






La Fundación dona material a una escuela de fútbol de El Salvador a través de un vigués que trabajó allí
22 jul 2017 . Actualizado a las 22:56 h.El Celta ha emprendido en los últimos años un intenso proceso de expansión que tiene como hilo conductor las escuelas que ha ido abriendo en diferentes lugares del mundo. Pero a donde no llega la entidad por sí misma le conducen sus aficionados. En rincones de lugares como Sudáfrica, con la escuela creada por admiradores de McCarthy, o Bolivia, por medio del misionero miembro de la Peña Muradana Pepa Loba, ya lucen desde hace tiempo los colores celestes. En los últimos días, el club ha llegado también a El Salvador de la mano del vigués Nico Domínguez.
Este celtista desde toda la vida estuvo hace años viviendo el ese país. «Me vine al acabar la universidad, quería dedicar mi vida a intentar ayudar a los demás en lo que yo más sabía y por medio de los jesuitas llegué a Centroamérica. Vine a ser uno más aquí, a vivir con la gente y a ayudar en todo lo que puedo», relata Domínguez. Fue a parar a la Chacra, «un barrio marginal y muy peligroso debido a todo el tema de las maras». Uno de los instrumentos para luchar contra esa realidad es el fútbol. Y cuando se habla de fútbol, para este aficionado se habla de Celta.

«Mi trabajo aquí era principalmente ayudar en todos los aspectos en la Chacra, a los líderes comunales, a que se organizasen, trabajo en las escuelas con los niños, sacar a la juventud de la calle para que no acabaran metidos en pandillas o delinquiendo... Al final haces de todo», recuerda. Entre esas cosas, él disfrutaba de manera especial con «una escuela de fútbol con un montón de niños» que pusieron en marcha. «Los chavales son del Celta porque yo les hablo del Celta, aquí lo que se vende es ser del Barça o Madrid, como en España. Pero ya los tengo terapeados. Como no tienen celulares, sigo en contacto con ellos a través de los educadores y entrenadores que tienen ahora».
Estos días, Nico está de vacaciones en El Salvador. «Me casé con una salvadoreña y por eso estoy tan unido a este país y ahora ya es también mi país», señala. Con ese viaje previsto, se animó a pedir ayuda a la Fundación Celta. «Les solicité que colaboraran con material deportivo y respondieron que por supuesto. Supongo que hacen donaciones a mucha gente, pero quizá esta es más especial porque llega más lejos: ¡a 12.000 kilómetros!».

El aficionado agradece especialmente a la Fundación este gesto que califica como «ejemplar» por lo que significa para los pequeños. «Ellos no se podrían permitir este material, pues es gente muy humilde en un país con mucha necesidad y pocos medios. Saben del Celta por mí, pero nunca habían tenido nada del Celta, ni aunque quisieran y pudieran, porque aquí solo se vende del Madrid y del Barcelona».
La reacción de los jóvenes futbolistas fue espectacular en el momento de recibir los uniformes, botas de fútbol, camisetas, pantalones de deporte y medias. «Cuando llegué aquí y entregamos el uniforme los niños no se lo podían creer, estaban emocionados, no podrían recibir mejor regalo pues todos los niños viven para el fútbol y sabiendo que todo el material venía del Celta, pues todavía más felices».

Domínguez está especialmente satisfecho por haber podido juntar las que considera sus grandes pasiones: «Ayudar a los demás, el Celta, el fútbol, la familia y la psicología». Porque el club vigués ha aportado su granito de arena para un trabajo «muy necesario para que los niños no acaben metidos en las pandillas y delinquiendo».