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La afición celeste tiró de retranca ante la blanquiazul, resignada a lo que le esperaba en Balaídos
05 may 2018 . Actualizado a las 23:05 h.El celtismo afrontó el derbi frente al Deportivo consciente de que en la grada tenía todas las de ganar. Sabiéndose equipo de Primera el próximo curso, con el eterno rival descendido y estando en Balaídos, era difícil no salir victoriosos. Así, una cita que siempre agudiza el ingenio de las dos hinchadas tuvo ese efecto más que nunca del lado celeste frente a los deportivistas, que, sin apenas alicientes, viajaron a Vigo con resignación y listos para aguantar el chaparrón. Además, no se produjeron incidentes en el primer derbi en años que no fue declarado de alto riesgo.
Balaídos fue una fiesta. Sin aspiraciones tampoco para el equipo vigués, poco más necesitaban los locales que tener enfrente a un Deportivo en uno de sus peores momentos para disfrutar de una tarde de (poco) fútbol. Si además llegaba el gol de Maxi, mucho mejor. Aunque al final no pudieran celebrar un triunfo.
Los cánticos que el celtismo había preparado para la ocasión comenzaron a sonar ya en la llegada del conjunto que dirige Seedorf. Tres nombres propios centraron la atención por diferentes motivos. Al excéltico Krohn-Dehli, cuya marcha al conjunto blanquiazul no sentó bien en Vigo, le cantaron el clásico «besa el escudo». Para Luisinho -cuyas declaraciones en la ida no olvida el celtismo- pidieron el Balón de Oro y para Lucas, la selección.
Las mismas consignas se repetirían dentro, la última entonada también por el deportivismo. En la grada de Gol, otro recado en forma de pancarta: «O sentimento galego seguirá en Primeira». Era una alusión a la petición de Lucas Pérez antes de que se consumara el descenso, apelando a ese sentimiento si su equipo llegaba al derbi con opciones de salvación. Entre las banderas, bufandas y demás distintivos celestes se colaron los globos con el número dos en referencia a la categoría en la que militarán los blanquiazules el próximo año.
No hizo falta más que un gol de Maxi y media hora de partido para que el celtismo hiciera la ola. Sonarían también la Rianxeira y el Miudiño. Cada vez que el Deportivo daba dos pases seguidos se oían «olés» y la Bamba fue adaptada inspirándose en el lema de la campaña de abonados del rival: «Somos xente mariñeira». Cantaba el celtismo: «Yo no soy marinero, soy capitán». Seguido del «a Segunda» que se repitió alternado con el irónico «sí se puede».