La vida que existe detrás del brillo de dos estrellas del rock

FUGAS

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Richard Lloyd (Television) y Liz Phair publican en español sendos libros confesionales que escarban en la trastienda de la música. Y sacan oro

26 jul 2020 . Actualizado a las 21:54 h.

Comenta Richard Lloyd en Material Inflamable que a mediados de los setenta Television se disponía a dar un concierto en el CBGB de Nueva York. Iban con los Ramones. Sin embargo, Johnny Ramone decidió ir a Florida a ver a sus padres. Llamaron a otra banda de la ciudad, Talking Heads, y continuaron adelante. Lo dice con ligereza, sin darle el peso que luego tendrían esos nombres. Es la misma liviandad con la que explica que vieron en el público a Lou Reed. Les chivaron que llevaba una grabadora. Podía estar copiando ideas. Fueron a hablar con él para confiscarle el aparato. Todo por no citar a David Bowie. También andaba por ahí. Se ofreció a producir su disco de debut y lo rechazaron. Sí, Marquee Moon aún era una idea y la historia del rock se estaba desplegando con esa aparente intrascendencia en un pequeño garito del Bowery.

Leyendo cosas así el melómano no puede sino emocionarse. Lloyd tiene un estilo directo, simpático y contagioso. Y ha estado ahí, en uno de los momentos dorados de la historia del rock. Chocaba contra el ego de su compañero Tom Verlaine y manejaba como podía su alcoholismo para poder cumplir en los dos pases que hacía su banda en el citado club. Cuenta cómo se grabó Marquee Moon a trompicones con el productor Andy Jones. Igual podía ofrecer una extraordinaria solución sonora para las guitarras de la banda como no aparecer a trabajar porque dos prostitutas lo dejaron esposado a una cama tras desvalijarlo. Pero, además, relata su vida más allá del grupo. Pasos por psiquiátricos. Periplos de chapero en la misma esquina en la que se prostituía Dee Dee Ramone (la del tema de los Ramones 53rd & 3rd). Piques con Keith Moon en fiestas de celebridades en las que se colaba. Recelos ante Patti Smith que, según él, lo menospreciaba. O un amor platónico con Anita Pallenberg cuando ella vivía con Keith Richards. Difícil dejar la lectura una vez que se hace la inmersión.

Oscuridad en relatos sueltos

Liz Phair también salta al mercado en castellano de la mano de Contra con Historias de terror, un volumen autobiográfico pero que no es una autobiografía, sino más bien un puñado de momentos de la vida de la artista convertidos en pequeños relatos. Para el público español Phair es una cantante indie que tuvo su momento de gloria en la prensa especializada con Exile in Guyville (1993), un disco totémico en el rock feminista con una visión del sexo descarnado y explícito, inédita hasta el momento. Sin embargo, en Estados Unidos se trata de una artista mucho más conocida, de las que acuden a los late night show. Además, en los últimos tiempos, un reivindicado icono de las nuevas generaciones feministas alumbradas bajo el fenómeno #metoo.

En el libro aparece todo ello. Poniendo la mirada en el lado más sombrío, habla de la fama y cómo cambia todo cuando aparece. También reflexiona sobre las denuncias de acoso hechas por varias mujeres hacia un productor con el que trabajó y los sentimientos contradictorios que le generaba toda la polémica. En ese sentido, viaja por todo un viacrucis de violencia sexual que padeció en trabajos, universidad y su propia profesión de artista. Una yuxtaposición terrible. Pero si hay algo que engancha, es su punto de ajuste de cuentas personal con ella misma, exponiendo los momentos en los que no fue lo que debería ser. Traicionó a unos. Jugó con otros. Se engañó a sí misma. Lo cuenta sin paños calientes. Relata cómo mantuvo una infidelidad por la simple excitación que le generaba el chispazo del deseo, destrozando su matrimonio. Y cómo después, sola y desorientada, flirteó durante meses con el empleado de un súper para sentirse mejor, aunque no quisiera nada. En todos ellos, tras la tragedia final, hay una especie de desahogo y aceptación.

De música se habla poco. De la vida y lo retorcida que puede llegar a ser, mucho y con brillantez. Muy recomendable.