El Celta arremete de nuevo contra el Concello por la reforma de la grada de Marcador
06 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El Celta volvió a la carga en la jornada de ayer reclamando un estadio digno, tildando de «inmensa chapuza» la reforma que el Concello de Vigo está llevando a cabo en Balaídos, quejándose de los retrasos en los plazos de ejecución y acusando a los promotores de la obra de provocar un «millonario sobrecoste» en una obra que no estará finalizada según la entidad para el centenario del 2023.
El proyecto de la reforma de la grada de Marcador es, según el comunicado, el último aspecto que ha llevado a la entidad a pedir una vez más «un estadio digno para la afición, el club y la ciudad dada la inmensa chapuza que el Concello de Vigo realizará en la emblemática grada».
Porque el Celta indica que ha podido constatar numerosas deficiencias «que causarán innumerables problemas e incomodidades a los aficionados». El primero, que en función del diseño de la cubierta no habrá protección para la lluvia, que afectará según las previsiones de la entidad a casi toda la grada, algo que tachan de «absolutamente intolerable» en un estadio «nuevo».
También denuncian los problemas que a su juicio provocará la unión entre las gradas de Tribuna y Río con Marcador. «Habrá abonados y aficionados de Río Bajo que tendrán enfrente la grada de Marcador en lugar del terreno de juego, es decir, deberán girarse por completo para poder seguir el partido».
Dentro de lo que califican «una propuesta estética nefasta», también denuncian que las gradas serán «completamente diferentes y asimétricas, con distintas estructuras y alturas», con dos apartados a tener en cuenta según la misiva. Por un lado la «solución totalmente insuficiente» en materia de movilidad, accesos y evacuación entre gradas y por otro el engarce de los graderíos que «se ha realizado sin un mínimo criterio estético y resulta simplemente horroroso».
El Celta pone, además, como ejemplo, que la reforma debía completarse acercando la grada a cuatro metros del terreno de juego como hizo el club con la reforma de Tribuna Baja «el único graderío nuevo, construido por el club y el único que colma las exigencias de comodidad y funcionalidad para abonados y aficionados», según pone de manifiesto la dirección céltica.
Al margen de la obra, el comunicado pone el acento en otros dos aspectos: los retrasos de los plazos de ejecución y el sobrecoste de la obra. El primero de los aspectos lo tilda el Celta de «asunto especialmente hiriente», indicando que los plazos de ejecución de la grada fueron modificados «sin explicaciones en diversas ocasiones», acumulando un retraso que en la práctica ha provocado perjuicios a los aficionados y al club, poniendo como ejemplo la campaña de abonados de la temporada en curso, en donde no se dieron altas en Marcador «y con listas de espera e imposibilidad de elegir grada en muchos casos dada la advertencia del Concello de que la reforma comenzaría el pasado verano», precisando el Celta que «un año después no se ha movido absolutamente nada».
El club también habla de «millonario sobrecoste» que desde su punto de vista se ha ido acumulando desde el anuncio de reforma, una remodelación que según el acuerdo inicial tenía que estar concluida «en su totalidad» en el año 2017 y que sin embargo no estará finalizada en el 2023 para el centenario del club. En este sentido Carlos Mouriño, el presidente del conjunto vigués, indicó en septiembre del pasado año que el convenio para la reforma del estadio llevaba más de dos años vencido y que no descartaban llevar el asunto a los juzgados, cuestión que por el momento no ha llegado a producirse.
No estará para el centenario
Sin fecha para el final de una obra que comenzó en el 2016, el Celta finaliza su escrito manifestando que «al final se perpetrará una gran chapuza que pagarán los ciudadanos cuando el Celta ofreció diferentes soluciones para evitarlo». Carlos Mouriño había solicitado en octubre del año 2016 que el Concello vendiera el estadio al club, algo que se descartó desde la institución municipal aduciendo que era inviable por ley.
Cuatro años después, las diferencias entre las partes todavía se han incrementado más (a día de hoy parecen enemigos irreconciliables) y la reforma todavía tiene pendientes los asientos de la grada de Río, por el problema de espacio, y la demolición y construcción de los dos fondos.