ellos, los imbéciles somos nosotros.