David Lorenzo, 'speaker' del Celta: «La voz de Balaídos son los 7.000 del Celta-Xerez»
GRADA DE RÍO
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Lleva desde el 2010 «berrando cada quince días» desde la megafonía del municipal vigués
14 feb 2015 . Actualizado a las 21:09 h.David Lorenzo está a punto de cumplir cinco años «berrando desde la megafonía de Balaídos» cada quince días, como él dice. Recuerda a la perfección aquel primer partido ?«marzo del 2010, 1-0 al Cartagena con gol de Trashorras y Eusebio aún en el banquillo», recita de carrerilla? y también muchos otros momentos que han venido luego. Periodista y celtista, su puesto de speaker le permite aunar ambas cosas. Porque cuando el micrófono está cerrado, asegura, él anima, se enfada, se emociona y continúa «berrando» como cualquiera de los otros miles de espectadores que le rodean en el municipal vigués.
-¿Cómo llega a ser speaker del Celta?
-Sabía que la persona que estaba antes que yo tenía que dejarlo por motivos laborales y me puse en contacto. Hice algunas pruebas y me respondieron que adelante. Yo daba saltos de alegría. Es algo muy especial, porque me encanta y, encima, es trabajo. No puedo estar más contento.
-¿Recuerda todavía aquel primer partido?
-Sí, tengo grabados los nervios de aquel día. Llegamos más o menos con una hora de antelación y, a medida que se acercaba el momento, la tensión iba en aumento. Pensaba que si ya estaba así a falta de media hora, cómo sería luego. Tenía experiencia en medios pero, al ser tan celtista, supongo que me importaba mucho hacerlo bien delante de la gente en Balaídos. Fue curioso, porque en cuanto me puse a hablar se esfumó el nerviosismo y resultó bastante bien.
-Un lustro después, ¿queda algo de aquellos nervios?
-Siempre los hay, no tanto por responsabilidad como por las ganas de que quede todo bien. El momento de las alineaciones igual a la gente le da lo mismo, pero para mí tiene mucha importancia, me gusta que salga lo mejor posible aunque luego haya errores o la tecnología te pueda jugar una mala pasada. Por ejemplo, se necesita ajustar los tiempos antes de que salgan los jugadores y tener en cuenta muchos factores para que quede perfecto.
-¿Qué parte le corresponde de iniciativas como que el público participe en las alineaciones o cante el himno capela?
-Lo de las alineaciones sí que lo propuse yo. Me dan libertad, pero algo que supone un cambio sustancial hay que consultarlo. Necesitábamos el impulso del club por redes sociales y su respuesta fue fantástica, les gustó mucho y a muerte, le dieron un gran difusión y así se logró que el celtismo se implicara. El himno a capela fue idea del Celta y gracias a ello se ha conseguido crear un gran ambiente antes de empezar los partidos que se prolonga luego.
-¿Y qué hay de frases como «golito de Nolito» o el silabeo de «Jo-a-quín La-rri-vey»?
-Lo de las sílabas me lo propuso un periodista que me comentó que el speaker del Nápoles lo hacía con Callejón e Higuaín y que tenía una gran complicidad con los espectadores. Al principio respondí que no me apetecía copiar a nadie, pero luego me animé a probar y me pareció que el nombre que más se prestaba era Larrivey, porque además es delantero centro y ya estaba lo del «golito de Nolito», que viene por la portada de Marca cuando le marcó al Madrid con el Écija. Me acordé y dije: «Lo voy a soltar». Ahora para completar los de arriba me falta Orellana y ya le he dado algunas vueltas, pero se aceptan ideas. Hay que ir despacio, que como dice una amiga, en Balaídos hasta hace muy poco no se hacía nada de esto.
-La afición es imprescindible que este tipo de cosas salgan adelante. Habrá notado el contraste entre sus inicios como speaker y la actualidad.
Sí, el cambio es fundamental, como el día y la noche, por decirlo de alguna manera. Cuando empecé igual iban 5.000 personas a Balaídos, lo de las alineaciones directamente no se hacía porque no hubiera dado resultado. Su participación es importantísima. Desde que llego al estadio siempre estoy pendiente de cómo están las gradas, de si puede quedar bien o un poco frío. Que la gente se involucre desde el principio crea una atmósfera diferente y el aumento de la asistencia ha ayudado muchísimo ahí.
-¿Recuerda algún momento embarazoso?
