Orellana agradece con fútbol la apuesta celeste

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Herrera evitó las estridencias, aunque testó la polivalencia de sus jugadores

10 feb 2013 . Actualizado a las 18:29 h.

Fue como un puñetazo en el estómago. Quizás la derrota más dolorosa de la temporada. Un revés de los que cuesta levantarse, y del que el Celta tendrá que reponerse a marchas forzadas para encarar una cuesta que se hace más pendiente con el paso de las jornadas. En medio de la oscuridad de la derrota no resulta sencillo encontrar luz, aunque con el resultado al margen, y con el foco puesto en la primera parte, queda algún resquicio para la esperanza. El regreso de Orellana, el primero.

el refuerzo

No ha sido un error

Llegó como el revulsivo, y quizás como placebo para la afición. Y lo cierto es que funcionó. Fabián Orellana se reencontró con un Balaídos entregado incluso desde el calentamiento y que no hizo más que congratularse con cada balón que el chileno tocaba. Sobre sus hombros descansa de alguna manera la esperanza de resurgimiento de los celestes, y aunque a nivel de resultados su participación no cambió la dinámica, su conexión con el equipo alimenta las expectativas.

actitud y conexión

El complemento de Iago

Ni rastro de las dudas generadas en Granada. Ayer, en su vuelta a Balaídos, Fabián Orellana mostró su mejor cara. Se le vio entregado. Como queriendo demostrar que en el Celta será feliz. Que este es su sitio. Con un entendimiento pleno con sus compañeros, dejó destellos de calidad y de intención. En la primera mitad su conexión con Iago Aspas fue palpable. Un robo de balón del chileno, superado el cuarto de hora, se convirtió en un centro a los pies del delantero de Moaña. Fue la primera ocasión clara de los celestes, y la sonrisa de Aspas lo decía todo. Regresa el hijo pródigo.

la salida

El once de gala

Elegir las piezas de un puzle en el que la banda izquierda está superpoblada resulta un reto, aunque Paco Herrera fue capaz de diseñar un once en el que no había estridencias. Tras el desconcierto de nombres y posiciones exhibido en el Reyno de Navarra, ya fue un avance. El Celta regresaba al camino de la lógica, con ajustes comprensibles y sin forzar a jugadores en puestos que les resultaban ajenos. En esta ocasión sentó a Cabral para confiar el centro de la zaga a la pareja Túñez y Demidov, y a partir de ahí tejió la red. Álex recuperó la titularidad, Krohn-Dehli y Augusto salieron en el once, y Orellana debutó con la camiseta celeste seis días después de su presentación.

la pizarra

Un dibujo oscilante

La polivalencia parece una condición inexcusable para vestir la camiseta del Celta. Y es que Herrera, aunque sin las estridencias de otros días, volvió a jugar con sus fichas para intentar acomodar al «overbooking» de futbolistas de banda zurda. Si en la salida el dibujo parecía dejar a Borja como único pivote, situando por delante a Álex y a un Krohn-Dehli que ejercía de mediapunta, a medida que transcurrían los minutos los trazos se modificaron para retomar el esquema en el que el Celta parece encontrarse más cómodo. Álex y Borja como mediocentros, con Augusto y Orellana por las bandas y con el danés ejerciendo de enganche a su manera. Es decir, moviéndose por todo el campo y buscando centros para Iago. Y siguiendo con esa polivalencia, y reafirmando el discurso que propició su fichaje, la salida de Pranjic conllevó la presencia del croata como pareja de Borja en el doble pivote.

esfuerzo vacío

Sin gasolina al final

El Celta se dejó la piel. No se guardó nada en su procura por puntuar, pero ese esfuerzo no tuvo recompensa. Fue un final cruel para una plantilla que se vació físicamente y que llegó a la recta final con la gasolina demasiado justa. Acabaron exhaustos y esta vez no tuvieron un punto que los reconfortara.

análisis CON EL 1-4-2-3-1 DE PARTIDA