El toque mágico de Martha Batalha

FUGAS

Entrevistamos a la autora brasileña, que presenta su nueva novela «Un castillo en Ipanema», una historia de familia llena de poesía, feminismo y humor

12 ago 2022 . Actualizado a las 09:19 h.

Solo el nombre de Ipanema ya nos hace soñar. Pero si lo unimos al de Martha Batalha, la nueva estrella de las letras latinoamericanas, nuestra imaginación da un salto para ir más allá del cliché de la garota y el sol ardiente. Batalha, a la que las editoriales han vendido como el cruce perfecto entre Elena Ferrante e Isabel Allende («es un honor ser comparada con ellas pero otros autores como Machado de Assis, Sanders o Zafón me han influido más») reivindica su propia voz y se resiste a ser encasillada como escritora para mujeres.

Su prosa destila ese toque García Márquez que transforma las cosas corrientes en sublimes y las más atroces en retablos surrealistas. «He leído Cien años de soledad cientos de veces. Todos los escritores de Latinoamérica tienen algo de Garcia Márquez, pero el realismo mágico hoy es imposible, hay mucho realismo en Brasil y poca magia, la realidad es muy dura». Porque hay mucho de poético en sus obras, pero también de política, de feminismo y de crítica social. Si disfrutaste con su primera novela La vida invisible de Eurídice Gusmão (llevada al cine por el director Karim Aïnouz y premiada en el festival de Cannes) esta segunda, Un castillo en Ipanema, («sí, hubo un castillo en Ipanema, es un símbolo de todas las construcciones de Brasil que se yerguen y se destruyen y ya nadie lo recuerda» ) que ahora se edita en castellano, te volverá a fascinar. Su prosa ligera, llena de humor y de personajes singulares te atrapará como un imán.

—Sus libros son historias protagonizadas por mujeres, pero contienen un mensaje universal.

—Creo que Eurídice, Guida, Estela son amalgamas de las mujeres con las que conviví desde niña y que me dieron la sensación de una sutil infelicidad relacionada con sueños no cumplidos. Estaban en mi familia, en el colegio de monjas donde yo estudié, en el barrio. Algunas parecían resignadas, otras amargadas. Me di cuenta de que había un potencial perdido en ellas. Hay tantas mujeres y personas así en el mundo. Muchos lectores me escriben para decir que se reconocen a sí mismos, o a su dinámica familiar, en mis personajes y tramas.

­—Brasil vive tiempos difíciles con Bolsonaro, ¿se puede transformar el mundo desde los libros?

—Creo que ningún escritor puede sentarse a escribir y pensar: «Hoy voy a escribir un libro que ayudará a cambiar la sociedad, o el país, o un libro que hablará de los problemas de la era Bolsonaro». Pero solo poniendo en movimiento un personaje en el Brasil de hoy, los problemas económicos y sociales comenzarán a aparecer. Todo ha empeorado en los últimos tiempos: educación, salud, cuidado del medio ambiente. Hoy más de 63 millones de brasileños viven por debajo del umbral de la pobreza. La inflación es la más alta desde 1988. Hay terribles incendios en la Amazonía. El hambre volvió. Tuvimos más de medio millón de muertes por la pandemia debido a la negligencia del Gobierno y no tuvimos la oportunidad de reflexionar sobre esta pérdida. Son tiempos difíciles, que nos marcarán en las próximas décadas. Al mismo tiempo, hay que tener esperanza. Brasil es un país democrático, con muchas voces y una cultura extremadamente rica. Hay más mujeres y personas de color, y de diferentes clases sociales, alzando la voz. Somos un país joven que todavía está tratando de entender y aprender. Me gusta mucho esta frase, del compositor brasileño Sérgio Ricardo: «Que todo desencanto sea resucitador».

.­—Entonces, ¿qué objetivo tiene en mente cuando se sienta a escribir?

—Ante todo, que el lector sienta placer al leer. Me gusta esta practicidad y sencillez del oficio: el lector paga para entretenerse, mi papel es entretenerlo. Lo ideal, también, es que se sienta transformado, o mejor, después de la experiencia de lectura. Que entre en el libro con un estado mental y se vaya con otro. El editor estadounidense Robert Gottlieb dijo que publicar es hacer público el entusiasmo de otra persona. Me gusta la definición, porque habla de algo intangible, habla de la vida de un libro. Trato de escribir con esa energía y sinceridad, trato de transmitir a otras personas mi entusiasmo por la vida, por lo que me interesa y me apasiona.

­—Prepara ya un nuevo libro.

—Lo tengo terminado, a punto para publicar. Es la historia de afecto entre un periodista y una ama de casa durante la pandemia, en Río de Janeiro.