-Unos cuantos, pero que se pueda contar, pocos (risas). Confieso que en los goles que habré podido cantar en unos cien partidos, alguna vez me he equivocado. En una ocasión, en la temporada pasada, Rafinha centraba desde la derecha y el balón entró con un toquecito de Augusto que desde nuestra posición no se vio. Pues metí la pata cantando el gol como de Rafinha. O contra el Elche el año pasado, que marcó Santi Mina un gol legal anulado; estábamos buscando el empate y entre que me vine arriba y no vi que había señalado el fuera de juego, lo estuve cantando un buen rato. Fue un canteo. Pero me consta que mis antecesores también cometieron ese tipo de errores (risas). Algunos se evitan alargando el grito de gol para asegurarte de quién ha marcado. Otra anécdota que me perseguirá siempre es cuando el día de la permanencia había que dar el aviso de que no se invadiera el campo, que estaba prohibido y suponía una multa para el club. Sabías que era inevitable, por mucho que insistieras, la gente saltó y hubo multa. Era lógico y entre comillas hasta lo comparto y me alegro de que sucediera así.
-¿Fue aquel partido contra el Espanyol su mejor momento en la megafonía de Balaídos?
-Es complicado elegir, pero creo que me quedo con el ascenso. Llegaba después de cinco años de travesía por el desierto, con partidos en los que se sufría mucho, y era como volver al cielo. Tengo grabado a fuego el momento de acabar el partido y, entre unas cosas y otras, gritar: «Balaídos, ¡somos de Primeira!». El público se vino arriba y fue un momento increíble.
-¿Se ha perdido algún encuentro en este tiempo?
-Nunca. Estuve a punto en más de uno por incompatibilidades laborales, por estar trabajando fuera, pero luego siempre conseguía apañar, con un permiso o de la manera que fuera. Aunque no sea mi trabajo principal, le doy mucha importancia. Hubo una vez una huelga a principio de temporada hace dos o tres años que provocó que la primera jornada no se disputara y me vino genial porque ese día sí que me era imposible ir, estaba trabajando en A Coruña y no tenía manera.
-Mantiene mucho contacto por las redes sociales con la afición. ¿Qué le aporta?
-Siempre he tenido mi Twitter abierto a todo tipo de sugerencias, me gusta que la gente aporte porque yo, como aficionado, siempre he tenido mi opinión sobre si determinada cosa se podía hacer así o asá. Lo leo todo y luego puede encajar o no. Por ejemplo, de la música se encarga mi compañero Iago, pero como no tiene Twitter canalizo yo las peticiones e intentamos atenderlas. Pero te vas dando cuenta de que es imposible contentar a todo el mundo porque son 15.000 0 20.000 personas, cada una con sus preferencias, gustos y opiniones.
-¿Qué quejas le han hecho llegar?
-La megafonía ha mejorado mucho, pero había una época en la que dejábamos sordos a Río Alto y Tribuna mientras los de Preferencia y Río Bajo no se enteraban de nada. Mucha gente de Tribuna se daba la vuelta y nos increpaba con gestos vehementes (risas). Luego, con lo de Nolito, hay gente que te dice que qué bueno y otros que a dónde vas, que menuda chorrada y que no se merecen eso. Lo mismo con la música, pusimos Dragon Ball por aficionados a los que les encantaba y luego hay otros comentando que qué se piensan estos de la megafonía poniendo canciones del Xabarín Club. Pero lo cierto es que la mayoría son alabanzas.
-¿Y cómo se vive un partido en la cabina cuando el micrófono está cerrado?
-¡Mejor que no me oigan! Hay de todo, como un aficionado más: saltas, das un golpe, te alegras, gritas... Aunque a veces hace falta controlarse un poco, porque estamos justo detrás del palco y solemos tener cerca personas del equipo visitante. Confieso que en ocasiones, cuando el árbitro lo hace realmente mal, soltamos alguna indirecta para que nos escuche el representante del comité que suele estar por allí.
-Volviendo al micro abierto, seguro que la pronunciación de algún fichaje le habrá dado algún quebradero de cabeza.
-Desde luego. Siempre que viene uno nuevo complicado digo en plan de broma: «¡Torrecilla, la que me has liado!». Soy bastante quisquilloso con eso, intento preguntar cómo se pronuncia, por ejemplo con nombres como Bongonda, Radoja o Pranjic. Con el que no soy muy ortodoxo es con Krohn, que no se pronuncia como lo hacemos nosotros, pero como me ponga con la manera correcta la gente me diría que no me flipe. Lo importante es que sean buenos futbolistas, se llamen como se llamen.
-Mencionaba antes la complicidad del speaker del Nápoles con su afición. ¿No siente que también la ha conseguido con el celtismo?
-Eso tendrían que decirlo ellos. Intento que la haya teniendo en cuenta también que la afición está un poco a lo suyo y es lógico. Me han propuesto hacer lo de los nombres de las alineaciones también en los cambios, pero ahí creo que la gente está atenta al partido y no a lo que el speaker mande. No tengo queja, al contrario, siempre que se ha propuesto algo la gente ha respondido muy bien, de diez. Cuando me dicen eso de que soy «la voz de Balaídos» siempre digo que esa voz es la gente que anima los 90 minutos, los 7.000 del Celta-Xerez, que son quienes ayudan mi trabajo salga bien. Dependo de ellos.