Isabel Allende hace en «Mujeres del alma mía» un canto a la libertad de amar a cualquier edad
25 ene 2021 . Actualizado a las 11:55 h.«Creo que mi rebeldía contra la autoridad masculina se originó en la situación de Panchita, mi madre, a quien su marido abandonó en el Perú con dos niños en pañales y un recién nacido en los brazos». Las mujeres que marcaron la vida de Isabel Allende (Lima, 1942) son las protagonistas del último libro de la autora latinoamericana, la escritora en español más leída y la primera autora que leyeron muchas lectoras en su adolescencia, cuando la conocimos con La casa de los espíritus. En Mujeres del alma mía, sus personajes son o fueron de carne y hueso. Están esos espíritus que siempre la rodean, su madre, Panchita, y su hija, Paula, fallecida a los 29 años, o la agente literaria que la convirtió en escritora, Carmen Balcells. Pero Allende, que redactó estas páginas como una vía de escape durante el confinamiento, es a sus 78 años una mujer del presente. «Este es mi tiempo», repite. Habla del MeToo, de las Lastesis, el colectivo feminista surgido en Chile, de las protestas que reclamaron justicia social en su país en el 2019 o de la pandemia, porque «basta una crisis para que la mujer sea la primera que pierde».
Un viaje personal
Mujeres del alma mía es un ensayo personal, un diario de su llegada al feminismo y el manifiesto sincero y vitalista de quien cree que «cada generación aporta, avanza» hasta llegar al objetivo final, el fin del patriarcado: «No se trata de replicar el desastre, sino de remediarlo». Margaret Atwood, Violeta Parra, Michelle Bachelet o la activista Olga Murray son otras de las figuras que aborda en un texto donde no olvida a las más vulnerables, las que a la discriminación de género suman la pobreza, y que conoce a través de su fundación.
Como el océano, dice, el feminismo no se calla. Ella tampoco. Para alguien que se enamoró y casó por tercera vez a los 76 años, este es un canto a la libertad, de amar, pensar o hacer a cualquier edad. Un viaje desde su infancia a su vida actual, cerca de San Francisco. Una lectura envolvente como una novela, divertida y comprometida, donde cada idea busca la complicidad femenina. «No es lo que tenemos entre las piernas, sino entre las orejas. Es una postura filosófica», escribe. Una de las mejores definiciones del feminismo.