
La gestión de un vestuario es la clave y la tarea más difícil de un entrenador. El técnico tiene dos ámbitos de actuación, uno individual y otro colectivo. En la relación individual entre preparador y jugador hay dos variables muy importantes que son la motivación y la autoconfianza, aspectos que el entrenador tiene que trabajar con el futbolista. En el centro de esta tarea está que el técnico debe trabajar la motivación intrínseca del jugador y plantearle objetivos de mejora individual que le ayuden a seguir trabajando para, cuando le llegue la oportunidad, estar preparado para competir.
La otra acción que debe hacer el entrenador es de refuerzo de la autoconfianza en la toma de decisiones. Como ejemplo está el caso de Sisto. En la primera jornada hizo un partido que no le salió muy bien y Mohamed le demostró confianza al mantenerlo.
Luego, hay otro ámbito de trabajo interno por parte del técnico que es la gestión colectiva. Los refuerzos pueden venir por medio de dinámicas de grupo que refuerzan el papel individual en el equipo o bien por charlas colectivas donde se destaque que el trabajo de los que menos juegan redunda en el beneficio común porque hace que se incremente el nivel de competitividad.
Otro factor importante es que cada jugador tenga claro cuál es su rol en el equipo, tanto lo que el entrenador quiere de él, como en la asunción del rol. La aportación de un psicólogo al trabajo del cuerpo técnico permite siempre trabajar con mayor profundidad.