
Los vigueses, en un pésimo partido sin ocasiones, caen ante un rival que vivió del robo y de las contras
20 feb 2018 . Actualizado a las 00:06 h.El Celta sabía qué partido le esperaba en Getafe y cómo jugaba su rival, pero los madrileños ganaron con sus armas ante un equipo ausente, que se perdió en una sucesión de pases horizontales, al que no le salió nada y que nunca estuvo cómodo. Los de Bordalás vivieron una vez más del robo y el contragolpe. Así firmaron sus tres dianas. El primero tras un fallo en la entrega de Aspas que Ángel convirtió en gol, el segundo tras robarle la cartera a Lobotka para que Jorge Molina rematase a placer y para redondear el horrible partido un despeje le dio la opción a Ángel de marcar su doblete aprovechando que Rubén Blanco se quedó bajo los palos.
A Unzué no le funcionó nada. Ni la apuesta inicial por incrustar al Tucu Hernández (la única novedad) entre los centrales llevando a Lobotka unos metros más arriba, ni llenando el campo de gente ofensiva con los cambios. Porque ninguno de ellos, Iago Aspas y Maxi Gómez incluidos, llegaron a disponer de una sola oportunidad. De hecho, en todo el encuentro solo Stanislav disparó entre los tres palos en una ocasión. Un desastre de partido. La peor manera de comenzar un ciclo que en teoría debería posicionar a los vigueses en la carrera por Europa, algo casi impensable con actuaciones como la de ayer.
El Celta sabía que el Getafe vivía de los robos y las contras, y por ahí comenzó a complicarse un partido que debiera ser de pico y pala. Aspas no midió bien un pase en la frontal, los azulones robaron y Ángel lanzó un ataque que acabó con un tiro desde la frontal del área que rozó Sergi pero que terminó por colarse en la portería de Rubén, que unos minutos antes había respondido magistralmente a un disparo de Fajr desde la frontal.
El Celta, que había comenzado bien con tres balones colgados de inicio y que mantenía la compostura defensiva con el Tucu Hernández como pivote puro entre los centrales y con Lobokta un punto más descolgado, tenía el partido en el peor escenario posible porque además en ataque solo dio señales de vida en un disparo del eslovaco desde la frontal al que respondió Guaita poco antes del descanso. Todo lo demás fue una sucesión de pérdidas en el balcón del área ante un rival bien plantado, intenso, al límite y con la hoja del partido muy clara.
El panorama no cambió para nada en el segundo tiempo. El Celta siguió tocando el balón sin ninguna profundidad (las bandas no existieron) y el Getafe solo tuvo que esperar su momento para sentenciar. Todo el centro del campo acudió cual perro de presa en busca de Lobotka para que no pudiera girarse, le robaron el balón, Ángel lanzó el contragolpe, Portillo llegó solo al lateral del área y sirvió el balón para que Jorge Molina marcase a placer. Un gol de bandera que parece fácil cuando ningún rival es capaz de interceptar el balón.
Unzué buscó la reacción en el banquillo, pero la presencia de Emre Mor, Boyé y Radoja recolocando a Lobotka no cambió nada. Quizás una conducción de balón más cerca del área de Guaita, pero en realidad el portero valenciano no tuvo que hacer una solo parada de mérito en toda la contienda. La debacle se consumó con otra pérdida, un patadón del rival y una volea de Ángel aprovechando que Rubén esperó el desenlace de la jugada bajo los palos.
Por primera vez el Celta se queda sin marcar a domicilio, un dato menor frente a las tres jornadas consecutivas sin ganar (un punto de nueve) y el pésimo juego.