El parón de septiembre no le ha sentado nada bien al Celta. No solo en el aspecto estadísticos (ha sumado un punto) sino especialmente a nivel de fútbol.
Los vigueses alcanzaron la primera parada de la Liga con cinco puntos, invictos y después de un recital ante el Granada, pero de regreso nada ha sido igual. En Bilbao el equipo sufrió mucho en defensa y el Athletic terminó remontando el tanto inicial de Charles, pero en la dos citas siguientes el panorama ha ido a peor. Frente al Villarreal y ante el Getafe el equipo no solo volvió a dar facilidades en defensa, sino que desapareció del mapa en ataque, algo que había sido su señal de identidad hasta la fecha. «El juego del equipo no fue el esperado y el partido se nos fue en dos jugadas a balón parado que habíamos trabajado porque sabíamos que era un equipo peligroso en esas acciones», reconoció David Rodríguez.
Los números confirman la tendencia a la baja del fútbol de ataque de los celestes. En los dos últimos partidos únicamente se han generado tres disparos a la portería contraria, mientras que las pérdidas entre las dos citas se disparan a las 156, casi un centenar de ellas en el Coliseum.
Causas
Los problemas en la salida de balón y el juego previsible del Celta aparecen como las principales causas para argumentar esta situación. En los dos últimos partidos se ha alternado en el doble pivote a Fontás y Oubiña, pero ninguno de ellos ha conseguido imponer su jerarquía. Los dos tienen la orden de incrustarse entre los centrales y son estos los encargados de la primera transición. Es aquí en donde aparece el apartado de lo previsible, ya que el movimiento inicial es buscar a uno de los dos interiores. Tanto Marcelino como Luis García le cortaron del mismo modo (fijando a los hombres de banda) la vía de escape de los celestes en los dos partidos.
Atrás, el equipo sigue con las mismas rémoras del pasado. La última que salió a la luz fue la manida estrategia que tantos goles en contra costó el pasado curso. Lisandro y Arroyo, los dos defensas del Getafe, remataron casi sin oposición. En el caso del central elevándose en el salto. Al lateral le bastó con que el balón rebotase en su muslo.
A mayores, los balones a la espalda de los centrales continúan haciendo daño. Jonathan Pereira se cansó de recibir el domingo pasado e incluso Miku y Sarabia tuvieron sus ventajas en el Coliseum, aunque ninguno de ellos aprovechó las facilidades.
Lucho advirtió en su día que los comienzos no serían buenos, pero urgen acelerar la puesta a punto. La Liga no espera.