Los secretos de las esposas

Mercedes Corbillón

FUGAS

14 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La novela que estoy leyendo es como abrir las puertas a un mundo completamente desconocido y al que miramos con mucha arrogancia, como si el camino que nos haya hecho llegar hasta aquí fuera el único posible. No querría ser mujer en esa Nigeria de Las vidas secretas de las esposas de Baba Segi, pero no me ha parecido tan terrible la poligamia. La autora no la defiende, la cuenta a través de personajes muy reales que sienten como cualquier ser humano. Son inteligentes, fuertes y capaces de encontrar espacios de libertad. Hay feminismo sin despreciar una cultura que se nos hace rara. Preferimos la hipocresía de la nuestra, que defiende la monogamia ideal. Que se lo pregunten a la mujer de Joaquín el futbolista, que declama amor eterno en Instagram mientras su marido se corre juergas con las «chicas malas».

Las mujeres de Baba Segi deben sumisión y respeto. Son correspondidas con buen trato y una situación económica que las salva. Sin sus hijos no tienen entidad ni sentido ni lugar en el mundo. Cuando la cuarta mujer, joven y universitaria, no se queda embarazada, a pesar de las visitas de su marido al cuarto, el hombre acepta el consejo del sabio y acuden al hospital para comprobar qué sucede en el vientre de la chica. Otros sugieren que la arrastre por los pelos hasta el curandero, pero tenía estudios y eso complicaba las cosas en caso de denuncia. Por qué Bolanle se ha casado con un hombre mayor y polígamo es un misterio para el lector y para sus padres, que no esperaban ese destino para su hija. ¿Acaso la cultura no allana el camino hacia la libertad? Sus razones las sabremos al final. Mientras tanto, pasa la vida entre comidas de ñame y celos empapados en aceite de palma. Podría ser dramática, pero el tono es irónico, con un punto de parodia en el personaje de Baba Segi. Mi señor, le dicen sus mujeres atentas a ese estómago que marca las emociones a golpe de retortijones. Todo es muy fisiológico en esta novela. La naturaleza de los cuerpos no está encorsetada y se expande como el aire por los intestinos del padre de familia o como el deseo de las mujeres. Siguen las normas de la sociedad patriarcal haciendo huecos en los árboles donde esconden su verdadera vida.