El argentino asegura que el momento más duro de su etapa celeste fue marcharse
22 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Casi han pasado cinco meses desde que Pedro Pablo Hernández (San Miguel de Tucumán, Argentina, 1986) pidió al Celta que le dejase regresar al fútbol de su país. Motivos familiares le empujaban a volver a los orígenes tras muchos años lejos de su gente, y el club vigués accedió. Hoy el fútbol del Tucu está al servicio de Independiente, pero cuando echa la vista atrás no puede evitar emocionarse al repasar sus cuatro años en el Celta. No fue un camino de rosas, pero se ha llevado la mochila cargada de los mejores recuerdos.
- ¿Cómo están siendo los primeros meses tras su adiós al Celta?
- Bien, estoy intentando acomodarme lo antes posible. El recibimiento que he tenido ha sido el mejor y ahora me toca tratar de disfrutarlo donde me toque estar.
- ¿Está contento por haber dado el paso de dejar Vigo y regresar a Argentina?
- Fue una decisión difícil, dejar el Celta no ha sido nada fácil para mí. Fue una decisión muy dura que tomé con la familia. A veces hay que hacer cosas que no nos gustan, pero tomamos la decisión de volver a nuestro país, estar con la familia, y en eso nos salió muy bien porque hemos podido compartir momentos que antes no podíamos. Para todos es muy importante.
- ¿Tras tantos años lejos del fútbol argentino, le ha costado mucho amoldarse?
- No, me he adaptado rápido, ya conocía este fútbol bastante bien y los compañeros que tengo son muy buenos jugadores. Es una idea parecida a la del Celta en querer jugar. No es el Celta, pero es lo más parecido.
- Cuando mira atrás, ¿qué valoración hace de su etapa celeste?
- La mejor, la mejor. Lo que hice en el Celta siempre fue lo mejor, le di todo lo que tenía para dar, y con eso me quedo mucho más en calma. Siempre quise dar lo máximo por el club y por eso me fui tranquilo, porque di al club todo lo que tenía.
- Cuatro años dan para mucho bueno y mucho malo. ¿Con qué se queda?
- Lo más bonito fue el año previo a la UEFA y el año de la UEFA. Creo que fue algo único, histórico para el club y para mí. Eso me deja muy satisfecho. Yo quise ir y dejar mi marca en el Celta, y sé que costó, pero durante los cuatro años que estuve siempre luchamos el máximo, siempre queríamos más y creo que pusimos al club en lugares europeos junto a grandes equipos, y eso me satisface muchísimo. No puedo decir qué temporada es mejor, pero esas dos fueron muy intensas. Lo más duro fue marcharse.
- Y ese instante que jamás olvidará...
- El pase con el gol de Cabral en Ucrania, cuando empata Cabral y luego el penal de Iago. Creo que fue un partido que quedará en el recuerdo de todos. En un momento nos dieron por muertos y pasamos, fue algo único sentir esa sensación de enfrentare a un rival tan fuerte e importante. Fue increíble. Luego fueron pasando los partidos, cuando Manchester, por un detalle no pasamos... todavía duele. Pero esos son los momentos donde se vio todo lo que veníamos haciendo anteriormente. Fue inolvidable, lo disfrutamos muchísimo.
- Habla de momentos bonitos, pero también los hubo difíciles. El primer año le costó.
- Al llegar no estaba al cien por ciento y el equipo estaba casi armado. Me costaba, no estaba acostumbrado a lo que el equipo me pedía y eso a mí me molestó muchísimo conmigo mismo porque yo sabía lo que podía dar. No era el Pablo Hernández que sabía que podía aportar. En su momento, después de ese primer año, se dio la posibilidad de salir, pero yo dije que no, que no quería irme y dejar esa imagen, quería dar lo mejor. Luego vivimos tres años que para mí fueron únicos porque nació mi hija en Vigo y la gente en la calle siempre me ha tratado de la mejor manera. Son cosas que quedan en la cabeza y el corazón. Ir y que te traten de esa manera, te reconozcan tu trabajo, es impagable. No se olvida.
- ¿Cree que ha dejado buen recuerdo entre esa afición a la que le costó tanto ganarse?
- Ellos han dejado un gran recuerdo en mí y yo creo que también se lo he dejado a la afición. Al principio sabía que iba a costar, pero que íbamos a llegar. Gracias a Dios salió de lo mejor y estoy muy contento por eso.
- Cuando fichó por el Celta llegaba de ser figura con O´Higgins, pero ¿en Vigo tiene la sensación de que creció como futbolista?
- Sí. Fueron años en los que crecí mucho. Desde que llegué de Chile cambió muchísimo mi estilo de juego, mi manera, fue un fútbol diferente y eso me ayudó muchísimo como profesional y como persona. Con el trabajo, con el equipo, con la integración fue de lo mejor. En el Celta me encontré con un plantel súper bueno y súper fuerte y grandes jugadores, y acabas sacando lo mejor de cada uno. Para nosotros fue muy importante el grupo y el cuerpo técnico. Nos hizo mejores como jugadores y personas.
«En Vigo lo he dejado todo y me he traído un trozo, que es mi hija»
Pablo Hernández llegó a Vigo de la mano de Eduardo Berizzo, con el que había triunfado en el fútbol chileno y que sabía lo que el internacional podía dar.
- ¿Qué significa Berizzo para usted?
- Un antes y un después. El Toto para mí fue no solo una relación técnico-jugador, sino también de amistad. Pablo Hernández hay dos, uno antes y otro después del Toto.
- ¿Está siguiendo al Celta desde Argentina?
- Sí, lo veo y hablo con mis compañeros. Todavía no han agarrado la idea de lo que quiere el técnico, siempre al principio cuesta. Pasó en su momento con el Toto, al principio las cosas no fueron bien y acabaron de la mejor manera. Lo más importantes es que mis excompañeros están bien, tiran para delante, los resultados no acompañan, pero irán a mejor. Tienen un gran plantel, son muy buenos jugadores y lo van a hacer bien, solo que lleva tiempo.
- ¿Cuando fichó, tenía referencias de Antonio Mohamed?
- No lo tuve como entrenador, pero cuando hablé con el Celta para salir ya sabía que iba a ir el Turco. Lo poco que he charlado con la gente que lo conoce, me hablan muy bien de él, me dicen que maneja muy bien el grupo. La decisión mía de marcharme ya la había tomado, fue duro.
- ¿Deja amigos en Vigo?
- En Vigo lo he dejado todo. He dejado todo y me he traído un trozo de Vigo conmigo, mi hija nació ahí y es algo muy lindo para mí. He dejado amigos, compañeros que ya eran amigos, la gente que trabajaba en el club siempre me trató de la mejor manera y eso son cosas que hacen sentir bien a un jugador. No solo ser reconocido por lo que se hace, sino dejar una buena imagen como persona ha sido muy importante para mí. Y el reconocimiento de la gente después de haberme ido fue lo mejor, fue algo tan lindo que no se me va a olvidar nunca. Me llevo conmigo cada cara, cada recuerdo.
- ¿Volverá algún día, aunque sea de visita?
- Sin duda, tira, tira mucho. Lleva tiempo olvidar cuatro años, siempre se va a quedar en el recuerdo. El Celta para mí ha sido mi casa. Pasar por un mal momento y haberlo revertido fue único, me he sentido en casa. Fueron cuatro años muy buenos, eso no se olvida.