La sombra del Celta en el Bernabéu

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Los vigueses hicieron una honrosa primera parte que se volatilizó en el desastroso segundo tiempo

06 mar 2016 . Actualizado a las 15:36 h.

La visita al Bernabéu resultó una sobremesa fatídica para el Celta. O, mejor dicho, para la sombra de sí mismo que fue el Celta en la segunda mitad. Tras un primer tiempo serio y honesto de los hombres de Eduardo Berizzo, el segundo acto se convirtió en una pesadilla en la que los célticos pagaron con gol cada balón perdido, cada acción mal jugada y el desconcierto general que se instaló en la plantilla. Más que nunca, en el coliseo blanco se echaron en falta los centímetros que aporta el Tucu Hernández. La ausencia del internacional cambió el escenario.

Wass con Danilo

Berizzo se presentó en el Bernabéu con un plan definido que pasaba por frenar a los madrileños y confiar en que a base de posesión llegasen los goles. La decisión clave estuvo en situar a Wass en la banda derecha del ataque para aportar a la ofensiva céltica, pero sobre todo para detener a Danilo, que en Balaídos había hecho más de un roto a los célticos. Con Jonny pegado a Cristiano y Hugo Mago acompañando en el centro de la defensa a Sergi Gómez, Planas volvió a tener su oportunidad en el costado zurdo. Marcelo asumió el centro del campo acompañado de un Tucu que se presumió como piedra angular mientras estuvo en el césped.

La lesión del Tucu

Al contrario de lo planteado en otros encuentros, el Celta no salió como un caballo desbocado ante el Real Madrid. Apostó por el control y la serenidad para ir asumiendo cada vez mayor protagonismo con el balón en los pies. El problema fue que cuando más solvente se veía a los hombres del Toto, Pablo Hernández se lesionó. Y ahí comenzó la debacle. El Tucu, con un trabajo menos vistoso pero determinante, era el encargado de poner equilibrio en el centro del campo conectando la faceta defensiva con la ofensiva y aportando centímetros al planteamiento céltico. Con su marcha del terreno de juego, el Celta perdió estatura y se encontró con que ni Cabral ni el chileno, los dos hombres más altos del equipo, estaban disponibles. El primer gol del Real Madrid, con Pepe saltando sobre la defensa, fue la constatación del problema.

El problema de siempre

El Bernabéu sacó los colores a los célticos a balón parado. Tanto a favor, como en contra. Y es que sobre todo los saques de esquina fueron un auténtico enemigo para los vigueses, y no es la primera vez. El gol de Pepe que desatascó el partido para los de Zidane llegó en una acción a balón parado que fue prácticamente idéntica a la que unos segundos antes habían tenido los madrileños y que había concluido con Rubén haciendo una parada de mérito. El sufrimiento de la defensa celeste en las acciones a pelota parada es máximo, y el hecho de que al equipo le falte estatura, empeora la situación.

El descontrol

Cualquier parecido entre las dos partes que el Celta protagonizó en el Bernabéu fue mera casualidad. Del equipo serio, ordenado, bien colocado, atento, intenso y anticipativo del primer acto se pasó a uno totalmente desconcertado tras el receso en vestuarios. La imagen que ofrecieron los del Toto se volvió tosca, incierta, falta de ritmo y carente de la pelota. Fue un equipo totalmente sobrepasado por el rival y que no era capaz de encontrar el norte ni la colocación. Los célticos, además, bajaron los brazos durante muchos minutos ofreciendo una imagen inédita y de equipo menor.

La posición de Wass

Berizzo apostó tras el descanso por matizar los puestos de sus hombres de ataque, trasladando a Wass hacia el centro y ubicando a Orellana en la derecha. El inmenso trabajo que el danés había realizado cortando el paso a Danilo se volatilizó y el Real Madrid generó mucho más peligro por esa banda. Lo mismo sucedió con el centro del campo, donde Radoja no encontró en ningún momento la posición y dos pérdidas de balón del serbio acabaron convirtiéndose en gol del Real Madrid, que durante un tramo del encuentro contabilizó por gol cada llegada ante un Rubén sobrepasado.

El fiasco de las rotaciones

Berizzo optó por rotar la portería y confió a Rubén Blanco la meta justo cuando mejor funcionaba Sergio bajo palos. Una decisión difícilmente comprensible y que quedó en entredicho por lo visto.