La peña viguesa nació en el año 2011 a raíz del viaje del play-off fallido y ronda los 200 socios
19 abr 2020 . Actualizado a las 12:17 h.El viaje del celtismo a Granada a finales de la temporada 2010/2011 no acabó de la manera deseada. El ascenso que se perseguía se haría esperar un año más, pero de aquella experiencia nacería, sin necesidad de consumar el regreso a la élite, la que hoy es una de las peñas más activas del celtismo: la viguesa Irmandiños 1923. En agosto, cuando celebran oficialmente su aniversario, cumplirán nueve años de crecimiento y celtismo incondicional.
Cuenta su presidente, Alberto Fraga, que en aquel desplazamiento para el play-off fallido coincidieron «un grupo de celtistas más o menos de la misma quinta con una idea común de cómo vivir el Celta». Y no solo eso. También compartían una inquietud común, compartían la conciencia de «los problemas de animación que tenía Balaídos, por aquel entonces concentrada en un par de focos y con el resto del estadio un poco apagado». Cambiar ese panorama fue desde el primer momento una de sus razones de ser, concebida su agrupación como «una peña activa que aporte decibelios y colorido».
A los fundadores, que en algunos casos no se conocían de antes, se les sumaron sus círculos cercanos hasta reunir un grupo de gente importante como para dar luz verde a la peña. «La cosa creció por encima de las expectativas desde el primer momento y se fue consolidando con el tiempo», dice Fraga. Hasta los más de 200 irmandiños que hoy conforman este proyecto. «Vimos que había potencial para montar algo chulo, no solo un grupo de amigos con los que ir al fútbol, sino ir de forma activa, animar, conocer a más gente, viajar con el Celta...», detalla. Y subraya que, de no conocerse, ahora muchos son amigos y tienen «un montón de historias compartidas». Algunas de ellas, en su sede, La Praderita, compartida con la Peña Natxo Insa.
El perfil del peñista de Irmandiños 1923 es «heterogéneo». Aunque la mayoría están entre los 20 y los 30 años, cuentan con abuelos -como por ejemplo, Carlos, que viajó por primera vez en avión para ver al equipo- y niños pequeños. Una variedad que valora especialmente su presidente. «Es de las cosas que más me gustan y sorprenden de la peña. Hay gente de distintos orígenes, gustos, ideas…», destaca. Además, aunque son una peña viguesa, tienen miembros en Madrid, Barcelona, Valencia o Irlanda, entre otros lugares.
Querían ser una peña donde el único requisito fuera «la fidelidad indiscutible al equipo», y eso les ha dado una gran amplitud. «Cabe todo el mundo que quiera vivir el celtismo de una forma activa, de pie, animando, que quiera pasarlo cojonudamente», afirma. Su planteamiento es que «la diversión es indisociable de todo esto, al irmandiño le gusta ir al campo a gritar, a cantar, a empujar y a darle hasta reventar».
La reflexión de Alberto a este respecto de la variedad en Irmandiños es que se ha cruzado con gente a la que difícilmente hubiera conocido de no ser por la pasión celeste compartida. «Te das cuenta de que gente con la que seguramente nunca te hubieras llegado a llevar es casi como de tu familia. Eso es lo que hace que valga la pena», considera. Ellos huyeron de rasgos como un posicionamiento político oficial. «No queríamos nada de eso, me encontré gente de lo más variopinto pero que tienen en común ser auténticos locos por el equipo».
Además, la proporción de chicos y chicas está más cerca del equilibrio de lo que se puede ver en la asistencia general a Balaídos. «Siempre nos hemos preciado de ser una peña con una presencia femenina muy grande, también en la directiva, y comprometidas y activas como las que más», expresa. Se ve, por ejemplo, en las fotos de sus viajes y de sus juergas, dos cuestiones claves en la peña.
Cambios desde el 2017
En este tiempo, la peña ha mantenido intacta su filosofía como peña de animación y viajera, pero el verano del 2017 marcó un punto de inflexión. «Se dieron dos circunstancias, una que ya veníamos oliendo, y era que por la edad era difícil mantener un grupo de gente en Río Bajo y las condiciones (se sub-25) tenían fecha de caducidad y la otra, que el Celta hace el primer intento de reunir peñas en una grada de animación». Esa tentativa se rechazó y la peña se dividió en el estadio, con grupos en Marcador y Gol. «Ahí está la semilla de Siareiros Celta Vigo, el colectivo de animación de la grada Siareiros», desgrana. Un anhelo que compartían con otras peñas y un paso más en un crecimiento imparable.
Incluso en estos momentos de incertidumbre y ausencia de fútbol, tampoco están con los brazos cruzados. «Estamos organizando un torneo de FIFA y también hicimos una pequeña donación con Siareiros de material a un par de centros sanitarios del área de Vigo para echar una mano en lo que se pueda». Respecto al fútbol, no hay duda de que lo extrañan, pero Alberto está seguro de que cuando llegue el momento lo cogerán «con más ganas que nunca».