
El moañés no ha vuelto a jugar frente al Alavés desde que sus dos tantos certificaron la permanencia en el 2009
15 ene 2017 . Actualizado a las 15:15 h.La lista de partidos memorables y de logros de Iago Aspas con el Celta es larga y ha crecido de manera considerable e en los últimos meses. Pero posiblemente el primer encuentro de esa lista -quitando su debut un año antes de la mano de Alejandro Menéndez- sea el que disputó el 6 de junio del 2009 frente al Alavés, el mismo rival contra el que los celestes juegan mañana. Ni el equipo ni el propio Aspas habían vuelto a coincidir desde entonces con los vitorianos.
En la previa de aquel partido, Iago era la anécdota. Pero el final de aquellos 90 minutos supuso el inicio del mito. Fue citado por Eusebio Sacristán debido a las bajas, aparentemente para completar la convocatoria por cuestión de número y acabó disponiendo de media hora de juego en un partido clave en la historia del club. Era el último partido del curso en casa y perder ante un rival directo hubiera supuesto prácticamente certificar el descenso y, con él, quizá la desaparición del club. Iago, celtista hoy y entonces aparte de céltico, lo sabía.
«Espero aportar calidad, técnica, garra y ganas 200 %», señalaba el canterano en la víspera del partido. Ya avisaba al definirse como «una persona nerviosa», incidiendo en que si llegaba a jugar iba a aportar su «granito de arena» para que todo llegara «a buen puerto». Esa oportunidad llegó en el 59, cuando Eusebio le hizo saltar al campo. Pero fue en el último cuarto de hora cuando revolucionó el partido.
A los 80 minutos abría el marcador. Lo logró aprovechando un centro de su amigo y también canterano Dani Abalo que cabeceaba a la red para hacer el primero del partido y de su cuenta personal. Porque el Alavés empataría a solo dos minutos para que se cumpliera el tiempo reglamentario, pero la última palabra todavía la iba a tener Aspas. Un segundo tanto suyo sobre la bocina -minuto 94- daba al Celta los tres puntos, la permanencia y futuro. Era también el principio de la leyenda de aquel joven jugador y algunos ya se lo dijeron entonces.
«Todavía no soy consciente de lo que hice. Todo el mundo me dice que voy a pasar a la historia del Celta y yo les digo que solo son dos goles, aunque valen la salvación que tanto nos importaba», declaraba Aspas al día siguiente el partido. Pasaba de ser un joven prometedor con mucho por demostrar a un héroe. Y reconocía haber cumplido «un sueño de pequeño», pero trataba de seguir con los pies en el suelo: «Solo llevo tres semanas con Eusebio. La ficha con el primer equipo me la tengo que ganar».
Este mismo año, y con motivo del mejor momento de la carrera, su madre, María Juncal, echaba la vista atrás para retrotraerse también a ese partido. «Nunca le vi tan feliz como ese día. Fue salir y marcar. Por nada quería que el Celta bajara», comentaba poniéndolo a la altura de muchos otros grandes momentos que han venido luego.
Esta tarde el joven canterano que salvó al Celta del descenso a Segunda B se reencuentra con el Alavés -que sí bajó aquel año-, con ambos equipos en la máxima categoría y con él convertido en la auténtica estrella del equipo celeste. Una estrella que, aunque con mucho camino por delante, para muchos nació aquel día.