David Trueba adapta a David Trueba

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Amaia Salamanca y David Verdaguer en una de las primeras imágenes de «Siempre es invierno», la adaptación cinematográfica de la novela «Blitz»
Amaia Salamanca y David Verdaguer en una de las primeras imágenes de «Siempre es invierno», la adaptación cinematográfica de la novela «Blitz»

El madrileño se atreve por primera vez a llevar al cine una de sus novelas y se rodea
de buena parte del equipo de «Saben aquell» para la película inspirada en «Blitz»

14 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Muchos lo verán como un signo de madurez y otros como una auténtica inconsciencia. David Trueba (Madrid, 1969) se ha atrevido a dar el paso y por primera vez llevará al cine una de sus novelas. Rompe una regla que había mantenido en casi tres décadas de trayectoria difusa, o como se diría en el gremio, multidisciplinar. Mucho antes de que las redes sociales y los influencers manoseasen y retorciesen el término, el madrileño ya era un creador de todo tipo de contenidos. Saltaba del periodismo al guion, de hacer letras para canciones a probar suerte como actor, de dirigir películas, documentales y series a escribir novelas... pero no mezclaba el David cinematográfico con el Trueba literario. No quería ser Juan Palomo y tampoco había aceptado las propuestas de otros directores para adaptar sus novelas. ¿Por qué? No veía la necesidad. Eran un producto ya completo, cerrado, en el que no veía que una versión audiovisual le pudiese aportar ni un aliciente más. Pero Blitz, que publicó en el 2015, hizo que se tambaleasen esos principios. El hermano que podrían haber tenido en Madrid los personajes de Woody Allen empezó a dudar. Esa novela era diferente. Tenía una carga visual potente, con esas ilustraciones que se cuelan entre los capítulos para mostrarnos la creatividad de Beto, un arquitecto paisajista que presenta proyectos a concursos en los que nunca resulta elegido. Bocetos plasmados en servilletas, los relojes de arena y los parques que no llegaron a existir. Pero la historia, que podría hablar de la crisis, de los jóvenes sobradamente preparados y de las profesiones que dependen al 100 % del gasto público, va en realidad sobre una ruptura. Un punto final que llega a través de un SMS que nunca sabremos si fue un falso error orquestado porque ella no se atrevía a decírselo. Un mensaje que pilla a Beto recogiendo un grasiento kebab y que hará que se le atragante la comida durante meses. Una ruptura a la que reacciona como un niño, con pataletas, lloros y una decisión poco racional y menos meditada que por puro orgullo llevará hasta sus últimas consecuencias. Pues yo no voy. No me monto en el avión. Para no compartir el vuelo de Múnich a Madrid con Marta, su ya exnovia, se queda en tierras bávaras sin hotel, sin dinero, sin trabajo y sin nadie. Ese Beto entregado a su instinto infantil, que pierde en cada uno de los pasos que va dando desde que le dejan, es lo mejor de la novela. Se cae y parece que nunca se podrá levantar. Pero tampoco lucha, porque mucho más abajo no se puede llegar.

Ni beto, ni Múnich, ni Helga

Los que hayan leído la novela estarán imaginando a David Verdaguer tirado en un banco con una botella de vodka, su maleta y una bolsa del súper con el móvil metido en arroz. El actor catalán será, sin duda, un gran Beto, aunque en la película le llamen Miguel. Es uno de los cambios que han trascendido tras iniciarse el rodaje hace un par de semanas. Aunque el más significativo es el título, Siempre es invierno. Este rebautismo es en parte obra del director Steve McQueen, que en el año 2024 ya estrenó una película titulada Blitz. No es la única. Se ve que la palabra alemana para el relámpago alimenta la creatividad. Ya en el 2011, antes de que se publicase la novela de Trueba, había llegado a la gran pantalla otra cinta con el mismo nombre. La otra variación sustancial es la de la localización. Múnich ya no acoge el congreso de paisajismo donde rompe la pareja. La película se está rodando en Bélgica y el protagonista de la versión audiovisual encontrará consuelo en vez de Helga, la alemana madura que sonríe con la mirada, en una Olga a la que dará vida la actriz francesa Isabelle Renaud.

Blitz es uno de esos libros que se leen en un fin de semana. Tiene un punto de humor que se agradece. Un capítulo, las 120 páginas de enero, es toda la novela. Los otros once, el resto del año, son casi prescindibles. Pero es precisamente esa evolución, el masticar lo ocurrido y adaptarse a la nueva vida, lo que ha llevado a David Trueba a saltarse sus normas. «El perceptible paso del tiempo sobre las personas es un elemento que en el cine puede enriquecerse y eso convierte el reto de la adaptación en más estimulante», aseguraba el director cuando se anunció el proyecto. Y para ponerlo en marcha se ha rodeado de buena parte del equipo con el que revivió los inicios del humorista Eugenio en Saben aquell. Del experimento puede salir una tragicomedia al uso, con un final previsible e innecesario como el de la novela, o una adaptación de verdad. La oportunidad para explotar lo mejor de ese fatídico enero en Múnich. O en Lieja. Pero si realmente siempre es invierno en la película, eso ya sería una buena señal.