Agustín Cerezales, hijo de Carmen Laforet: «La espantada de mi madre fue quizá una forma de no doblegarse»
FUGAS
Carmen Laforet alcanzó la fama y huyó de ella después de «Nada». En su centenario, su hijo reúne sus escritos en un libro con fotos inéditas «que no defraudará»
02 oct 2021 . Actualizado a las 11:07 h.El título con el que una joven escritora se hizo con el primer Premio Nadal en 1944 regresa a la lista de los libros más vendidos en sus diferentes ediciones. Una bonita noticia para celebrar el centenario de Carmen Laforet (1921-2004). «La novela sigue viva. La poesía auténtica de su escritura no mengua con el tiempo ni desaparece; al contrario», cuenta su hijo, el escritor Agustín Cerezales. En un acto de rescate y justicia ha recopilado en Carmen Laforet. Vista por sí misma (Destino) fotos, cartas, artículos y extractos de sus textos con aportaciones propias que construyen un pasaje directo al mundo de la autora.
-¿Cómo explica la magia de «Nada»?
-Es como un trozo de vida, eso son los clásicos, y es un clásico. El tiempo lo ha certificado. Su importancia se ve ahora que sigue leyéndose y produciendo emociones en los lectores. Va más allá de la circunstancia histórica en la que apareció, que fue un efecto colateral de la literatura.
-Que también lo marcó. Después de Laforet, se presentaron y ganaron el Nadal Carmen Martín Gaite o Ana María Matute. Para muchas, su madre fue un referente.
-Supuso una aldabonazo en la conciencia literaria. Abrió puertas a toda una generación de escritoras que vieron que era posible que una mujer fuera respetada y considerada por su valor literario.
-Se asoció a la imagen de autora de un único libro cuando publicó otras cuatro novelas (la quinta no la llegó a revisar para editar) y más de 400 artículos.
-La fama de Nada ha oscurecido el resto de su obra, que es fantástica. Los artículos son una maravilla. Siguen siendo muy vigentes en lo esencial y su lenguaje no pierde frescura. Con el resto de sus novelas forman un conjunto coherente. Necesitábamos darle más perspectiva a su obra y que la gente conozca el resto. Después de Nada tardó tiempo en publicar, se retiró unos años que coinciden con su matrimonio, tuvo tres niñas muy seguidas. Esto hizo que cristalizara la imagen de novelista de una novela. Era también un arma de la misoginia de la época, una mujer no puede crear ficción. Todo se quedaba en una autobiografía y ya está.
-¿Fue una pionera?
-Creo que sí. Pensaba con toda la libertad y hacía lo que quería. Era avanzada sin pretenderlo, pero no sin darse cuenta. Vivía en una sociedad en la que imperaban los prejuicios. Era su reacción espontánea ante los absurdos que observaba, ante las imposiciones. Después de Nada decía que no quería ser escritora. Le incomodó el éxito. Hubo presiones, envidias, pero no era una persona que se dejara achantar. Quizás esa espantada fue una forma de no doblegarse, de no seguir las pautas.
-¿Por qué esta obsesión con entenderla?
-No deja de ser una persona misteriosa en el sentido de que es única, una escritora importante en nuestra literatura. También querríamos entender cómo era Cervantes, porque nos afecta. A los escritores los entiendo dentro de mí mismo. Uno se enamora un poco. Ese es el motivo de que queramos entenderlos.
-¿Quién fue para usted Laforet?
-Para mí fue y es una madre. Una persona alegre, con humor, amor y mucha riqueza de puntos de vista. Amaba su soledad, pero no era tímida ni misteriosa, sino discreta. Con el tiempo, conocí mejor su obra y cada vez la admiro más como escritora. Va ganando puntos.
-¿Qué quiso decir cuando se definió a sí misma como «un mundo de novelista»?
-Olvidad mi vida porque lo que importa es mi novela. ¿Quién es Carmen Laforet? A quién importa. Lo que importa de Laforet es el mundo de novelista.