Una botella lanzada al mar del futuro inexplorado

FUGAS

Paco Campos

Héctor Abad Faciolince publica unos diarios que consignan esa lucha que es vivir y esa otra en la que consiste convertirse en escritor

13 abr 2020 . Actualizado a las 17:51 h.

Para titular el tomo que recoge sus diarios entre 1985 y el 2006, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince (Medellín, 1958) ha recurrido a su admirado Quevedo: Lo que fue presente sintetiza a la perfección esa mirada a un pasado que una vez fue un intento de atrapar lo actual, quizá pensando en el futuro. Los otros versos del genio barroco también podrían describir la esencia de este volumen: «Deidad mi voz que atrevida / vuelve al ya muerto a la vida / Y hace lo que fue presente».

 Ese «muerto» no es otro que aquel que fue el escritor en años pasados, consciente ya entonces de los cambios que traen la edad y el tiempo: «Mi mayor interés es que mi futuro yo me recuerde, se recuerde, como fue, y aprenda de sus mecanismos mentales, que quizá se repitan, o que aquí funcionen como una caricatura del que seré», anotó el 1 de diciembre de 1993. Una entrada en la que añade: «En el recuento soy franco», confirmando ese atrevimiento del que hacía gala Quevedo, y que en el caso de Abad es piedra angular de Lo que fue presente.

La honestidad preside los diarios, doblemente: primero en el momento de su redacción y, ahora, que ha llegado su publicación, en el sentido de «público» que además tiene el término. El retrato que ofrecen es complejo, porque capta una vida en toda su amplitud, aunque es cierto, como en alguna ocasión admite el propio autor, que uno no cultiva un diario para consignar sus alegrías, sino principalmente como consuelo y desahogo. Además de lanzar una botella a ese mar inexplorado que es el futuro, la escritura también actúa como bálsamo: «Soy capaz de curarme escribiendo una novela, o descargando en páginas sin sentido (la alcantarilla del diario) toda mi angustia. Solo esto me devuelve cierta calma. Escribir es el deshielo de mis obsesiones, la salvación de mi locura convertida en palabras» (24 de enero de 1995).

SIN ESCONDERSE

Esa honestidad hace inevitable relacionar Lo que fue presente con otros intentos logrados de escritura memorialística: el caso más a mano es el Autorretrato sin retoques de Jesús Pardo, aunque, en su caso, el texto regresa al pasado desde el momento de su redacción. Tanto Pardo como Abad no se esconden, se presentan con sus flaquezas, miserias y, en efecto, angustias. La vida sentimental del autor colombiano es ineludible en sus diarios. Enamoramientos, matrimonio, amantes, las zozobras del adulterio, inseguridades y celos, las deslealtades con los amigos... Todo ello está capturado con una viveza rica en matices que lleva al lector a mirarlo desde la perspectiva de la cita de Orhan Pamuk con la que se abre el volumen: «Yo te daré honestidad, tú muéstrame compasión». A pesar que en ocasiones también aportan su grado de inestabilidad, la llegada de los hijos, Daniela y Simón, son como una luz que permite a Héctor Abad despejar las sombras en los trances más amargos de la vida.

Es posible que esa compasión que el escritor pide por cita interpuesta provenga de la percepción de que las complicaciones que acarrean el amor y el sexo sean manifestaciones de una muy necesaria vitalidad como antídoto a una muerte omnipresente. La de mayor impacto es la de su padre, el médico Héctor Abad Gómez, asesinado por paramilitares en 1987, un 25 de agosto que en años sucesivos asume un papel de recuerdo subrayado sutilmente por un cambio de color a rojo (como otras frases y fechas en los diarios). Un crimen que empuja al hijo al exilio italiano y español, que vive con mujer e hijos, antes de iniciar una serie de regresos intermitentes que al final se convierten en definitivo. Pero al día siguiente del primero, recién instalado de nuevo en Colombia, le roban el coche a punta de pistola y, cuando se saca la cartera del bolsillo para entregarla también, casi lo acribillan pensando que tenía un arma.

RETRATO DE UN AUTOR

Pero, sobre todo, la lectura que ofrece Lo que fue presente es la persistencia de un escritor por convertirse en eso, en escritor con todas las de la ley, frente a incontables adversidades: una sociedad violenta, las penurias económicas del exilio, el equilibrio entre la vida interior y la familiar y pública, el sacrificio del tiempo dedicado a construir una obra literaria a cambio de los ingresos imprescindibles que conllevan la traducción y el periodismo, las inseguridades sobre los temas tratados y las palabras escogidas. Quienes hayan leído El olvido que seremos, el retrato magistral del padre y su familia, se emocionarán al encontrar, el 25 de agosto de 1997, que Héctor Abad ha hallado una forma de contar: «Hoy hace once años mataron a mi papá. Tengo el proyecto de escribir algo sobre 'el día que lo mataron'». Los diarios culminan nueve años después, con la aceptación del libro y un escritor que, al fin, ha logrado la plenitud.

«LO QUE FUE PRESENTE»

HÉCTOR ABAD FACIOLINCE

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