Sila Lúa publica nuevo disco: «Busqué la fuerza y la dulzura que tienen los boleros»

FUGAS

Raúl Lorenzo

La artista gallega lanza «Danzas de amor y veneno», un álbum en el que se muestra poderosa y vulnerable al mismo tiempo

17 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Con Rompe (2023) Sila Lúa irrumpió en el panorama nacional como una rara avis. Oscura, seductora e intensa, la música de la artista viguesa parecía coger a la primerísima La Mala Rodríguez, subirla a un barco y cambiarle el rumbo hacia mares aún por explorar. La travesía llega ahora a una isla ignota. Danzas de amor y veneno, su segundo disco largo, ve hoy la luz. Un disco que empieza con una declaración de amor. «Tú serías mi sol cuando alrededor sea oscuro», canta. El destinatario es un ente abstracto que debe concretar el oyente: «Una persona, algo que te gusta, algo que te hace feliz.... Eso a lo que tú te agarras para intentar encontrar el equilibrio», explica la cantante.

­—En este disco hay una inmersión en lo latino poco usual. ¿Cómo ha llegado a esos sonidos?

—He estado escuchando muchos boleros, tonadas y salsa. Esas letras son muy románticas. De alguna manera, aunque este no es un disco de amor, quería que tuviera un título así como telenovelesco o algo así. Quería probar esas formas y busqué la fuerza y la dulzura que tienen los boleros y la salsa. También, al hacer la gira del primer álbum, fuimos con una percusionista. Tuvimos que arreglar mi repertorio todavía más, con percusiones africanas, más tribales, pero también latinas. De esa experiencia de vivir mi música así me apetecía que en este disco tuvieran más presencia todos esos ritmos, toda esa variación y esa historia más terrenal. Rompe quizás era un poco más etéreo. Este quería que fuera más terrenal.

­—No se esconde. Al empezar el disco hay incluso un guiño al «Quizás, quizás».

—Sí, hay guiñitos así en el álbum. Dentro de mi manera de hacer música experimental, escucho muchos clásicos. Así que sí, hay guiños por ahí.

­— «Ojos», al final del disco, tiene un regusto a canción de los años 30, pero al mismo tiempo, un tratamiento muy moderno.

—Hay una letra de salsa que me encanta, que se llama Ojos, de Willie Colón y Rubén Blades, del disco Siembra (1979). Esa canción me obsesionó mucho: la letra, la idea de los ojos, que describe al mundo a través de los ojos. Me inspiró mucho para hacer esta canción, pero obviamente dándole mi onda.

—Otra influencia clave en el disco es África, que ya venía de atrás. ¿Qué hay nuevo en ese sentido?

—La parte africana es algo que me lleva gustando mucho tiempo. Este año estuve en Nigeria y también en Benín, conociendo su música, lo cual me inspiró aún más. De hecho, en TBC, que es una canción que cierra el álbum, incluimos algunos samplers que grabé con mi móvil, sin micrófono ni nada, pero que se escuchan de fondo. Son cosas que vi en directo, no eran conciertos ni nada, y las integramos. Además, este álbum se ha formado también gracias a los viajes. Por eso la portada tiene ese elemento de un coche, como una especie de camino. He pasado estos años viajando mucho, tanto tocando como por placer. Quise traer todas esas influencias al disco.

—En «TBC», habla de «que me quiten lo bailado», un recorrido vital, con claroscuros, amor y deseo. También parece haber una reflexión sobre la experiencia vital de ser artista. ¿Va un poco por ahí esa idea?

Rompe tenía un tono algo aspiracional. Mis letras eran más sobre cómo me gustaría sentirme o ser. En este disco quise hablar de cómo me siento ahora, de cómo soy y cómo me veo en este momento. En Rompe cerraba con mi nombre como una especie de manifiesto, pero en este álbum quería cerrarlo con un TBC (To Be Confirmed), dejando el final abierto. Incluso en la producción usamos el truco de ir bajando el volumen, como si tú mismo te alejaras de la canción. Era mi manera de agradecer lo vivido y de mantenerme expectante y tranquila por lo que venga.

—En «Toy tranquila» canta: «Llevo el mundo por bandera y vengo de la nueva escuela en la furgo con mis nenas». ¿Quería exaltar la aventura de ser una artista de esta generación?

—Siempre he hecho música de manera libre e intuitiva. Sé que a veces es difícil catalogar dónde estoy o qué hago, pero creo que eso también corresponde a mi generación de artistas, que hemos crecido con internet y tenemos cierta libertad para ir por un lado u otro. Mi música no pertenece a ninguna tribu urbana ni pretendo aparentar que está en algún lado concreto. Esta canción habla de esos contrastes entre estar segura e insegura en este camino.

—¿Su punto de partida es el hip-hop?

—No lo sé. Me gusta mucho el hip-hop, sobre todo los ritmos y la libertad en su manera de hacer. Pero nunca he pertenecido a la escena del hip-hop. Digamos que tomo esa forma y luego hago mi propio contenido. Lo primero que hice artísticamente fue rapear, pero nunca tuve amigos raperos ni estuve en ese entorno. Fui fan, pero nunca rapera.