Dos de los recién llegados marcan en tres minutos lo que el Celta no había generado en 90
26 sep 2016 . Actualizado a las 14:10 h.El fútbol es lo que tiene. Que lo que no consigues en 90 minutos, puedes encontrarlo en tres. Y eso fue lo que le pasó al Celta. Durante la primera mitad perfeccionó el concepto de domino estéril, durante el segundo tiempo estuvo en el alambre a expensas de que el Espanyol encontrara el gol en cualquier momento, pero en el añadido dos jugadas que parecían inofensivas acabaron convertidas en gol y con firma de dos recién llegados, que se suman a la nómina de 250 jugadores que han marcado con el Celta en Primera, tal como recuerda CeltaHistoria. La primera acción tuvo a Rossi como protagonista, y la segunda a un Pione Sisto que se estrenaba como goleador en una jugada que parecía un paseo de 70 metros hacia la nada y que acabó con un baño de sonrisas celestes.
El gol
90 minutos estériles. Los dos goles maquillaron un partido en el que el Celta había brillado por sus carencias ofensivas. Aunque la estadística, a veces muy distanciada de las sensaciones, concedía al Celta nueve disparos, de los que cuatro habían ido a portería, el peligro generado por los hombres del Toto había brillado por su ausencia. Berizzo apostó por situar a dos flechas como Pione Sisto y Théo Bongonda en las bandas, pero la velocidad del danés y el belga no va de la mano de la finalización. Son capaces de ganarle metros a cualquier defensa, pero titubean a la hora de centrar, dar el último pase, rematar o tomar la decisión más adecuada. Quizás la juventud y la falta de experiencia les pasa factura en los momentos clave, y eso es un problema cuando tu cometido es generar peligro. Fue Iago Aspas, con un trabajo tan esforzado como poco fructífero, el que intentó mantener viva la llama celeste en ataque, aunque a duras penas. Un juego horizontal, sin velocidad en la pelota, incapaz de abrir fisuras en la pertrechada defensa espanyolista, y timorato y paciente en exceso, fue lo que mostraron los hombres de Berizzo durante hora y media.
Rossi
Calidad e instinto. Giuseppe Rossi va camino de convertirse en el antídoto de Berizzo contra la falta de gol. Lleva dos tantos con el equipo ?el otro fue en la Europa League? y cada vez que entra en el terreno de juego es capaz de generar sensación de peligro. Dentro del área es letal. Encuentra espacios y se revuelve como pocos. Y, por encima, tiene un olfato goleador privilegiado. Físicamente no está para echarse carreras. Quedó patente nada más entrar en el terreno de juego. Pero su calidad es un cheque al portador si le llegan balones peligrosos como el que Cabral le habilitó desde campo propio. Unos metros, un disparo con parábola perfecta, y un gol con sabor a tres puntos. Además, Rossi es de esos futbolistas que generan incertidumbre en la defensa rival, dejando vía libre para que sus compañeros, como el caso de Aspas, encuentren el camino.
Sisto
Una carrera de fe. El gol de Pione Sisto es para analizar. Sobre todo, en las filas del Espanyol, que pecó de un buenismo casi esperpéntico. Porque solo una falta absoluta de concentración o un cansancio extremo del equipo rival explican el estreno goleador del danés. Saliendo desde el lateral izquierdo se pegó una carrera de 70 metros en la que solo tuvo que realizar un par de quiebros para plantarse en el área rival. Ningún espanyolista le encimó. Simplemente le dejaron hacer con el balón en los pies y expectantes. Tanto, que incluso Aspas y Rossi, que también se habían sumado al ataque, estaban intrigados por cómo resolvería la jugada. Y la resolvió de la mejor forma. Con un tiro seco y certero que Diego López no supo ni pudo atajar.
Alertas
Un partido para aprender. El triunfo ante el Espanyol fue un chute moral y clasificatorio para el Celta. En tres minutos mejoró su estadística de goles y puntos. Pero eso no fue suficiente para ocultar los déficits que ensombrecen al equipo. El caudal ofensivo se ha visto reducido notablemente desde la temporada pasada, los errores no forzados son una espada de Damocles y el balón parado es infructuoso. Cuestiones a enmendar, pero que se atajan mejor desde la victoria.