Elizabeth Strout, premio Pulitzer: «He visto a gente de 70 años enamorarse y es maravilloso»

FUGAS

Leonardo Cendamo

La  autora que nos conquistó con «Olive Kitteridge» y «Me llamo Lucy Barton» vuelve a su personaje más auténtico en una novela emocionante que se pregunta qué sabemos realmente de nuestra vida

16 abr 2021 . Actualizado a las 17:18 h.

Vuelve con su personaje más genuino y querido. Una mujer tan irreverente como sincera y única, Olive Kitteridge. Pero ella ya no es la misma. Han pasado los años y ha crecido, hace tiempo que pasó de los 70. Luz de febrero (Duomo Ediciones, 2021) es el regreso de la escritora que descubrimos con Me llamo Lucy Barton, Elizabeth Strout (Portland, 1956), a su microcosmos inventado de Crosby, con el que ganó el Premio Pulitzer de ficción y cuya adaptación televisiva, protagonizada por Frances McDormand y producida por HBO, se hizo con seis Emmy. Una segunda parte con personalidad propia donde la presencia de Olive Kitteridge y de la costa de Maine planean sobre una trama coral cuyos protagonistas parecen gritar lo mismo: «Mira, mira la luz de febrero».

­-¿Por qué regresar a Crosby, Maine?

-Regresé a Crosby para este libro porque es donde vive Olive. Ella nunca viviría en otro lugar, esta es su casa. Pero disfruté regresando, es un lugar familiar para mí, lo inventé y se ha acomodado en mi mente.

«No existen las personas aburridas. Realmente, todos somos extraordinarios. Nada me ha fascinado nunca más que la gente»

­-Parece que en Crosby todos los habitantes tienen algún secreto, una vida interesante, oculta. ¿Es un pueblo excepcional, aunque ficticio, o no somos tan aburridos como pensamos?

-He llegado a la conclusión de que no existe tal cosa: las personas aburridas. Todos tenemos varias capas y son complejas. Creo que ni somos conscientes de todas ellas, pero están ahí. La persona puede pensar que está viviendo una vida aburrida, pero creo que ellos no son aburridos, es la percepción de su vida lo que podría serlo. Realmente, todos somos extraordinarios de alguna manera. La gente me fascina por eso mismo. Nada me ha fascinado nunca más que la gente.

­-Este es un libro sobre el paso del tiempo. ¿Le preocupa?

-El paso del tiempo me aturde. Siempre lo hizo, pero más ahora, con la pandemia y por el hecho de haber cumplido 65 años. Es increíble lo rápido que pasan los días. ¡Uy! No hay nada que hacer al respecto, sino intentar salir adelante lo mejor que podamos. Creo que aceptar que el tiempo pasa es lo más importante de todo. Yo trato de aceptarlo. Cuando mi padre se estaba muriendo, dijo: «Ahora viviré solo en los recuerdos de las personas que me conocieron». Pienso en él todos los días y murió hace 20 años. Tenemos efectos profundos en las personas, incluso cuando no lo sabemos. Mi padre era parasitólogo y su trabajo todavía se está enseñando en muchas partes del mundo a alumnos que nunca conoció.

«Debería ser liberador pensar que cuando una persona muere, todos los que la conocen van solo veinte minutos por detrás»

La escritora estadounidense Elizabeth Strout durante una visita promocional de «Me llamo Lucy Barton» en Madrid, en el 2016
La escritora estadounidense Elizabeth Strout durante una visita promocional de «Me llamo Lucy Barton» en Madrid, en el 2016 BENITO ORDOÑEZ

-En un pasaje, Olive le dice a Cindy, una vecina angustiada por el avance de su cáncer, lo siguiente: «Si tienes que morirte, si te mueres, la verdad es... que los demás solo vamos unos pasos por detrás de ti. Veinte minutos detrás de ti, esa es la verdad». ¿Es liberador o desalentador ser conscientes de esto?

-Creo que debería ser liberador pensar que cuando una persona muere, todos los que la conocen van solo veinte minutos por detrás. Todos moriremos. Simplemente, no creemos que lo hagamos. Pero lo haremos. Creo que este comentario consoló a Cindy porque tenía la sensación de que no estaría tan sola enfrentándose la muerte.

­-¿Aterra más la muerte o la soledad?

-No sé si tenemos más miedo de morir solos o simplemente de morir. Me parece que ambas cosas no van separadas; incluso si tenemos familia a nuestro alrededor, cuando muramos, lo haremos solos. Pero, seguramente, será mejor tener cerca a los seres queridos, si eso es posible.

-Es poco frecuente leer novelas, ya no digamos ver películas o series, protagonizadas por una mujer que pasa de los 70.

