Stephen Graham llora como padre todo el miedo que sembró como gánster

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Tras una trayectoria marcada por papeles de mafioso y maleante, el actor británico sorprende en «Adolescencia» con una interpretación cargada de culpa y emoción

27 mar 2025 . Actualizado a las 19:47 h.

Bajito, disléxico, deprimido y expulsado de la escuela de arte dramático por motivos que todavía no están claros. Su carta de presentación no era la mejor. Pero desde que se cruzó en el camino de Guy Ritchie a mediados de los noventa, Stephen Graham (Kirkby, 1973) no ha parado de trabajar. Su trayectoria, esa que casi abandona para incorporarse al cuerpo de bomberos, ha estado encasillada durante décadas en papeles de gánster, estafador o borracho. Su envergadura, su buen hacer y su capacidad para cambiar de acento le abrieron todas las puertas posibles en la ficción británica y en Hollywood sin abandonar nunca los entramados de la mafia, la violencia y todo lo que se pueda hacer fuera de la ley. Era el eterno secundario. A ese al que se le podía encargar cualquier papel de matón y que bordaba la gentuza de baja calaña. Ahora, con 51 años, el británico mira fijamente a cámara, se quita la coraza y no para de llorar. El padre de la serie Adolescencia se rompe ante el espectador y Graham muestra su otra cara, ese perfil que tan poco habían valorado y aprovechado en tres décadas de carrera.

Muchos recordarán a Stephen Graham como el Tommy de aquella locura de película llamada Snatch. Cerdos y diamantes. Nunca un brik de leche tirado por la ventanilla de un coche había dado para tanto. Codeándose con Jason Statham, Benicio del Toro y Brad Pitt, ese británico de 1,66 metros de altura se hizo un poquito más grande en la industria. Empezaron a contar con él como secundario en grandes producciones como la serie bélica Band of brothers, taquillazos como Piratas del Caribe e incluso tuvo la oportunidad de dar vida al asaltante de bancos Baby Face, el enemigo público número uno en los Estados Unidos de la década de los treinta tras la muerte de John Dillinger.

Al Capone

Si en un lugar se ha movido como nadie, ese es la mafia. Los premios más importantes de su carrera los consiguió por su papel de Al Capone en la serie Boardwalk Empire. No era su primera incursión de ficción en la Cosa Nostra y tampoco la última. Su cara redondeada y sus ojos hundidos siempre asoman en este universo. El papel en la serie de HBO además le sirvió para que Martin Scorsese, con el que ya había trabajado en Gangs of New York, se volviese a fijar en él y lo eligiese para dar vida a Anthony Provenzano en El irlandés. Y de ahí saltó a los mafiosos más famosos de Birgminham, los Shelby. Aunque solo se le pudo ver en la última temporada de Peaky Blinders, su presencia ya está confirmada en la película que prepara Steven Knight sobre el clan familiar que dominaba todos los negocios turbios de la ciudad inglesa. Además guionista y actor han vuelto a juntarse en su nueva serie, Mil golpes, una ficción floja que salva la vieja gloria del boxeo a la que da vida Graham.

Cuando ya parecía que no había más recorrido ni registros posibles, el británico recibió en el 2006 la gran oportunidad que se merecía en This is England, película en la que coincidió con su mujer, la también actriz Hannah Walters. La historia de los skinheads y su evolución en las últimas décadas del siglo XX le convirtieron en una auténtica referencia en el Reino Unido. Lo de Edward Norton en American History X es un trabajo de principiantes si lo comparamos con el Combo que interpreta Stephen Graham en la película independiente de Shane Meadows. Con la guerra de las Malvinas como telón de fondo, el racismo y el herido orgullo patrio inglés renacen en los barrios obreros de un país que no parecía remontar el vuelo. Tras el éxito de la cinta del 2006, buena parte del elenco se involucró en una serie de tres temporadas a la que se incorporó como guionista Jack Thorne, el otro promotor de Adolescencia. Ahí surgió la amistad que más alegrías ha dado a Netflix en las últimas semanas. Ellos crearon la idea de una serie sobre los padres de un chaval de 13 años acusado de asesinato, proyecto al que después se sumaron como productores la esposa de Graham y el mismísimo Brad Pitt.

Rodar sin cortes

La nueva edad de oro de Stephen Graham como actor se la debe en gran medida a un mismo director, Philip Barantini. No es un director cualquiera, porque ha convertido el plano secuencia en su arma favorita. Rodar sin cortes, con la presión de tener que repetirlo todo si fallas, no está al alcance de cualquier actor. Graham está acostumbrado a memorizar los textos por su dislexia, algo que le ayudó. Es su mujer la que le lee los guiones y le ayuda a memorizarlos. Un trabajo en equipo, como presume en las entrevistas. Ya tuvo que hacerlo en Hierve, una película que refleja la tensión que se vive en las cocinas de un restaurante, y ha repetido en Adolescencia. De hecho, esta vez fue el actor, como gran impulsor del proyecto, el que creyó que el director podría aportarle una visión única a la serie. Pero no sabía que se la iba a jugar en el último momento. En el culmen. Su personaje, el padre, se derrumbaba. Y allí, en ese armario que queda siempre detrás de las cámaras, Barantini colocó fotografías reales de los hijos del actor. Era la esencia del proyecto: lo que sufría su familia. Graham tenía que llorar como si fuese su propio hijo. Y lo hizo. Corten. No hacen falta más tomas.