Una de las mujeres más adoradas por el público durante generaciones tuvo mala suerte en el amor
20 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Cuesta pensar que una de las mujeres más adoradas por el público durante generaciones tuviera tan mala suerte en el amor. Audrey Hepburn, heroína romántica en la pantalla de cuya desaparición se cumplen hoy 20 años, tuvo una vida llena de carencias afectivas que solo suplió, finalmente, como embajadora de Unicef.
Cinco nominaciones al Óscar... y cinco abortos. Dos estatuillas... y dos matrimonios fallidos. Audrey Hepburn activó en la audiencia algo que ella echó de menos desde niña: el cariño y la adoración. Abandonada por su padre y con una madre incapaz de transmitir el cariño, forjó una inseguridad que le hacía hidrofóbica o le provocó el llanto cuando vio que no habían respetado su voz en las canciones de My Fair Lady.
Musa de Givenchy en la moda, de Stanley Donen, Billy Wilder, George Cukor o Blake Edwards en la pantalla... pero rechazada por Albert Finney y Ben Gazzara fuera de ella. Su belleza era más etérea que sexy y sin el aura del glamur de películas como Vacaciones en Roma o Desayuno con diamantes, Audrey se sentía desvalida. «Creo que el sexo está sobrevalorado. No tengo sex appeal y lo sé. De hecho, prefiero tener un aspecto curioso. Mis dientes son curiosos y no tengo los atributos que se le presuponen a una diosa del cine, incluido un buen tipo», decía de sí misma.
En los registros oficiales, dos matrimonios: uno con Mel Ferrer, notablemente mayor que ella y de un físico poco agraciado, y otro con el aristócrata y neuropsiquiatra italiano Andrea Dotti. Con el primero sustituyó el verdadero amor por la admiración profesional. Con el segundo, por la dolce vita.
Con ellos tuvo sus dos hijos, Sean y Luca, otra de sus obsesiones, pues por esterilidad había descartado a algunos de sus amantes más apasionados, como William Holden o Robert Anderson. Su romance extraconyugal más famoso fue sin embargo el que tuvo con Albert Finney durante el rodaje de Dos en la carretera. Finney no pudo con tanta intensidad.