El último borrón de un año plano

X.R.Castro

GRADA DE RÍO

Domenech Castelló | Efe

El Celta con mucho balón y ningún colmillo cae ante un Villarreal al que le bastaron tres goles tempraneros de Bacca para vivir un día plácido (4-1)

28 abr 2018 . Actualizado a las 23:33 h.

Cuando un equipo necesita ganar, lleva dos goles de desventaja y acapara el balón durante todo el segundo tiempo para tirar una sola vez a puerta, lo dice todo. El Celta se perdió en la horizontalidad, pagó las pérdidas de balón y las malas coberturas con los goles de Carlos Bacca y por encima, el árbitro tampoco le ayudó al no señalar un penalti sobre Wass en el primer minuto y conceder en fuera de juego el segundo tanto del submarino en el minuto después al empate de Pione Sisto. Y como consecuencia, un 4-1 (Castillejo marcó el cuarto en el descuento) que invita a pensar que el cuento europeo del cuadro vigués escribió su última página.

Todo en un partido que el Celta controló, en cuanto a balón, pero que el Villarreal jugó a placer. Por su facilidad para correr el controlpe y plantarse solo en media docena de veces ante Sergio y por la incapacidad del conjunto vigués para derribar líneas a través del balón. El suyo fue un dominio insulso e inocuo. Quizás el mejor resumen a una temporada en donde el cuadro vigués cumplió el mínimo de la permanencia y pero desperdició una oportunidad de oro.

Es cierto que Alberola Rojas birló un penalti sobre Wass y en el fuera de juego de Bacca en el segundo gol del Villarreal, pero el Celta no puede dejar semejante autopista a merced de un conglomerado de peloteros de muchos millones. Por ahí, por el contragolpe se fundió todo el trabajo del primer tiempo. Porque de poco vale crear las primeras oportunidades, jugar en campo contrario y tener el balón, cuando es el rival quien golpea cada vez que lo intenta. Así firmó un triplete Bacca en un partido que se comenzó a romper por un exceso de confianza de Hugo Mallo que permitió al colombiano robarle la cartera y marcar el primero. El segundo llegó en otra contra, nada más empatar Pione Sisto con la colaboración del portero Asenjo, y con Lobotka y Cabral yéndose al suelo para dejar el camino libre a los amarillos. El tercero, con un dos contra Sergio y Bacca también resolvió con comodidad.

Casi todo lo demás lo puso el Celta, con Pione y Maxi apareciendo mucho en ataque (el danés tuvo un par de intentos y el charrúa erró con el 0-0 ante Asenjo). Wass también estuvo cerca del gol antes del descanso, pero le pasó por detrás.

Tediosa horizontalidad

El segundo tiempo fue un ejercicio de impotencia superlativo. El Villarreal montó sus tres líneas por delante de la portería de Asenjo, regaló el balón al Celta y los vigueses se pasaron un tiempo entero jugando con una horizontalidad desesperante sin derribar una sola línea del rival. En 45 tediosos minutos, la única ocasión real la creó Pione Sisto -el único que se salva- con una rosca a la que llegó Sergio Asenjo con la parada de la noche. Ese lance, casi al principio de la reanudación, pudo transformar el partido, pero no fue así y todo lo demás, fue un día más en la oficina para el Villarreal. Ni los cambios mudaron la dinámica, aunque al menos el Tucu volvió a poner en duda por qué tantas dosis de ostracismo en este equipo.

Incluso los amarillos pudieron firmar una goleada mayor de no ser por un par de intervenciones de Sergio, un palo y los fallos de Raba. Con todo decidido, ya en la prolongación, Samu Castillejo marcó el cuarto para poner punto final a un partido que confirma que este Celta no está en la carrera por Europa por muchas vidas que le concedan los rivales. La temporada, salvo milagro, pasará a la historia con un aprobado raspado. La permanencia.