Diario de una soledad

Mercedes Corbillón

FUGAS

«Miguel de Unamuno en la Flecha», retrato de 1934.
«Miguel de Unamuno en la Flecha», retrato de 1934. JOSÉ SUÁREZ

13 mar 2023 . Actualizado a las 21:56 h.

El café me quema la lengua y el churro está bueno y grasiento. Me gustan las cosas grasientas y los andenes dibujados con las sombras que deja el sol.

Un chico camina con el libro en la mano. Solo levanta la vista para buscar el número de vagón. Lo fotografío en un gesto rápido. No sé qué está leyendo, pero veo el color se sus ojos, azules como la mañana.

Voy a Pontevedra después de reservar mi plaza en el tren con tres días de antelación. En Cronopios me entero de que Ana García Obregón va a publicar un libro y que la editorial quiere que hagamos un gran pedido. Nosotras no sabemos qué pensar. ¿Venderá tanto su visión del duelo como la de Paz Padilla? Raras cuitas tiene a veces una librería.

Comentamos lo mucho que nos gusta nuestra elección para el club de lectura. Adriana dice que leyó la primera página del Diario de una soledad y empezó a llorar. Dice May Sarton que, después de vivir cualquier experiencia, por muy intensa o apasionada que sea, necesita estar a solas para que estas se vuelvan reales. De lo contrario, es como si no hubieran sucedido. Pienso en las veces que uno puede recrear un beso y si no es más importante la imagen que nos queda de él que el instante en que realmente sucedió. Ella no habla de besos, aunque sí de amor y de política y de creación y de existencia. La naturaleza como espejo de nuestra fugacidad, lo efímero de las flores como aviso de la brevedad de la vida.

Da igual lo viejos que seamos, siempre estamos esperando algo.

Como con mis padres. Me fijo en las orquídeas de mamá, que no tienen flores. Fuera, las acacias sacuden sus ramas como molinos empujados por el viento. A papá le han sacado el Sintrom. Ya no tiene el coágulo que le quedó después del infarto. Para celebrarlo, abrimos una botella de cava extremeño del Froiz y comemos caldo y chorizos cabaceiros. Se ha dejado bigote y ha estado leyendo La tía Tula. No le interesa mucho el tema religioso, pero me dice que las primeras páginas son una genialidad y que es así como debo escribir. Como no sé qué contestar, levanto la copa y brindo por Unamuno.