El jugador del Celta B desgrana su trayectoria, cuenta por qué se decidió por el Celta y la importancia que da a continuar con sus estudios
16 may 2020 . Actualizado a las 15:26 h.El jugador del Celta B Alberto Solís, de vuelta en Sevilla tras darse por finalizada la temporada, mantuvo ayer un directo de Instagram con José Francisco Campos en el que repasó su trayectoria. Tras hablar de sus inicios y su paso por la base del Sevilla, profundizó en su tiempo como céltico, que comenzó cuando era juvenil de segundo año. La importancia que concede a los estudios y lo mal que lo pasó con su grave lesión fueron algunos de los temas que abordó en la charla.
Solís recordó que en su último año en el conjunto hispalense tenía claro que quería salir y así se lo hizo saber a sus agentes. Hubo otros clubes interesados, pero la oferta del Celta le sedujo. «No primé lo deportivo, sino que me convencieron a nivel deportivo y académico. Estaba en segundo de Bachillerato y siempre me he tomado los estudios muy en serio», recordó el andaluz, que ahora está a punto de acabar INEF. «Me ofrecieron un colegio de diez, como luego pude ver en primera persona, y el proyecto deportivo me convenció. No tuve ojos para otros. Para allá me fui totalmente convencido con 17 años», rememora.
«Cuando me fui del Sevilla no era consciente de que dejaba atrás una vida entera»
Admite que en ese momento no era consciente de la trascendencia de su decisión. «Estaba súper ilusionado, pero el día que se fueron mis padres y mis hermanos ya se me escapó alguna lagrimita. No era consciente de que dejaba atrás una vida entera», dice. Cuando se quedó solo empezó a darse cuenta. «Me costó, pero tampoco tanto. A los tres meses me entró un bajón de echar de menos muchas cosas, pero lo llevé bien y por lo demás, muy bien», ahonda.
El primer año de juveniles les costó, dice, y fueron cuartos, pero en el segundo ya salió todo a pedir de boca y lo considera su mejor año en lo personal hasta ahora. «Vivimos muchos momentos especiales, fue todo de maravilla y se ganó la liga con mucha solvencia», relata con mención especial a cómo disfrutó la Copa de Campeones, «golazo» suyo incluido frente al Málaga pese a eliminarles. En principio había firmado para el segundo y tercer año como juvenil, pero renovó y pasó al filial, con Rubén Albés.
«No dudé ni un segundo -sobre renovar- y di ese paso prácticamente al fútbol profesional», señala. Había debutado el año anterior con «el Panda Team, con jugadores como Borja Iglesias, Gus Ledes, Kevin Vázquez, Borja Fernández, Brais Méndez, Iván Villar...», destaca. «Entrenaba con ellos pero jugaba siempre con el juvenil». Hasta ese primer año sénior. «Era el más pequeño, el número 23 de los 23 jugadores. Pero me gustan los retos, hice buena pretemporada y me encontré la primera jornada de titular al lado de Rai Marchán», cuenta.
Tiene grabado que fue en un derbi contra el Pontevedra con Barreiro lleno, que ganaron y en el que Solís hizo «un partidazo», califica. «Ahí la cosa marcha para adelante y me hago con el sitio en un equipazo donde seguían Kevin o Brais y también estaban Alende, Rai, Drazic..». Sin embargo, la grave lesión que sufrió cortó su progresión y le hizo decir adiós a la temporada en la jornada 9, frente al Fuenlabrada en octubre. «El fútbol te da una buena y tres malas. Salto mal y me rompo el cruzado», rememora.
«El de la lesión fue el día más duro de mi vida, pero la recuperación fue bonita»
El día de la lesión lo recuerda el céltico como «el más duro» de su vida. «Fue jodido, estaba toda mi familia. Cuando caigo y noto el crujido, sé que es algo grave. Miré para mi familia y fue durísimo, estaba destrozado. Recuerdo a mi madre, la pobre, cuando me sacaron en camilla», dice. A partir de ese momento, también sacó cosas positivas: «Igual no se va a entender, pero la recuperación fue bonita. Conocí la otra cara del fútbol y a grandísimas personas como Fran y Manuel Ricis, que fueron mis ángeles de la guarda», agradece.
Y eso que en el mes de diciembre sufrió un importante revés en ese proceso. «La recuperación iba bien, pero un día noto que se inflama y está caliente. Me hacen pruebas y ven que se había infectado. Es un riesgo mínimo pero puede pasar cuando vas a una cirugía», indica. Fue operado de urgencia y tuvo que pasar quince días hospitalizado, ya que tenía la bacteria en su organismo y necesitaba antibiótico por vía intravenosa dos semanas. Le supuso pasar la Navidad ingresado, aunque acompañado de su familia.
Ahí todo se ralentizó, pero «en el 2018 fue todo para adelante» y pudo irse de vacaciones de verano con el alta. «Mi meta era llegar a la pretemporada como uno más y lo conseguí con mucho trabajo», destaca. De nuevo con Rubén Albés y muchas caras nuevas, las expectativas eran altas, pero no terminaban «de arrancar» y acabaron salvándose en el play-out. «En lo personal, me costó hacerme con el sitio, empecé suplente pero me hice un hueco y acabé jugando 30 y pico partidos, que estaba bien después de un año tan jodido con la lesión», apunta. En enero del 2019 había decidido renovar hasta el 2023 tras la victoria en un derbi con dos goles suyos que es de los partidos que recuerda con más cariño.
Ya este curso lo considera de «revolución total» con muchas salidas y cambio en el banquillo. «Me convierto en el segundo capitán por veteranía y experiencia del cambio que hubo», rememora. Y sobre los hermanos Montes indica que tiene buen recuerdo de ellos: «La suerte no acompañó, peor les debo muchísimo, me enseñaron mucho». En una temporada en la que, de nuevo, una lesión no le dejó empezar de la mejor manera. «Fue en el play-out, un resbalón inoportuno y rompo el tendón del bíceps. Por suerte me cogió en verano y pude jugar de la jornada 10 en adelante», recuerda. Como mejor partido de este curso se queda con el 5-0 al Inter de Madrid. «Veníamos con dudas, el equipo estuvo muy bien, metí un gol y di dos asistencias», destaca.
«No sé a dónde llegaré en el fútbol, pero tengo claro que acabaré los estudios»
Más allá del fútbol, Solís dejó muy claro que concede una gran importancia a los estudios. «El fútbol es muy complicado, los que llegan a Primera o Segunda son los casos atípicos. Estoy en Segunda B y me gustaría dar el saltito, pero me sigo formando, siempre se me ha dado bien», revela. A punto de acabar la carrera, planea seguir estudiando. «No sé a dónde llegaré en el fútbol, pero tengo claro lo que depende de mí: acabaré la carreta y haré un máster u otro grado. Lo seguiré llevando para adelante».
Católico convencido, confesó que reza antes de los partidos y que es «muy intenso con la Semana Santa». Se quedó con su antiguo capitán del B Kevin Vázque a la pregunta del jugador que mejor le cae del primer equipo -con el que ha entrenado en algunas ocasiones- y de Miguel Rodríguez, espectador del directo, afirmó que «el niño es una bomba, la perla de la cantera». Y también recordó el partido del play-off contra el Marbella en Barreiro: «No he visto nuestro estadio más lleno en mi vida, no cabía un alma. Si tiene capacidad para 2.000, ese día había 2.800».