«¡50 años de socio no, ya llevo 51!»

M. V. F. VIGO

GRADA DE RÍO

Los abonados históricos protagonizaron un emotivo acto al recibir sus insignias

07 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El acto de entrega de insignias de oro a los socios que llevan 50 años siempre está marcado por la emoción y, sobre todo, por el celtismo. El orgullo que siente cada uno de los celtistas que son merecedores de esta condecoración les lleva a reivindicar cada año a sus espaldas: «¡50 no, 51!», corregía uno de los presentes al presidente cuando hablaba de la cifra redonda. Porque desde la anterior entrega ha pasado más de un año y cada temporada que van cumpliendo es motivo de celebración.

Algunos más ágiles, otros en silla de ruedas, muchos con memorias prodigiosas y absolutamente todos con grandes recuerdos en celeste. Un denominador común que veían premiado con sus insignias y también con el reconocimiento del presidente Mouriño. «50 años, es fácil decirlo, pero qué difícil es conseguirlo. Mucho esfuerzo, mucho sufrimiento, mucha emoción también, alguna que otra alegría», resumía.

Pastora Domínguez, la única mujer condecorada ayer, no dudaba demasiado al responder que han sido «más sufrimientos que alegrías», pese a lo cual ha seguido siempre al pie del cañón. «La insignia te hace mucha ilusión porque somos gente que estuvimos con el equipo en Segunda B, la etapa más dura que recuerdo», comentaba. Ahora va menos a Balaídos porque padece de una cadera, pero no se pierde un partido. «A veces me pongo mala, pero confío en que hay tiempo para solucionar esta situación», recalcaba apelando a sus años de experiencia celeste.

Otro que constata que ha habido tiempos duros es Xosé Lois Ripalda, que aunque socio en los últimos 70 años con una única excepción -cuando siendo maestro le destinaron a Asturias y se dio de baja brevemente-, recuerda una ocasión en que no pudo pagar el día del club. «Era un partido contra o Madrid e non tiña cartos para o suplemento, así que saltei. Como outros subían ás árbores para ver ao Celta. E como pasamos moitas veces frío e chuvia, loitando para meternos na pouca zona cuberta que había ou ata escapando da leña que daban os grises», relataba con emoción.

En su intervención, el presidente también agradeció a los abonados todas las penurias pasadas con el equipo, aunque se centró en el tiempo que lleva él al frente. «Queremos agradecer la comprensión que tuvisteis para aguantar la tremenda situación económica de cuando llegamos, pero los problemas pasaron y no nos gusta regodearnos en lo conseguido, sino disfrutar de lo que nos falta por conseguir», ahondó. En ese apartado está la ciudad deportiva, «un sueño cumplido» como a A Sede.

Destacó que ahora están en un momento de estabilidad en Primera y que, aunque «con sufrimiento» han logrado «ir sorteando las dificultades» y espera poder seguir haciéndolo. Porque crisis de resultados era inevitable tema de conversación. «Gudelj, vas a tener que salir tú a marcar los goles», le decían al actual delegado. Pero la mayoría de los expertos celtistas lo tienen claro: confían en la salvación.

M. V. F.

Pastora Domínguez, 70 años: «Me hizo socia mi marido a los 19, no sabía nada de fútbol, pero lo que no quería era quedarme en casa»

A Pastora Domínguez socia desde 1968 (es de las que llevan en realidad 51 años) le molestaba que su marido la dejara sola en casa por el fútbol. «Yo me cabreaba cando él iba sin ser socio y yo no, y cuando se abonó, me hizo a mí también. Tenía 19 años y no sabía nada de fútbol, iba y no sabía lo que veía, lo que no quería era quedarme en casa», comenta sobre una realidad que ha cambiado en este tiempo. Cuenta que el momento más triste que recuerda es el descenso a Segunda B pero que «por supuesto también vives momentos muy buenos».

De ese «no saber lo que veias», Pastora ha pasado a entender perfectamente y, sobre todo, a defender al Celta contra viento y marea. «Empiezas sin saber, pero luego cada vez lo vives más, te pica el gusanillo y te molesta cunado la gente dice cosas que a veces son ciertas, pero piensas: '¿Qué tienes que hablar tú que ni siquiera vas a Balaídos?'».

M. V. F.

Xosé Lois Ripalda: «Un ano saltei porque non tiña cartos para o suplemento do día do club»

Xosé Lois Ripalda lleva 70 años de socio, pero con una interrupción por trabajar fuera como maestro. Él siente que no ha dejado de ser socio nunca, porque en efecto nunca ha dejado de ser celtista. «Comparto a medalla con todos os que non puideron chegar ata aquí pero sufriron polo Celta coma min». 

Sus mejores recuerdos son «todos os de cando estás en Primeira, en Segunda non tanto». Y recita de memoria un once con todos sus integrantes gallegos entre sus primeras memorias celestes. «O que non entendo é como non xogan ben coa alfombra que é agora o campo, lémbrome dos anos nos que se desbordaba o Lagares, aquilo si que era difícil...». Y entre los nombres propios que le han marcado, Amoedo. «Un dos meus primeiros anos gañamos 6-1 ao Zaragoza con dous goles del. No celtismo sempre houbo vítimas e el era un delas, chamábano aldeano coma se fose algo malo e eu queríalle moito».

M. V. F.

Manuel Costas: «Mi mujer llegó a decir que o ella o el Celta»

Manuel Costas se desplaza en silla de ruedas, pero sigue yendo de vez en cuando a Balaídos. Confiesa que de novios, su mujer le decía aquello de «o el Celta o yo», pero no hizo falta elegir. Lo constata la esposa, Alcira García, que no es socia, pero quiere que gane el Celta siempre por el cariño que le tiene y porque si no su marido «se incomoda». «Me gusta que gane porque él está más contento».

Explica que ayer, Manuel apenas durmió con los nervios del homenaje. «Estaba emocionado, ilusionadísimo con venir aquí. Lleva toda la tarde preguntando qué hora es y cuándo nos vamos», relata. Ella es poco asidua a Balaídos, pero cuenta divertida que una vez que fue «iba perdiendo y al final ganó».

M. V. F.

Franco Cobas: «Agora é o meu neto quen tira de min para ir a Balaídos»

A sus 80 años y tras 50 de socio, Franco Cobas, que presume de haber sido atleta céltico y haber lucido con orgullo el escudo, confiesa que inculcó el celtismo a su familia y ahora es el revés. «Facémonos maiores e agora é o meu neto quen tira de min para ir a Balaídos». Como el propio Franco, también es «celtista desde meniño».

Recuerda como algo extraordinario la primera vez que vio a Celta, en el año 50. «Lembro aquel once con Simón, Alonso, Lolín, Otero, Díaz, Villar, Atienza, Hermidita, Mekerle, Sobrao e Vázquez», recita haciendo gala de una memoria prodigiosa. «Coñecía aos xogadores dos cromos e a primeira vez que os vin foi maravilloso». Recuerda anécdotas como el día que se encontró a Hermidita en el tranvía, volviendo como él de un partido. «El ía para Gondomar e dicíanlle que non xogara ben, ¡e marcara tres goles!».

También se acuerda de cuando a Alonso al volver del Mundial de Brasil en el que le habían regalado un reloj de oro le decían que jugaba mal porque «debía de ter medio de romper o reloxo».