Fernando Casado, hijo de Fernando Rey: «Mi padre nunca pudo ser rico, entre comillas, a pesar de haber hecho más de 200 películas»
![Uxía Carrera Fernández](https://img.lavdg.com/sc/IpUhdEo7-sxLEo4DLQFF1_x1DUs=/75x75/perfiles/1618496101292/1639823781096_thumb.jpg)
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![Fernando Casado en el Teatro Principal de Ourense.](https://img.lavdg.com/sc/LHkn9bD5R-d8Up546KKOYuHEr4Q=/480x/2024/10/03/00121727965321979908256/Foto/O_20241001_213524000.jpg)
El hijo del primer actor español que fue internacional en Hollywood recogió en el Festival de Cine Internacional de Ourense el Premio Memoria Histórica, concedido a su padre
03 oct 2024 . Actualizado a las 16:47 h.Es difícil alejarse de la figura de un padre para verlo como un profesional, pero Fernando Casado se acerca. Hijo del primer actor español que fue internacional en Hollywood, Fernando Rey (A Coruña, 1917-Madrid, 1994), valora el gran intérprete que fue y el esfuerzo que supuso para él. Lo define casi como un obrero del séptimo arte, sin ostentación y con respeto a todos los trabajadores del sector.
—¿Cómo recibe el Premio Memoria Histórica del Festival de Cine de Ourense?
—Sobre todo, con mucha gratitud. No solo por el hecho de que recuerden a mi padre, y por sentirme honrado de recogerlo, sino porque ya sabemos que a veces la memoria histórica se pierde.
—¿Cómo definiría a su padre como actor?
—Es muy difícil ser objetivo, pero, conociéndolo como lo conocía, en primer lugar diría que era muy disciplinado. Él consideraba que no se podía hacer un plano sin saber bien el guion, dónde pararse... Y bastante auténtico y creíble.
—Su voz era un rasgo característico, ¿pudo llegar a apreciarla?
—Sí, sobre todo ahora que hace tantos años que no la escucho. Quizás la valoro más, porque mientras él vivía era una voz diaria y ahora aprecio más los matices. Tenía una voz preciosa.
—¿Ve películas de su padre?
—Hubo una temporada muy larga que no podía porque me daba muchísima pena. Más o menos eso está superado, pero va por épocas. Soy muy fan de alguna, como Tristana, la habré visto doce o catorce veces. Me sé los diálogos, me apasiona.
—El padre de Fernando Rey y él mismo fueron represaliados por republicanos, ¿eso le marcó?
—Me imagino que sí, pero lo llevaba por dentro, desde luego. Él siempre tuvo muy claras sus ideas y fue coherente con ellas. Muchas partieron de su educación, de su padre y de sus experiencias en la vida.
—Contaba que llegó al cine de casualidad, para ganar algo de dinero, ¿cuándo surgió el amor por ser actor entonces?
—Él empezó porque un amigo le dijo que se pusiera en una fila porque buscaban extras y le darían unas pesetas. Luego empezó a sentirse bien como actor y a gustarle la profesión, pero ya muy avanzada la carrera. Como, a pesar de todo, siempre fue disciplinado, creo que eso le ayudó a ir creando una relación especial con su profesión, que era gratificante en muchos aspectos, pero en otros muy dura porque se ganaba muy poco. Mi padre nunca pudo ser «rico», entre comillas, a pesar de haber hecho más de 200 películas.
—Ahora pensamos en superestrellas de Hollywood, pero eran tiempos muy diferentes...
—Claro, yo me acuerdo de él, siendo yo pequeño, paseando por el pasillo de arriba abajo diciéndole a mi madre que no le iban a volver a llamar y que no tendría trabajo. Le aterrorizaba. Hubo temporadas antes de Tristana y mucho antes de French Connection que eso le angustiaba mucho, y también los últimos años de carrera. Hizo muchas películas que él mismo calificaba de «nutricias», para sobrevivir y mantener a su familia. Por eso se esforzó en aprender idiomas, estudió inglés, francés o italiano ya de adulto para trabajar en otros países. En French Connection querían a Paco Rabal, pero no hablaba inglés, mi padre fue la segunda elección.
—Además de los idiomas también le catapultó su trabajo con Luis Buñuel.
—Creo que ha sido de las cosas que más le marcaron en su carrera y en su vida porque establecieron una relación personal muy estrecha y muy particular. Se entendían muy bien, sin necesidad de palabras, y por eso en las películas de Buñuel se dejaba dirigir. No sé si veían el cine de la misma manera, pero por lo menos el que hacían juntos sí.
—Siendo el único español en Hollywood era fácil encasillarlo, ¿filtraba lo que le ofrecían?
—Cuando terminó French Connection, no sé si se lo ofrecieron o se lo planteó, pero pudo irse a vivir a Estados Unidos. No quiso porque pensaba que iba a ser encasillado para hacer de español, así que decidió seguir viviendo aquí para no hacer solo un determinado personaje.
—¿Cree que fue más valorado fuera de España que aquí?
—Totalmente. Comiendo con Gutiérrez Aragón, comentaba que era muchísimo más conocido, por ejemplo, en los restaurantes en Francia, que todo el mundo le saludaba. Tengo la sensación de que aquí nunca se le ha llegado a reconocer del todo, por eso se agradecen los homenajes.
—Fue presidente de la Academia de Cine.
—Sí, creo que se lo ofrecieron y quiso defender el cine español. En ese momento tuvo que negociar, cosa que no le gustaba nada, para que la Academia tirase para adelante. Me imagino que habría tenido hasta que ir al banco. Fue uno de los primeros presidentes y es algo que se recuerda poco no, poquísimo. Nunca le gustaron los puestos de jefe, él era actor. Sé que le cansó psicológicamente.
—Fue reconocido hasta su último papel como «El Quijote».
—Sí, fueron cuatro capítulos y la segunda parte estaba escrita, pero murieron todos. Hizo un gran esfuerzo físico y mental para ese papel. Se murió con la cara del Quijote, lo tengo grabado.
—¿Mantuvo el vínculo con Galicia?
—Durante bastante tiempo estuvo sin venir, pero veraneaba aquí. Cuando le nombraron hijo predilecto de A Coruña fue como una especie de desagravio frente al exilio forzoso. Siempre ha recordado a sus padres gallegos y ha querido a Galicia.