«Atlántico», el legado de un artista libre

FUGAS

Xoel López admite que «Atlántico» fue, al principio, ninguneado por los fieles de Deluxe.
Xoel López admite que «Atlántico» fue, al principio, ninguneado por los fieles de Deluxe. CHEMA RÍOS

Hablamos con Xoel López del álbum que revolucionó el pop español hace diez años, y sobre el que ha escrito un libro el periodista Javier Becerra. «Sabía con lo que venía, que no se iba a entender a la primera. Y me tocó explicar durante mucho tiempo el cambio de nombre, el cambio de sonido... Hubo momentos complicados, no te voy a mentir», revela a Fugas el músico.

17 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«¡Esto parece Juan Luis Guerra!». Con esta indignada exclamación escuchada en la playa de Riazor en la presentación del disco de Xoel López Atlántico, comienza el periodista Javier Becerra un libro en el que ahonda en el proceso de gestación de este álbum que supuso un rotundo punto de inflexión en la carrera del músico coruñés y, visto con la perspectiva que da el tiempo, en el pop español. El libro —titulado Atlántico. El disco de la libertad de Xoel López y lujosamente editado por Hércules de Ediciones— viene a hacer justicia con un álbum que en su momento no solo no fue entendido, sino que llegó a ser ninguneado por la inmensa mayoría de los fieles que habían llevado a Deluxe a lo más alto del panorama nacional. A través de las voces de los protagonistas, recorre el periplo vital que llevó a Xoel al otro lado del océano en busca de nuevas sonoridades y del que puede decirse que volvió con una nueva identidad. O quizá, simplemente, le ayudó a despojarse de máscaras para mostrar la que era su verdadera cara. «Creo que merecía una segunda oportunidad. Tengo claro que si de algún disco mío se podía hacer un libro ese es Atlántico», explica Xoel López, que celebra el momento de salida del libro: «Se entenderá todo mejor ahora, diez años después».

Pongámonos en situación. En el año 2008 estalla una crisis económica que se lleva todo por delante. Xoel lanza Reconstrucción, su último disco como Deluxe, y al terminar la correspondiente gira, en un momento en el que estaba en lo más alto de la cadena del panorama musical español, anuncia que hasta aquí llegó la cosa. Que se acabó Deluxe. Y que se va a América, con una mano delante y otra detrás, como quien dice, a cambiar de aires, a ver lo que pasa. «No se me fue la cabeza, era plenamente consciente de lo que hacía. Aunque sí que entiendo que la decisión resultase un tanto radical. Deluxe estaba en su mejor momento y podía parecer un suicidio desde una perspectiva empresarial. Pero aposté por el artista, por la música, por lo que sentía como autor. Tenía ganas de empaparme de otros mundos», cuenta el músico. Y vaya si se empapó. Lo que se planteaba como una temporada en Argentina se transformó en un viaje que le tuvo años recorriendo América de extremo a extremo. Un viaje iniciático en busca de algo que todavía no había identificado del todo: «Iba a ver qué pasaba, pero era el contexto ideal para que hubiese un cambio. Deluxe había terminado. Fue empezar de nuevo, con nombre nuevo, en un país, Argentina, donde apenas me conocían y donde nadie iba a pedirme que tocase tal o cual canción de Deluxe. Necesitaba esa libertad».

 

Lola G. Garrido

El libro de Javier Becerra —surgido principalmente de interminables conversaciones entre el autor y el músico en días en que las mascarillas eran parte del outfit oficial— desgrana cada canción del disco capítulo a capítulo mientras cuenta minuciosamente este desembarco de Xoel en América, esa especie de camino de baldosas amarillas en el que fue recogiendo a músicos de distintos países y tendencias: «Todo eso enriqueció el disco. No solo la música que iba escuchando, sino los músicos con los que tocaba, porque allá donde iba montaba una banda con músicos locales», cuenta Xoel.

