Una parte para el brillo, otra para el frenesí

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

lof

El Celta exhibe recursos ofensivos en un duelo de alternativas

16 mar 2014 . Actualizado a las 19:56 h.

El Celta no entiende de medias tintas. Ni de partidos tranquilos. Quizás por eso es capaz de condensar en 90 minutos momentos brillantes y lúcidos con fases en las que cae en manos de la ruleta. Ayer, tras dar un baño táctico al Levante, no logró controlar el desgobierno por el que apostó el equipo de Caparrós en la segunda mitad. Eso sí, esta vez, en medio del frenesí y de un duelo convertido en puro espectáculo, la victoria se tiñó de celeste.

El arranque

La revolución tranquila

No fue ningún ataque de entrenador. Fue una decisión táctica que se resolvió acertada, aunque a primera vista el once del Celta despertaba los fantasmas de Getafe. Los matices habituales de Luis Enrique se convirtieron en brochazos gordos al dar entrada a Íñigo López, Madinda y Aurtenetxe, dejando en el banquillo a un Hugo Mallo en estado de gracia. Jonny hizo el camino de regreso a la banda diestra, mientras que Jon ejerció por la izquierda. Fontás, ya habituado a moverse en la medular, se encargó de coser un trivote en el que Madinda aportó músculo por la zurda mientras un pletórico Augusto Fernández se dejaba la piel por la derecha, aunque alternando constantemente su posición con Orellana.

La lectura

Una cuestión táctica

En la primera vuelta, en Balaídos, el Celta planteó ante el Levante un partido como protagonista absoluto de la pelota, disfrutando de una posesión de hasta el 75 % que resultó infructuosa y que ayer se redujo al 53 %. Luis Enrique prefirió más músculo y un equipo más vertical que pilló desprevenido a un Levante que no sabía qué hacer con el balón. En cuanto el Celta se hizo con el partido, y aprovechando la nula presión de los levantinos, su fútbol desarboló al rival. Velocidad por las bandas y jugadas de libro machacaron a un Levante que se pudo felicitar de encajar un solo gol en la primera parte.

Los tiempos

Sobrevivir a idas y vueltas

El intercambio de golpes en el que el Levante convirtió la segunda mitad le costó lo suyo a los célticos, que cayeron en la trampa de un equipo especializado en obtener réditos en jugadas a la velocidad de la luz. El centro del campo vigués, que en la primera mitad ejerció de dique de contención, se desmoronó, y eso, sumado a la presión de los de Caparrós a la hora de sacar el balón, puso en apuros a los de Luis Enrique, que se veían incapaces de dormir el partido. Sufrió la defensa, que se encontraba constantemente desandando metros, pero que con algún que otro apuro, aguantó el tipo. Cuando el oxígeno no llegaba, Yoel intervenía.

El ataque

Ocasiones a rauales

Charles puso el trabajo y Orellana, Augusto y Nolito la creatividad. El ataque vigués dio un recital ofensivo que solo Keylor Navas y la madera amargaron. En la primera mitad el equipo exprimió las bandas hasta la saciedad en un alarde de verticalidad generando un sinfín de ocasiones que solo se vieron premiadas con el gol de Nolito. El sanluqueño hizo uno de sus mejores partidos como celeste, lo mismo que un Augusto Fernández. Charles, que no marca fuera desde Málaga, se dejó la piel en el trabajo sucio, amén de dejar destellos de calidad de delantero de Primera, y alguna ocasión.

El bloque

Todos activados

El rendimiento de hombres como Íñigo López, Aurtenetxe o la primera mitad de Madinda sirvió para demostrar que Luis Enrique es capaz de mantener enchufados a los menos habituales. Una garantía de futuro.