Clara Usón: «Yo creo que a los jóvenes les tiene que interesar más ETA que estudiar a los Reyes Católicos»

FUGAS

Ángel Manso

La escritora, que ha visitado Galicia para presentar su nuevo libro, retrata a través de sus fieras cómo los dogmas marcan el futuro de una generación en un país atravesado por el terror etarra

07 jun 2024 . Actualizado a las 12:19 h.

No es tarea fácil la de equilibrar hechos reales con ficción. Mucho menos si la realidad sobre la que se va tejiendo el relato son los terribles años de plomo de ETA. Pero Clara Usón (Barcelona, 1961) consigue bordarlo con Las fieras, una novela que explora uno de los momentos más cruciales de la historia española con la vida de Idoia López Riaño (terrorista sanguinaria a la que su fama de come hombres le hizo ganarse el título de la Tigresa) y de la familia de Miren, una joven incapaz de encontrar su lugar, presa de dos realidades totalmente contrapuestas, pero que a la vez discurren de la mano por caminos paralelos: un País Vasco atemorizado por la banda terrorista y una familia amedrentada por un padre fascista y violento. 

­—La dedicatoria del libro, «A los que dudan», ¿es de por sí toda una declaración de intenciones?

—Es que ese es el espíritu de la novela.

­—El libro está escrito desde una mirada que no juzga, ¿por eso decidió desarrollar la novela con los propios personajes desmintiéndose unos a otros?

—Lo que me llevó a abordar el personaje de Idoia López Riaño, a los GAL, y todo lo que pasó en aquella época es el dogma. Ese dogma que es como una fe religiosa, ese que provoca que aquellos que se adhieren se conviertan en fanáticos. Ese que les permite, con una certeza absoluta, situarse por encima del bien y del mal. El dogma dice que hay un fin supremo por el que hay que sacrificar todo lo demás, y si hace falta quitar vidas ajenas, pues todo sea por el fin supremo. Ese dogma es como un libro de certeza infranqueable. Y en este caso estamos hablando del nacionalismo extremo, pero hay otros dogmas.

­—Hay dos realidades aparentemente contrapuestas en el libro, una de parte de ETA y otra de los GAL, que van discurriendo por un camino muy paralelo.

—La idea es que sea un reflejo especular. Cuando hablamos de nacionalismo hay una parte más blanca que es la de amor a la tierra y a la patria y otra muy negativa, que viene representada por ese odio hacia el que se percibe como enemigo; porque casi todos los nacionalismos se construyen contra un enemigo al que se deshumaniza. También se llega a la conclusión, a esa paranoia que también forma parte del nacionalismo, de que o se destruye a ese enemigo, o él nos destruye a nosotros. Y en la novela tenemos dos nacionalismos. Por un lado, el nacionalismo vasco, supuestamente de izquierdas que encarna Idoia y luego está el nacionalismo neofranquista, que encarna Amadeo. Si tanto Idoia como Amadeo hubieran reflexionado un poco, si hubieran dudado… Idoia, que empezó a matar cuando tenía solo 19 años y a los 23 ya había matado a 23 personas, si ella se hubiera planteado: «¿Pero tengo yo derecho a quitar la vida a personas por la liberación de la patria vasca?». Al igual que Amadeo no se plantea si tiene derecho a hacer lo mismo como policía por el bien de la patria. Cuando surge la duda a todas estas cuestiones la realidad es que ya no puedes matar, ya no puedes hacerlo. Por eso dedico mi libro a los que dudan.

­—Esta historia llega en un momento muy significativo. Por un lado tenemos a una generación nueva que no ha vivido la época de ETA y que, en algunos casos, no sabe quién era Idoia López Riaño o Troitiño. Y al mismo tiempo, tenemos un Congreso de los Diputados en el que se habla de ETA muy a menudo.

—Estamos hablando de memoria muy reciente. Tanto las víctimas como los victimarios están vivos y todavía es una herida que no está cerrada. Hay que evitar que caiga en el olvido, porque el rescoldo queda ahí y en cualquier momento puede avivarse. Los jóvenes, en los institutos, a veces no llegan ni a estudiar la Guerra Civil, cuanto menos ETA. Y yo creo que les tiene que interesar más el pasado reciente que los Reyes Católicos. Nosotros tenemos que luchar contra ello, porque la memoria es la memoria de todos. En el caso del libro, se habla de lo que hizo ETA en nombre de ese dogma que les parece maravilloso sobre la liberación de la patria vasca y la conservación de su cultura. Pero es que esa idea es muy actual, esa de que cuando estemos solos y nos libremos del enemigo todo será maravilloso. Y esto es lo que está ahora triunfando. De ahí viene el brexit, el procés… Esa falacia de que todos los problemas vienen de otro lado, ese narcisismo colectivo. Pero es importante recordar bien nuestra historia para entender de dónde venimos, qué ha pasado y que no nos vuelvan a enredar otra vez con lo mismo. Por otro lado, es tremendo que haya partidos políticos que sigan utilizando a ETA, cuando está acabada, simplemente por un fin político.

—Idoia López Riaño quería ser bombera, pero su contexto y las decisiones que tomaron sus padres fueron las que cambiaron por completo su vida. ¿Si los padres de ella no se hubieran mudado al País Vasco, su vida podría haber sido completamente diferente?

—Algo tan accidental como nacer aquí o allá, que muchas veces nosotros mismos decidimos que constituye nuestra esencia, realmente no depende de ti. ¿Por qué estamos orgullosos de nacer en un determinado lugar? Estaré orgullosa de algo que he hecho. Nacer es un accidente, puedo estar contenta, ¿pero orgullosa?... En el caso de Idoia, si sus padres hubieran emigrado a Valencia, ella habría seguido siendo una mujer muy presumida, muy guapa, con una personalidad muy narcisista y necesitada de acción, pero probablemente esa necesidad se habría traducido en actuar de bombera, no en quitar vidas. Seguramente, habría detestado ETA como la detestábamos en el resto de España y puede que hubiera sido fallera mayor porque era guapísima. ¿Hasta qué punto somos hijos del azar?

—Además de todo el conflicto que rodea a la época de ETA, en el libro se puede respirar esa violencia ambiental que había en el País Vasco de la época.

—Hay silencios que son más amenazadores que las palabras. Se vivía un miedo y una paranoia que alcanzaba hasta a los más pequeños. El hermano de Miren, con solo 7 años, ya está ahorrando para irse del País Vasco. Es una sensación de vivir en un infierno, tanto en casa como fuera de ella. A mí lo que me interesa de Miren y de su familia es mostrar cómo les afecta esa violencia salvaje nacionalista, de un lado; y luego contrarrestada por el otro con la de los GAL.

—El propio País Vasco es un personaje más, que se va mostrando no solo con esa violencia ambiental de la que habla, también a través de otros personajes que caen en la drogadicción.

—Eso es lo que me interesa a mí. Mostrar cómo afecta esa violencia política a la sociedad. Bilbao ahora es un sitio maravilloso, pero entonces era oscuro. Rentería era una ciudad dormitorio de clase obrera, algo parecido pasaba con Baracaldo… Aparte de la violencia que había con ETA, en el País Vasco se vivía una crisis económica salvaje que provocó la reconversión industrial. Los jóvenes tenían una sensación de que no había futuro e intentaban salir de esa sensación de asfixia mediante la música, que es la más violenta y salvaje en ese momento, el punk. A esto se sumaron las drogas, que estaban por toda España, pero yo creo que en el caso del País Vasco era una fiesta desesperada, una vía de escape de la realidad.