Ariadna Arias, escritora gallega de «romantasy»: «La fantasía romántica también puede ser feminista»

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Desde que llegó el tsunami literario de la saga «Acotar», el «romantasy» se ha vuelto una lectura imprescindible para las nuevas generaciones. Ahora, ya tiene firma gallega

06 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Si uno se adentra en el rincón más literario de TikTok, rápidamente se dará cuenta de que hay un género que lo inunda todo. Se trata de una fusión entre la fantasía y el romance en el que los protagonistas, que de primeras suelen ser enemigos, van poco a poco acercando posiciones. Y siempre saltan chispas.

Mayoritariamente escrito y leído por mujeres jóvenes, en el romantasy las reinas son las estadounidenses Sarah J. Maas (Una corte de rosas y espinas, conocida como Acotar por sus siglas en inglés) y Rebecca Yarros (Alas de sangre). Pero cada vez hay más voces que se suman a la amplia colección de escritoras de este género que, ahora, ya tiene firma gallega.

En No dejarás que la bruja viva, Ariadna Arias (Vigo, 1995) cuenta la historia de Ember Wytte, una bruja que, junto con sus hermanas, es la encargada de mantener cerrado el portal que separa nuestro mundo del infierno. Lo consiguen realizando cada diciembre un ritual en el que, este año por primera vez, algo no sale del todo bien... Hablamos con la autora viguesa que, además, nos recomienda tres lecturas made in Spain para zambullirnos de lleno en el género de moda.

­—¿Por qué escribiste este libro?

—Siempre había querido escribir una novela de fantasía. Hace unos años autopubliqué una especie de tragicomedia contemporánea porque sabía que era lo que necesitaba para darme el empujón y empezar a escribir. Pero en realidad siempre tuve en mente centrarme en el género fantástico. En el momento en el que empecé a idear esta novela estaba reviendo la serie Embrujadas y la historia de Phoebe —una bruja— y Cole —un demonio— se convirtió en el epicentro de lo que quería contar. También tenía muy claro que quería que hubiese cuatro hermanas y que cada una tuviese una personalidad muy diferenciada, para que cada lectora se pudiese sentir identificada con una de ellas. Algo parecido a lo que sucedía con las Witch, el cómic de los 2000.

­—Ahí hay una nostalgia muy millennial...

—Sí, ya llevo unos años reviendo series de mi infancia y adolescencia como Friends, Big Bang Theory... esas que nunca había visto en orden porque solo veía los capítulos sueltos que echaban en la tele. Gracias a Embrujadas o Buffy Cazavampiros me di cuenta de que esto era lo que quería contar. Empecé a imaginarme el mundo, a investigar sobre religión wiccana, grimorios de demonios, la Biblia… y así fui construyendo el universo.

­—¿Y Galicia? ¿No ha sido también una fuente de inspiración?

—El pueblo de Faddenfield es Vigo totalmente. Y, en concreto, el barrio de Chapela. Ese pueblo de pescadores, donde siempre llueve y los vecinos se conocen mucho entre sí… eso es Galicia. También hay muchas referencias a la mitología celta en los nombres de algunos personajes y en el ritual que todos los años hacen las hermanas Wytte. ­

—Mencionas la Biblia y, precisamente, en ella hay una frase muy parecida a la que da título a la obra, ¿no?

—Sí, en el Éxodo. En el capítulo 22 se dice: «A la hechicera no dejarás que viva» en una serie de discusiones o de prohibiciones contra la brujería. Que es curioso: en la Biblia temas como la homosexualidad no aparecen, pero, oye, ¡la brujería, sí! Al principio quería titular el libro con esa frase, pero los editores me dijeron «¿no te parece un poco complicado?» y propusieron No dejarás que la bruja viva. Que, la verdad, queda mejor.­

—La homosexualidad no tendrá mucho sitio en la Biblia, pero sí en tu libro...

—Sí, yo tenía muy claro que la protagonista iba a ser bisexual. Tengo la sensación de que siempre encontramos a la protagonista hegemónicamente blanca y heterosexual y, luego, a su mejor amiga negra, bisexual y promiscua. Yo quería que la promiscua birracial —Ember es medio brasileña— fuera mi protagonista, no la mejor amiga.

