El periodista y el asesino

Mercedes Corbillón FUGAS

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Candela Peña y Tristán Ulloa, protagonistas de la serie  El caso Asunta .
Candela Peña y Tristán Ulloa, protagonistas de la serie El caso Asunta . MANUEL FERNANDEZ-VALDES / NETFLIX | EFE

11 jul 2024 . Actualizado a las 12:20 h.

Un amable lector me ha afeado que haya mencionado a Asunta en mi columna de la semana pasada. Supongo que censura todavía más que Inma López Silva haya escrito un libro sobre el crimen que lleva su nombre. La memoria de la niña importa y mirar a lo que le sucedió tiene algo de ofensa para los que aún guardan amor hacia ella o para quienes piensan que la reconstrucción de cualquier crimen, en modo documental o de ficción, no responde más que a la curiosidad morbosa. Es un tema delicado y controvertido, la licitud de volver a los hechos y elaborar teorías que nos ayuden a entender.

Quizás hay que aceptar, como dice Janet Malcom en el inicio de su libro El periodista y el asesino que «todo periodista que no sea tan estúpido o engreído para no ver la realidad sabe que lo que hace es moralmente indefendible». Cuenta el caso del periodista McGinnis, autor de un libro sobre un crimen real. Para escribirlo, estableció una relación de apariencia amistosa con un médico que había matado a su mujer embarazada y a sus dos hijas. El asesino, al ver el resultado del libro, se sintió engañado, algo habitual porque, según dice la norteamericana, el periodista se convierte en una especie de hombre de confianza que explota la vanidad, la ignorancia o la soledad de las personas, que se sentirán estafadas como viudas a los que los jóvenes amantes han dejado sin ahorros. Como ellas, los engatusados por los periodistas lo dejarán correr, avergonzados, aunque, afirma la autora, nadie es ingenuo del todo, incluso las viudas saben lo que les aguarda.

A diferencia de la mayoría, el criminal protagonista de Fatal visión, le puso una demanda a McGinnis, algo insólito, porque no se cuestionaba la veracidad de lo que decía, sino las artimañas que había usado para escribir su historia, que no resultó del gusto del «protagonista». Por cierto, este había intentado encontrar antes un relator para su experiencia. Seguro que hay muchos periodistas intentando hablar con el asesino de la niña que nos conmocionó a todos cuando su cuerpo diminuto apareció en una cuneta. Tal vez él esté esperando a encontrar la persona adecuada, una que siga sus deseos a pies juntillas. A veces pasa.