Mi lista de deseos

Mercedes Corbillón LA CIUDAD Y LOS LIBROS

FUGAS

La librera Mercedes Corbillón.
La librera Mercedes Corbillón. XOAN A. SOLER

¿Será posible que se venda un solo libro en enero?, se pregunta Mercedes Corbillón, que va anotando las recomendaciones de sus clientes...

06 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Mi viejo coche responde, a pesar de los años y los kilómetros y los días sin moverse del garaje por culpa de los bonos de Renfe. «Cómo me gustas», le digo cuando arranca y siento ese runrún inconfundible y, no sé por qué, me acuerdo de David Trueba, que en Pontevedra se paró delante de un escaparate a mirar una máquina de coser. «Es que me gustan las cosas usadas y ahora que ya no está mi madre, arreglo mi ropa cuando se gasta», me dijo.

¿No es adorable?

Ojalá yo pueda mantenerme siempre fiel a este vehículo que fue de mi padre, retirarnos juntos un día de viento e invierno, un día lejano en el tiempo.

Hoy todavía somos un equipo y estamos en marcha, es víspera de Reyes, no llueve y a los lados de la autopista ya amarillean las mimosas. No sé a ti, pero a mí siempre me sorprende ese colorido instantáneo que solo hace unos días no estaba y que hace presagiar la primavera cuando apenas acabamos de decirle adiós al otoño.

En el maletero llevo libros de una librería a otra. Ejemplares de Obra maestra, que se agotaron después de salir en todas las listas como uno de los mejores del año, un variado de los clásicos ilustrados de Alma que muchas personas coleccionan, El mundo de Sofía en la versión cómic, y otros títulos que faltan allí y sobran allá. A las librerías, como a la vida, es difícil tomarles exactas las medidas.

Llegaré y poco después de soltar la caja estaré empaquetando libros como si no hubiera un mañana. A veces me entran esos nervios. ¿Será posible que se venda un solo libro en enero? Pero ya sé que sí, que la campaña es preciosa porque es precioso ver lo vivos que están los libros, aunque este frenesí solo dure unos días. Pongo un brilli-brilli y voy anotando las recomendaciones que me hacen los clientes, que son lectores y vendedores muy convincentes cuando algo les gusta. Lo que hay, de Sara Torres, Pequeñas desgracias sin importancia, de Miriam Towes, Abejas grises, de Andréi Kurkov...

A medida que pasan las horas mi lista de deseos aumenta. Haré yo misma la compra, solo un valiente, y no un rey mago, le regala libros a una librera.