—A medida que te adentras en la novela, va creciendo la sensación de que el destino parece estar ya escrito para nuestros protagonistas. ¿Crees que es así o que es una fantasía que nos contamos a nosotros mismos?

—Yo personalmente no creo en el destino, porque me parece que es darnos demasiada importancia a nosotros mismos. Somos tan importantes que el universo se ha puesto a escribir nuestra historia... No. Pero es cierto que en todas las fantasías siempre hay una profecía que parece que es inevitable. Es casi un cliché. En la fantasía romántica suele estar centrada en los dos protagonistas, que están predestinados a estar juntos. A mí es un concepto que no me gusta porque me recuerda al de las almas gemelas. Me parece una aberración porque, si fuera así, nunca tendríamos libre albedrío. En este libro quise explotar ese cliché, pero con un plot twist [giro de guion]: la bruja y el demonio están destinados, pero ambos rechazan ese vínculo porque no les parece natural.

—¿Crees que en el romantasy también hay hueco para otros temas de crítica social, tan presente siempre en la fantasía?

—Creo que sí. Por ejemplo, ha habido lectoras que me han dicho que esta novela es feminista. Yo intenté tratar mucho el tema de por qué los hombres, en esta tierra alternativa en la que está ambientada el libro, no heredan la magia. La bruja original, antepasada del aquelarre, así lo quiso porque ellos ya tenían demasiado poder y quería romper la balanza. Creo que el romantasy también puede tener una mirada feminista.

­—¿Qué pesa más: el romance o la fantasía?

—Yo quería que fuese 50-50 y por eso digo abiertamente que es un romantasy, aunque a menudo cuando a un libro se le denomina así, simplemente es porque es una fantasía escrita por una mujer. Pero a mí no me da miedo llamarlo romantasy porque creo que la relación entre Ember y Dante sí que juega un papel importante.

—¿Todavía sigue habiendo fantasía y luego fantasía de mujeres?

—Creo que por fin está cambiando gracias a que autoras como Rebecca F. Kuang o Samantha Shannon se están colando entre Brandon Sanderson, Joe Abercrombie o Patrick Rothfuss. Pero aun así, a Kuang, que escribe fantasía histórica, asiática, muy densa y muy bien documentada, la he visto etiquetada como literatura romántica juvenil. Y esto nunca le va a pasar a un hombre. Al contrario, si lees Hijos de la Bruma, la trilogía más relevante de Sanderson, te das cuenta de que es fantasía juvenil, y no la encuentro nunca en esa estantería. La encuentro en fantasía. A secas.

Tres recomendaciones de la escritora

 

Todos los ángeles del infierno, de Miriam Mosquera

En esta novela de fantasía histórica, Andalucía es una tierra apocalíptica, controlada por demonios que someten y oprimen a todo el que se cruce en su camino. La joven Carmen, ayudada por un inesperado aliado, está destinada a luchar contra ellos y vengar la muerte de sus padres. La Sevilla alternativa creada por Miriam Mosquera (Madrid, 1991) es todo un éxito y ya tiene segunda parte: Todos los demonios del cielo.

Echadla a los lobos, de Andrea Serra

Andrea Serra (Asturias, 2001) no puede negar ser fan de Star Wars. En este primer título de la bilogía, que terminó con Ponedle la corona, conocemos a Harlow (una joven humana), Renek (un elfo mestizo) y el convulso sistema político en el que ellos y toda la humanidad están atrapados. Ambos son parte del ejército del rey, pero ella anhela una vida lejos del caos de la guerra y en la que poder ser, por fin, libre.

Todas las criaturas oscuras, de Paula Gallego

Esta, la primera parte de la saga Gaueko, la completan después Todas las reinas malditas y Todas las hijas perdidas. A través de la historia de Lira y Kirian nos adentramos en un mundo declaradamente inspirado en algunas de las tradiciones y cuentos más típicos de la mitología vasca. Todo de la mano de la prolífica Paula Gallego (San Sebastián, 1995), que ya lleva una decena de títulos a sus espaldas.