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El Celta tiró de casta para acabar volcado en el área del Sevilla en busca de un empate que no llegó
28 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.El Celta regresó a casa sin puntos pero con la cabeza alta y la conciencia tranquila de quien ha hecho su trabajo y ha honrado la competición. Porque aunque era el Sevilla el que se jugaba parte de sus objetivos en el duelo con los de Berizzo, los célticos no desmerecieron en intensidad y en pelea. Probablemente la recta final de los hombres del Toto, que acabaron volcados en la portería de Sergio Rico, fue reflejo del carácter ganador de un equipo que lleva una semana con la palabra Manchester rondándole la cabeza a todas horas.
El once
Ensayo general. Berizzo salió con todo. Con el equipo de gala que está llamado a luchar con el United por alcanzar las cotas más altas de la historia del Celta. Sergio bajo palos, una defensa con Hugo Mallo y Jonny en los laterales y con Cabral y Fontás en el centro de la zaga, y con un medio del campo cien por cien internacional. Radoja como pivote, Wass convirtiéndose en la sombra de un N’ Zonzi que prácticamente estuvo desaparecido y un Tucu Hernández al que Gil Manzano, un árbitro de recuerdo infame entre el celtismo, envió a la ducha con media hora de partido por delante. Iago Aspas, Pione Sisto y Guidetti, de nuevo carne de penalti, completaron el tridente de ataque. El once llamado a hacer la machada ante los de Mourinho.
La defensa
Los detalles, la diferencia. Los errores individuales puntuales son los que atormentan al Celta. Así ha sido toda la temporada, y ayer no fue menos. En el primer gol Correa no encontró oposición a pesar de que Cabral, Hugo Mallo y un Radoja que no podía exponerse a hacer penalti, se interponían entre él y la portería. En el segundo tanto sevillista fue Roncaglia el que no cortó la jugada que acabó con Ben Yedder marcando. Incluso Fontás, en una salida de balón, se permitió un lujo que no acabó encontrando portería. Pequeños detalles que con los grandes pasan una factura enorme.
Los cambios
Bongonda revitaliza la banda. Quedarse sin el Tucu con media hora por delante condicionó todo el partido. El Sevilla, que llegó a rozar el 70 % de posesión -acabó con un 62 %- tuvo el balón, el control y la tranquilidad durante un tramo muy largo de partido. Hasta que el Toto dio entrada a un Théo Bongonda que con su velocidad hizo saltar las alarmas sevillistas y que encontró en el otro costado, en las piernas de Jonny, al perfecto agitador. Metros, velocidad, pero miopía de cara al área contraria. Ninguno de los dos jóvenes célticos hizo daño, pero sí obligaron a contemporizar a un rival que tuvo que afanarse más en defender que en atacar.
La casta
Actitud combativa. El Celta acabó jugando mejor con diez que con once, con el equipo distribuido en una especiE de 4-4-1 en el que Hugo Mallo hacía las veces de interior y que generaba sobre todo peligro por las bandas. Pero más allá del esquema, fue la actitud de los hombres de Berizzo, combativos hasta el pitido final, lo que definió el paso de los celestes por el Pizjuán. El equipo demostró garra, compromiso y honor. La afouteza con la que el equipo quiere hacerse grande en Europa.