-¿Sabes? Creo que las personas de 80 años son tan fascinantes, si no más, que los más jóvenes. Como Olive le dice a la poeta en un capítulo: «Cuando envejeces, te vuelves invisible». Pienso que tiene razón en eso. Y, sin embargo, todas las personas mayores tienen muchas cosas en su interior. Como cualquiera, quieren seguridad, amor, compañerismo. Hay como un mito en la cultura occidental, o al menos en los Estados Unidos: que después de cierto momento en la vida, uno se detiene y espera a morir. Y esto no es cierto. Siguen creciendo, como lo ha hecho Olive. Me da gusto abrir estas puertas para que la gente pueda ver que las personas mayores siguen siendo personas.

«Frances McDormand hizo un trabajo maravilloso al interpretar a Olive, pero no pensé en ella cuando escribí este libro»

-Ella se enamora, y se vuelve a casar, cuando supera los 70 años y descubre a una amiga después de los 80.

-Es absolutamente posible enamorarse a los 70, y también tener una buena amiga, como Olive con Isabelle. Solo porque son mayores no dejan de tener deseos y necesidades profundas de amistad y compañerismo. He visto a gente de 70 años enamorarse y es algo maravilloso.

-Cuando piensa en Olive, ¿ve a Frances McDormand?

-Frances McDormand hizo un trabajo maravilloso al interpretar a Olive, pero no pensé en ella cuando escribí este libro. Regresé a la Olive que siempre había estado en mi cabeza, seguí viendo a esa profesora de matemáticas que había inventado originalmente.

—¿Conoceremos a la Olive Kitteridge de 90 años?

—No creo que haya otro libro protagonizado por Olive. Me temo que he terminado con ella, ¡pero también pensé eso después del primer libro de Olive! Tengo que tener cuidado con lo que digo. Eso sí, puede hacer un cameo, ¿quién sabe?

—¿Ha aprovechado la pandemia, y las restricciones sociales, para pensar nuevas historias?

—La pandemia me ha llevado a un nuevo trabajo, sí. Fue algo fascinante. Escribí una historia sobre un policía que es partidario de Trump y lo convertí en un hombre bueno y decente. Esto fue realmente interesante para mí, ir en contra de mí misma y de mis sentimientos. Habitar en alguien que no me es familiar.

Sobre el Pulitzer y Philip Roth

­—¿Qué motiva a seguir escribiendo cuando ya se ha tenido el favor del público y de la crítica, cuando ya se ha ganado nada menos que un Pulitzer?

—Lo que me motiva a seguir escribiendo es que siempre hay algún personaje que me llama la atención, y algo que quiero decir sobre ese personaje. Si no fuera el caso, pararía de escribir. Pero parece que cuando termino un libro, otro comienza a acercarse sigilosamente a mí, el personaje y la historia. Entonces, tengo que escribir. Me encanta escribir. Me encanta cuando tengo algo decir. Cuando no tengo nada que decir, no escribo.

—¿Se pregunta más a las escritoras sobre la relación entre las historias que crean y su vida personal, como un desahogo? Como si la imaginación fuera cosa de ellos...

—Sinceramente, no sé si eso es cierto. No hice ningún seguimiento de lo que se les pregunta a las escritoras opuesto a lo que se les pregunta a los escritores masculinos. No me sorprendería si fuera cierto, pero no hay nada que hacer al respecto, excepto seguir escribiendo lo mejor que pueda. Ojalá los tiempos continúen cambiando respecto a todo eso.

«Nunca he pensado que un escritor tenga que ser una buena persona, ni creo que un escritor deba escribir sobre la buena gente»

—¿Alguna vez dejó de leer a un autor cuando conoció digamos su lado oscuro? En su país, la última biografía de Philip Roth (autor de «La mancha humana») está levantando muchas ampollas.

—Esta es una pregunta muy interesante. Es un problema con las biografías literarias para algunos lectores, que después de leer una biografía no les gusta la persona cuyo trabajo alguna vez disfrutaron. Nunca he pensado que un escritor tenga que ser una buena persona, ni creo que un escritor deba escribir sobre la buena gente. Recientemente, leí un par de biografías de Tolstói, cuyo trabajo me encanta. Era un hombre muy complicado, a veces, indignante. Pero no se lo tuve en cuenta. Creo que el trabajo de Roth ha sido excelente en ocasiones en su carrera. Lo que fue como persona puede ser interesante, o no. No sé si me entiende.

—Sí, tenemos que saber separar. Pero, creo que hay algo que comparte con Olive: su fascinación por la luz de febrero.

—Febrero no es un mes popular en Maine, me di cuenta hace muchos años, cuando era bastante joven y vivía allí. Noté cómo la luz comenzaba a cambiar y que en febrero tiene una gran belleza hacia el final del día. Maine está tan al norte que la luz se inclina a través de un cierto ángulo a medida que los días comienzan a aclararse. Esa luz en febrero es algo asombroso... ¡si la gente lo notara!