La vida inventada

Mercedes Corbillón FUGAS

FUGAS

Quique Garcia | Efe

07 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La vista desde mi ventana parece un cuadro, uno de esos a los que aplican movimiento con la inteligencia artificial y, de repente, los personajes de Toulousse Lautrec se echan a bailar en Montmartre o las nubes de Courbet engullen los barcos en La tormenta o el trigo se agita amarillo y esponjoso en los campos de Van Gogh. Tengo el mar tirando a gris y las nubes tirando a blanco y un barco que se mueve despacio sobre las escamas plateadas. La soledad me pone cursi, así que llamo a mi amigo Quique, que es sociable y mundano.

Ha ido con unos clientes médicos a una conferencia sobre IA. Al parecer, ella misma se multiplica por sí sola de manera exponencial, de modo que ya no estará en nuestras manos el futuro, que no sabemos cómo será, pero será distinto. Es como en Terminator, me dice. Y luego añade jocoso, claro que tú no la viste porque solo ves películas de arte y ensayo. Pienso en toda la basura que veo en la tele, pero me callo. Lo cierto es que de Terminator sólo recuerdo a Schwarzenegger. La acción transcurre en el 2029, en un momento en que las máquinas dominan el mundo. Alguien debe encargarse de regresar al pasado y evitar que eso suceda. Bueno, tal vez ese no sea el argumento, pero entiendo la referencia a la distopía a la que nos estamos acercando. Ni siquiera los científicos, con su capacidad de abstracción, son capaces de imaginar lo que sucederá, aunque Quique dice que no hay marcha atrás y que, en la medicina, la IA será fundamental.

A mí me parece bien, pero también me parece que todo eso no va conmigo, que pertenezco a otro tiempo, uno que ya pasó sin que me diera cuenta. Prefiero retirarme y rodearme de océano y de libros que no han escrito los robots ni un millón de monos. Cuando los ciborgs emulen a Vila Matas todo estará perdido, o ganado, quién sabe. Abro la recopilación de sus entrevistas inventadas publicadas en revistas en el inicio de su carrera que acaba de publicar H&O editores. Son de una genialidad loquísima que me hace feliz. Marlon Brando, a la pregunta de si le gusta sorprender a la gente, “contesta”: “Prefiero sorprenderme a mí mismo. Es una fiesta más íntima. Siempre sale mejor.”

Y en eso estoy.