Arrancó ahí una vida de músico nómada, una locura que terminó derivando en un sueño todavía mayor llamado la Caravana Americana. Una suerte de banda itinerante conformada por músicos de lo más diverso: «Había un grado muy alto de fantasía. No fue exactamente una locura, está más relacionado con la creatividad. Lo entendí como una obra en sí misma. Mezclar a un tipo que hacía bachata en Santo Domingo con uno que hacía rock en Uruguay y otro que venía del folk en Brasil... Para mí, eso tenía todo el sentido del mundo. Fue algo muy personal. Mientras otros se compraron un coche o dieron la entrada para una casa, yo hice la Caravana Americana: mi sueño cumplido. Pero era un ideal, no una forma de vida viable. A no ser que seas millonario», reconoce Xoel. Esos días de aventura panmusical quedaron registrados por una cámara con la idea de hacer un documental que, sin embargo, hasta la fecha no ha visto la luz: «Hicimos un par de ediciones con las imágenes, pero no convencieron, y me metí a trabajar en mis discos y ya no tuve tiempo. Mi intención es que salga de alguna manera, porque merece la pena».

En busca de un nuevo sonido

Mientras, Xoel iba dando forma en su cabeza a lo que sería su música a partir de ese momento: «Muchas veces no sabía dónde estaba. La sensación era que, si no estaba detrás de algo nuevo, sí que era al menos algo muy personal. Con el viaje llegué a la conclusión de que todo lo anterior ya no me valía». Y el fruto de esa búsqueda terminó siendo Atlántico. Pero la gestación, como bien se explica en el libro, no fue fácil: «Hubo mucha frustración en el proceso creativo. Tenía un ritmo, pero le metía batería y no funcionaba, metía una eléctrica y tampoco, pero si me iba a instrumentos de música tradicional cubana me parecía demasiado un ejercicio de estilo... Encontrar el punto medio fue muy jodido, pero muy bonito. Esa búsqueda, saber que tienes algo pero no encontrar el camino para llegar, fue un proceso que viví con Juan de Dios Martín —productor del disco— en el que, cuando creíamos que lo teníamos, lo escuchábamos al día siguiente y volvíamos atrás».

El ánimo rupturista con el que se elabora el disco va más allá de la música. La propia portada —con Xoel luciendo a pecho descubierto una demoníaca máscara venezolana— parecía cualquier cosa menos un disco de Deluxe: «Fue la última vez que salí en la portada de un disco y la primera en la que no se me veía la cara. Hay una simbología clara ahí. Si hubiese salido el disco ahora igual le hacían uno de esos análisis sesudos que le han hecho a Rosalía. Esa máscara, ese diablo, representa la picaresca del momento, la gamberrada que era este disco en el que estaba haciendo cosas que se suponía que no se podían hacer. Pero, por otro lado, estoy desnudo, porque es un disco en el que me mostraba como era en ese momento, un disco muy de cantautor. La portada fue también un ejercicio de libertad», relata Xoel. Y mención aparte merece el título. ¿No temía la irremediable referencia al Mediterráneo de Serrat? «Era inevitable, pero quería reivindicar el Atlántico en un país en el que el Mediterráneo tiene ya mucha marca. Quería destacarlo como gallego, con esa conexión que tenemos con América por la emigración. El título tenía que ser ese, no podía cambiarlo, aunque en su momento me pareció incluso muy obvio. Tenía que existir un disco titulado Atlántico».

La compleja vuelta a casa

Quedaba la presentación en público del disco y del propio Xoel, transformado en esa odisea americana. Un retorno a Ítaca en el que la reacción del respetable no fue la mejor: «Sabía con lo que venía, que no se iba a entender a la primera. Y me tocó explicar durante mucho tiempo el cambio de nombre, el cambio de sonido... Hubo momentos complicados, no te voy a mentir. En Málaga, por ejemplo, actuando ante ochenta personas donde unos años antes había metido a ochocientas. Noté menos atención, parte del público me dio la espalda. Fue una cura de humildad. Y lo asumí. No podía pretender llegar con mi nueva movida y decirle a todo el mundo que ahora tocaba escuchar eso». Una frialdad, la del público de Deluxe, que contrastaba con el calor mostrado por la escena musical: «Notaba respeto y cariño por parte de los músicos y la prensa especializada. Como si aplaudiesen el haber dado un paso que a lo mejor otros no se atrevían a dar. Pero claro, ellos no estaban en los bolos con poca gente ni pasando el momento económico que pasé ahí», recuerda el músico.

El tiempo terminó por darle la razón a Xoel. Así lo atestigua Javier Becerra en las más de 200 páginas de su libro. Y es que Atlántico se ha convertido en un clásico contemporáneo reivindicado por propios y extraños, y aquella canción que sonaba a Juan Luis Guerra es demandada en cada concierto. Le ha terminado pasando como comprobó Xoel, en un taxi en Bogotá, que le ocurría a los Beatles, y ahora todos cantan el Hombre de ninguna parte.