Mohamed planteó un partido similar al del Atlético pero el bajón defensivo del equipo fue determinante
18 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Al cuarto partido el Celta sufrió su primera derrota. Y lo hizo justo como Mohamed no quería, encajando hasta tres goles en una contienda en la que tuvo el balón y un buen arranque y un buen final, pero en la que reapareció la fragilidad defensiva que tanto daño hizo el curso pasado. Aunque el equipo tuvo la misma puesta en escena que en contiendas anteriores, esta vez no obró su magia. Un toque de atención, avisa Hugo Mallo.
El once
Misma idea, distinto final. El mismo once y la misma disposición. Mohamed fue fiel a su palabra y repitió con los hombres que le dieron la victoria al Celta ante Levante y Atlético. En el centro dispuso a tres futbolistas que formaban un particular triángulo con Lobotka y Fran Beltrán en la base y Pione Sisto en la punta. Pero, como sucedió ante los colchoneros, el danés actuó donde le dio la gana. Se le vio muy participativo en tareas defensivas y colaborando en la salida de balón. Es el verso libre del equipo. Tras tres jornadas repitiendo once, la expulsión de Cabral obligará a Mohamed a introducir cambios ante el Valladolid en los nombres y quizás en la pizarra.
La defensa
El equipo regresa al pasado. La solvencia y seguridad defensivas que los vigueses presentaron en el primer tramo de la liga se desvaneció en Montilivi, donde el Girona se hizo fuerte con dos goles de cabeza y un contragolpe. Los célticos no supieron defenderse por alto ni cortar a un rival que aprovechó las faltas de concentración de los de Mohamed, que desde el minuto uno ha hecho hincapié en que quería, ante todo, un Celta que no encajase. El balón parado, hasta el momento bien defendido, reabrió la herida de antaño, ya que las torres catalanas lo remataban todo.
El guion
Un partido incómodo. El partido siguió un guion incómodo en todo momento para el Celta. Encajó pronto, y al poco de empatar recibió el segundo. Primero los célticos se estrellaron contra la presión alta y asfixiante de un Girona pragmático y resolutivo, y en el segundo tiempo se dieron de bruces con un contrincante que se parapetó de tal manera que los vigueses no encontraban rendijas por las que entrar. La verticalidad con la que los célticos comenzaron el partido se fue perdiendo, y el equipo acabó volcado en campo rival pero echando de menos más profundidad y más capacidad para descoser al contrario.
Los cambios
Flexibilidad en la pizarra. El Turco es franco de palabra y de obra. Cuando algo no le gusta, lo cambia. Por eso nada más volver de vestuarios modificó dibujo y nombres. Sentó a Júnior Alonso para dar entrada a Boufal y recuperó la línea de cuatro defensas. Quería más artillería para derribar el muro de los de Eusebio, pero esta vez su apuesta no resultó efectiva. Sobre todo, porque el argentino acabó recargando el ataque con muchos delanteros -Maxi, Aspas y Dennis- completándolo con hombres netamente ofensivos como Boufal y Brais, pero sin generar auténticas vías de agua en un rival fuertemente pertrechado que infligió a los célticos la primera derrtota.