
Libros, música y un toque de magia en esta primera obra narrativa de la gallega Nuria Pérez (autora del pódcast «Gabinete de curiosidades«), que apela a nuestra nostalgia
27 jun 2024 . Actualizado a las 05:05 h.Sorolla y sus pinturas son una apuesta segura para despertar sentimientos, y no digamos la música de los años 90. La publicista gallega Nuria Pérez, creadora del exitoso pódcast Gabinete de curiosidades, donde se reveló como una magnífica contadora de historias (si aún no lo conoces, te estás perdiendo algo muy bueno), se adentra en el mundo de la narrativa literaria con una novela amable que llama a la nostalgia y al buen gusto. Se agradece el tono reposado y el relato detallista de este carrusel de historias de mujeres en las que, bajo el ala inspiradora de la Divina Comedia, las protagonistas recorren sus complejos caminos, llenos de tropiezos, culpa y miedos, y también amor, con la ayuda de una mano amiga. Hay tres espacios temporales y físicos diferentes y el relato, que hace gala de un profundo conocimiento de la naturaleza femenina, discurre entre ellos con agilidad.
Marta
Sé que la historia de Marta te va a conquistar. Es el verano de 1998 y ella es una trabajadora del museo Sorolla de Madrid, muy peculiar y llena de manías (como le sucede a Nuria Pérez, Marta tiene aritmomanía, es decir, siente la necesidad de traducir en números todo lo que la rodea). Desde hace meses intercambia acertijos con un admirador anónimo. ¿No es encantador? La autora se aprovecha de que en esta época los móviles todavía no existían (¡qué años aquellos!) y dibuja un mundo de relaciones personales mucho más ingenuo, más sosegado. Todavía eramos capaces de decidir sobre nuestras vidas sin consultar con las redes sociales.
El cine (acababan de estrenar aquella Antes del amanecer que destrozó corazones) y la presencia constante de la música (no podrás evitar que U2 y Guns N' Roses suenen en tu cabeza) dan a las páginas ese color dulce de la añoranza.
Adela
Adela, nuestra segunda protagonista, es tal vez el personaje más duro. Vive en Londres en los años finales del siglo XX y es escritora. El lanzamiento de su nueva novela coincide en las librerías con las colas para conseguir la de Harry Potter (otro toque a la memoria compartida). Su matrimonio se está yendo a pique y ella empieza a percibir en la realidad algunos fallos desconcertantes que le hacen dudar de su cordura. Una foto de una taza expuesta en el museo Sorolla (sí, el pintor de la luz otra vez) será el detonante. Su hija adolescente, Lulú, no se despega de su walkman y Marta tiene 109 cedés, 81 casetes y 192 VHS. Además guarda cintas grabadas de la radio con recopilatorios. ¿Te suena conocido?
Mary
Mary es la mujer de esta historia que más lejana nos queda en el tiempo. Su relato transcurre en 1873, también en Londres, donde acaba de inaugurarse el Alexander Palace, un lugar que hoy los británicos utilizan como centro de ocio y cultura y al que llaman Ally Pally. La joven niñera Mary se verá arrastrada a cometer un acto reprochable que la marcará. Este error tendrá consecuencias no solo para ella, sino también repercutirá en las vidas de Adela y Marta, que se verán envueltas en una espiral que girará por encima de los años envolviéndolas en un destino compartido.
El germen del libro, ese hecho que impulsó a Nuria Pérez a lanzarse a escribir, está en un suceso histórico oscuro y desconocido que la autora explica en las interesantes notas finales: «Entre 1915 y 1918 el Gobierno británico llevó a cabo redadas por todo el país para detener a los ciudadanos de procedencia alemana: 17.000 fueron encerrados en el Alexandra Palace. Algunos pasaron toda la guerra allí y otros fueron llevados desde el Palace hasta la isla de Man, donde permanecieron hasta que se firmó la paz».
La historia de esta injusticia y la fallida exposición de los cuadros de Joaquín Sorolla que presentó por primera vez su pintura en Londres en 1908, en las galerías Grafton, fueron, según ha señalado la autora, los dos hilos sobre los que se urdió esta novela que tiene en una pequeña taza de porcelana inglesa su centro gravitacional. A partir de este pocillo se extiende esa red que nos conecta con objetos y lugares.
El libro, que se abre con una cita de la Divina Comedia de Dante («Para navegar mejores aguas levanta las velas del barco de mi intelecto»), esconde también algunas sorpresas para los aficionados a la literatura como las referencias a Shakespeare... no todo va a ser cultura pop.